Ibai Azparren
Aktualitateko erredaktorea / redactor de actualidad

Joven y conservador: el nuevo punk es ser un pequeño facha

En medio de la creciente polarización ideológica entre jóvenes, se observa un notable contraste: mientras las mujeres jóvenes tienden hacia posturas más progresistas, los hombres jóvenes muestran una inclinación creciente hacia la extrema derecha. ¿Qué impulsa esta divergencia?

Un joven realiza el saludo fascista durante una protesta contra la Ley de Amnistía en la calle Ferraz.
Un joven realiza el saludo fascista durante una protesta contra la Ley de Amnistía en la calle Ferraz. (Gustavo VALIENTE | EUROPA PRESS)

Las protestas contra la Ley de Amnistía frente a la sede del PSOE en Ferraz fueron protagonizadas por una marabunta variopinta. Noche tras noche, banderas con simbología fascista se alternaban con consignas como ‘España cristiana, nunca musulmana’ o ‘Pedro Sánchez, hijo de puta’. Tampoco faltaron las loas a Franco y el repertorio musical franquista, así como gritos de ‘puta’ a la entonces ministra de Igualdad en funciones, Irene Montero. La mayoría de los asistentes eran hombres y muchos de ellos tenían menos de treinta años.

La extrapolación de episodios particulares a patrones generales requiere un análisis cuidadoso, pero estas escenas sugieren una tendencia cada vez más evidente y que reflejan varios estudios: los mensajes que niegan la violencia machista o promueven el racismo, así como las ideas reaccionarias, se propagan entre los hombres jóvenes, una inclinación que se manifiesta a escala global.

En un hilo de X, el consultor de Investigación Jorge Jimenez Arias señala que la brecha ideológica entre hombres y mujeres jóvenes del Estado español sigue la misma trayectoria que en otros países occidentales. Mediante los barómetros mensuales del CIS, Jimenez apunta que «desde 1999, la brecha ideológica entre sexos es la mayor registrada», y además se trata de un fenómeno localizado esencialmente entre jóvenes. Entre los 18 y 19 años la diferencia es de más de un punto.

Según Jimenez, esta corriente se refleja en las inquietudes expresadas por la juventud masculina y femenina. Por ejemplo, la preocupación respecto al cambio climático es notablemente más pronunciada entre las mujeres. Por el contrario, el feminismo ha experimentado un declive en términos de prioridad entre los hombres jóvenes, a pesar de que el nivel de interés por parte de las mujeres ha sido el doble a lo largo de la serie histórica. En el último año, el 15% de los hombres jóvenes consideraba la inmigración como un asunto relevante, mientras que solo el 8% de las mujeres jóvenes compartía esta preocupación.

Todos estos datos coinciden con el resultado de la renombrada encuesta sobre la percepción de la igualdad en la población que el CIS publicó el mes pasado: el 44,1% de los hombres españoles cree que las políticas de igualdad han llegado demasiado lejos y que ellos son los discriminados. Esa creencia, además, es notablemente mayor entre los jóvenes: casi el 52% de los hombres de 16 a 24 años está de acuerdo con la afirmación.

En esa misma línea, un estudio publicado el año pasado por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud, bajo el título ‘Culpables hasta que se demuestre lo contrario’, constata que aunque hay un consenso mayoritario en que la violencia de género es un problema social muy grave, se ha producido «un aumento del antifeminismo» por, consideran los encuestados, imponer un único pensamiento. Así, un 44,7% de los hombres jóvenes sostienen postulados machistas. Del mismo modo, se muestra una creciente polarización entre mujeres y hombres adolescentes, pues a la vez que los hombres se acercan a posiciones machistas, las mujeres siguen defendiendo posturas feministas, aunque no siempre se definan como tal. En 2022, otro estudio de Fad desprendió que el 25% de los jóvenes españoles presentan actitudes racistas y xenófobas.

Z: dos generaciones, no una

Esta «brecha ideológica» se observa en países de todo el mundo, donde millones de jóvenes que comparten los mismos espacios ya no coinciden en sus maneras de ver el mundo. La generación Z se caracteriza por su enfoque único en su comprensión de la política, lo que representa un cambio destacado en comparación con generaciones anteriores. En EEUU, por ejemplo, datos de la empresa de análisis Gallup muestran que las mujeres jóvenes son ahora considerablemente «más liberales» que sus contemporáneos masculinos. Tras décadas en las que los sexos se repartían a partes iguales entre liberales y conservadores, tal brecha ha tardado solo seis años en abrirse.

En un artículo publicado en ‘Financial Times’, el periodista John Burn-Murdoch recopila estudios de EEUU, Corea del Sur, Polonia, Túnez, Alemania y Gran Bretaña y analiza la creciente divergencia ideológica entre jóvenes hombres y mujeres de la generación Z. Según apunta, mientras las mujeres jóvenes adoptan posturas másprogresistas, los hombres jóvenes muestran tendencias cada vez más conservadoras en temas como la justicia racial, inmigración o feminismo.

