Mariona Borrull
Periodista, especialista en crítica de cine / Kazetaria, zinema kritikan berezitua
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EL ÚLTIMO SUSPIRO
Estado Francés, 2024. 100 minutos. Dirección: Costa-Gavras. Guion: Costa-Gavras. Intérpretes: Denis Podalydès, Kad Merad, Marilyne Canto, Charlotte Rampling, Ángela Molina.

Fotograma de ‘El último suspiro’.
Fotograma de ‘El último suspiro’. (ZINEMALDIA)

Costa-Gavras es absolutamente literal en su adaptación del ensayo escrito por el doctor Claude Grange y el filósofo Régis Debray, sobre sus encantadas conversaciones alrededor de la muerte. Literal, en tanto que –en la línea de ‘Comportarse como adultos’– rechazará ocultar el carácter de muestrario ilustre o de viñetario didáctico de su tibia narrativa. Kad Merad y Denis Podalydès visten una bata blanca para elucubrar a discreción acerca de la necesaria reconquista de la muerte, a manos de una medicina violenta y automática. Satisfecha, ‘El último suspiro’ acumula sin mojarse «interrogantes» de sobras transitados acerca de las dimensiones humanas, sociales y económicas de los cuidados paliativos; así lo explican la troupe de expertos que convoca en cameos, como la oncóloga Karin Viard o la periodista Elisabeth Quin.

Son temas que con un poco de suerte «les van a interesar» (esto lo preconiza el mismo Kad Merad en la película), pero que obcecados en su propia convicción no tratan de ir más allá del puñado de no-ficciones que estos años han mirado al sistema sanitario como territorio a reconquistar. Claire Simon, por ejemplo, ya abordaba en ‘Nuestro cuerpo’ las complejas conversaciones hospitalarias sin ápice del didactismo infantil de Costa-Gavras: una claridad que suspende todo realismo, pero que ni se acerca a los descubrimientos formales de Manoel de Oliveira o de Pedro Costa, cineastas y viejos pensadores. ‘El último suspiro’ tiene el interés estético de una pared de hospital.