Sin miedo

Exigir medidas para frenar la vulneración de los derechos humanos se ve como una exigencia de fanáticos que lo único que hacen es aguarle la fiesta eterna a esa cosa amorfa que llamamos sistema. Un sistema comprometido con mirarse en el espejo para verse bien, cueste lo que cueste. Algo que podemos hacer extensivo a cualquier lugar del mundo, dependiendo de los intereses y motivaciones morales de cada cual.
Siempre hay quien en medio de una fiesta cuenta una historia triste después de emborracharse, siempre hay alguna persona anciana a la que le importa tres pimientos decir que hay un elefante rosa en la pista de baile de la boda aunque nadie quiera verlo, siempre hay una estrella que, sin miedo a estrellarse, suelta una verdad en una momento determinante de su carrera.
Esta semana le ha tocado a Javier Bardem. En su caso, no es nuevo esto de posicionarse y dejar claro lo que gran parte de la industria teme decir por miedo a acabar en la picota. Bardem siempre me ha parecido el mismo, desayunando en chándal, riñendo a un ‘periodista’ por avasallar su intimidad o en una rueda de prensa agradeciendo un premio, pero confesando que no tiene el cuerpo para celebraciones y, a continuación, pedir el alto al fuego en Gaza y condenar los bombardeos: «Lo que ha sucedido en Gaza es inadmisible, deshumanizante. Creo que el Gobierno de Israel es el gobierno más radical que ha tenido la historia de Israel».
Los premios son relativos, la valentía una rara avis.

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