Un joven seguidor de Donald Trump anima al expresidente durante un mitin de campaña New Hampshire. (Chip SOMODEVILLA/AFP)

En Corea del Sur, donde la desigualdad de género sigue siendo flagrante, las divisiones son aún más marcadas. En las elecciones presidenciales del 2022, mientras que los hombres y las mujeres de más edad votaron al unísono, los hombres jóvenes se decantaron por el partido derechista Partido del Poder Popular y las mujeres jóvenes apoyaron al liberal Partido Demócrata casi por igual y en números opuestos.

Burn-Murdoch destaca que en la mayoría de los países la tendencia ha sido que las mujeres se han desplazado hacia la izquierda mientras que los hombres permanecen inmóviles. «Pero hay indicios que los hombres jóvenes se están desplazando activamente a la derecha en países como Alemania, donde los menores de 30 años de hoy en día se oponen más a la inmigración que sus mayores», agrega. Muchos de ellos se han virado hacia el parto de extrema derecha AfD en los últimos años.

Batalla cultural

Según otra encuesta realizada por la fundación liberal Fondalop en 2021, los jóvenes europeos de entre 18 y 24 años muestran una inclinación hacia la derecha, incluso más pronunciada que ciertos segmentos conservadores en términos de edad. Esto refleja un cambio significativo, pues ahora la juventud se identifica más con los valores de la derecha que en los últimos cincuenta años.

Pero, ¿a qué se debe esta tendencia divergente –por supuesto llena de excepciones y matices– y la atracción de los hombres jóvenes por los postulados de la extrema derecha? Las explicaciones varían, y los análisis son complejos.

Expertos en política y sociología coinciden en que la extrema derecha ha adoptado un carácter contracultural. Para parte de la juventud actual, desafiar las principales causas defendidas por los partidos de izquierda, como el feminismo o el cambio climático, representa la verdadera rebeldía. La extrema derecha quiere ser el nuevo punk, y parece ser quien mejor canaliza y estimula ese sentimiento de disidencia al tiempo que ofrece un otro de pertenencia.

De esta manera, la ultraderecha contemporánea defiende la desobediencia, la transgresión de lo «políticamente correcto», y moviliza ese descontento hacia salidas políticas antiprogresistas.

Cierto es que las nuevas generaciones han vivido sucesivas crisis económicas, lo que ha podido aumentar su desafección por la política y la crítica al establishment, además de la insatisfacción de expectativas y la falta de las mismas.

A todo ello hay que sumarle los canales de información y entretenimiento que consumen, la mayoría de ellos capitalizados por la extrema derecha. El estudio ‘Auditing radicalization pathways on YouTube’ de 2020 muestra, por ejemplo, que YouTube empuja a los usuarios hacia vídeos radicales y de extrema derecha.

Asimismo, tanto en Tiktok como en la citada plataforma abundan los divulgadores de extrema derecha. En el caso del Estado español, no hay más que ver los seguidores que acumulan personajes como Roma Gallardo, Wall Street Wolverine, Worldcast o David Santos, entre otros muchos.

En Instagram, la apología del business, del emprendimiento y del individualismo acapara la mayoría de vídeos cortos denominados reels, y existen cientos de canales e influencers dedicados a cargar contra la inclusión en el mundo del cine.

Además, otros YouTubers como The Grefg, con más de 18 millones de suscriptores en la plataforma y orgulloso residente andorrano, defienden en sus canales y en entrevistas en prime time tributar menos impuestos.

Después, entre los más jóvenes surge una creciente convicción de que el Estado interviene en exceso en la actividad económica. Así lo afirma la encuesta de Fondalop, que apunta que un 55% de los jóvenes europeos interrogados de 18 a 24 años cree que «el Estado debería tener más confianza en las empresas y darles libertad».

En esta perspectiva, en la última encuesta del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO), se preguntó a los ciudadanos y ciudadanas catalanas sobre sus preferencias respecto al uso de los impuestos. Aunque la mitad de los catalanes están a favor de mantenerlos, son los grupos de edad entre 16 y 24 años, así como entre 25 y 34 años, los que muestran una mayor propensión a reducirlos, incluso si esto implica un impacto en los servicios públicos.

Según los datos recopilados por el CEO, esta resistencia notable hacia los impuestos es predominante entre los jóvenes con niveles educativos más bajos. Los expertos sugieren que esta actitud está influenciada en gran medida por las figuras a las que siguen en las redes sociales, como los citados youtubers.

La encuesta del CEO también aborda la gestión de los servicios públicos, y resulta sorprendente que los jóvenes manifiesten una clara preferencia por la gestión privada de la sanidad.

La última encuesta de participación política de la Generalitat de Catalunya, del año 2017, ya indicaba un creciente descontento de los jóvenes respecto al sistema y las instituciones, con cierto rechazo, incluso, hacia los partidos y una mayor tendencia hacia posicionamientos populistas o radicales. A juicio del director del CEO, el politólogo Jordi Muñoz, «hay suficientes indicios que apuntan a una tendencia de fondo, que sería interesante estudiar».