Los encierros txikis han puesto en evidencia que la cantera de corredores apunta maneras delante de los morlacos de cartón-piedra y con un recorrido reducido entre la cuesta de Santo Domingo y la Plaza Consistorial a rebosar de público.
Circular por Santo Domingo para llegar hasta la hornacina antes del encierro tenía lo suyo, ya que la afluencia era masiva. Progenitores, abuelos y abuelas, silletas e infinidad de curiosos abarrotaban el recorrido, con muchos chavales portando periódicos y en tensión ante la inminente salida de los toros.
Para darle más emoción, una furgoneta de reparto ha tenido la feliz idea de subir por la cuesta a pocos minutos de la primera carrera, como si fuera un improvisado encierro de la villavesa (se ve que hay que cultivar todas las costumbres). Así que los agentes de la Policía Municipal han tenido que tirar de silbato para abrir paso al peculiar morlaco motorizado de la jornada.
Una vez despejado el recorrido de esa visita imprevista, se ha seguido con el guion establecido.
Con el panel con los pañuelos de todas la peñas enmarcando la hornacina del santo y una gran chuleta para no fallar en el cántico, la chavalería ha pedido la protección de San Fermín, con muchos de ellos sentados en los hombros de sus familiares para no perderse detalle.
Algunos corredores estaban tan tensos, que con solo oír el cántico ya han empezado a correr, mientras los adultos intentaban frenar ese primer impulso.
Finalmente ha estallado el cohete y entonces sí que ya era imposible pararles, aunque correr tenía su dificultad, ya que el gentío impedía prácticamente moverse.
Los astados de cartón piedra han demostrado una nobleza extrema y han avanzado con exquisito cuidado entre unos corredores que no tenían ningún problema en agarrar del cuerno y posar las manos en los lomos de los morlacos, mientras el pastor que acompañaba al burel de turno no se cansaba de repetir: «Que no se toca al toro».
Montón a la altura del Ayuntamiento
Al paso se ha conseguido llegar hasta la Plaza Consistorial, donde la manada se ha dado la vuelta y, tras un breve descanso, ha emprendido el camino de vuelta, ante el asombro de algunos corredores, hasta el punto de que cuatro han terminado cayendo al suelo protagonizando un pequeño montón a la altura del Ayuntamiento que se ha resuelto sin mayores consecuencias.
Por si las moscas, había un puesto sanitario tanto en la plaza de Santiago, en la trasera del Ayuntamiento, como en el mismo edificio del Departamento de Educación para atender a posibles heridos.
Tras regresar la manada a la hornacina, vuelta a empezar, ya que cada uno de los dos días de encierros txikis de las fiestas se realizan varias mangas para que la chavalería tenga la oportunidad de aprender lo que supone participar en este evento.
Son las particularidades de unos encierros que hasta permiten entrevistar a uno de los astados. Tras abrirse paso hasta llegar a la Plaza Consistorial, un toro de la ganadería Miura de nombre ‘Torerillo’ ha atendido a NAIZ para destacar que las carreras se habían desarrollando «muy bien, con muchos txikis disfrutando para que nos dejen un futuro increíble para los encierros y que dentro de unos años tengamos una generación que nos respalde».
Desde luego si algo ha demostrado la cantera es que tiene ganas de sobra.

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