Qué bien le sienta el registro comercial a Paula Ortiz, quien para este biopic ha comprimido los temblores místicos desmedidos de ‘Teresa’ hasta volver a sacarles el brillo. Y qué bien le sienta Paula Ortiz a esta gran producción, para trascender lo correcto empuñada con las riendas de quien sabe de qué está hablando y no duda. Esto es, no un comentario sobre la actualidad ni una crónica histórica rigurosa, sino el combate titánico que se fraguó entre Hildegart (Alba Planas) y su madre Aurora (Najwa Nimri, ambas bergmanianas). Un tablero de juego bien definido resulta siempre en buenos films, he aquí la conjunción indisoluble de la cineasta con el guion de Eduard Sola (‘Casa en llamas’) y Clara Roquet (‘Las largas sombras’), expertos en transcribir el carácter fatídico del true crime sobre todas sus obras.

Impecablemente acompasada, ‘La virgen roja’ regala concisión y foco a un género, el biopic, que viene por norma general habituándonos a gabinetes de curiosidades sin más. En fin, sostiene a fuerza de ficción el arrebato de la oradora más poderosa que el feminismo pudo imaginar, con «Freud en el sexo, Nietzsche en el pecho y Marx en la cabeza»... Una réplica que suena descaradamente a cine, y a gloria. Sólo queda a Ortiz contrapesar las cotillas negras y los marrones punzantes de la madera vieja del casoplón familiar con salpicaduras de rojo que, sí, también recordarán la merienda favorita de una Hildegart hambrienta de libertad. Fresas con chocolate, sabrosas y atemporales.