Jon Ormazabal

Anoeta se lleva otro innecesario sofoco y la Real se complica su aventura europea

El tempranero gol de Pablo Marín ha puesto las cosas muy de cara a los de Imanol, pero el bisoño equipo txuri-urdin se ha enredado en los incidentes provocados por los ultras del Anderlecht y ha encajado dos goles en apenas diez minutos (1-2).

Desolación realista, con Turrientes en primer plano, tras la derrota.
Desolación realista, con Turrientes en primer plano, tras la derrota. (Jon URBE/FOKU)

Anoeta, y Donostia por extensión, se han llevado un doble sofocón, deportivo y social, completamente innecesario, con una derrota que complica el futuro europeo de la Real que, visto lo visto, puede ser hasta bueno, porque toda una ciudad ha estado a merced de 300 ultras que se sabía que iban crear incidentes y a los que se ha paseado por todo el centro de la ciudad para liarla dentro de Anoeta, donde han roto las cristaleras de protección para lanzar asientos a los aficionados locales colocados debajo suyo. Y lo que aún es peor, estos ultras regresarán con el orgullo inflado a sus casas, porque su violenta actuación ha sido clave en el triunfo de su equipo, pues la Real se ha salido del partido justo cuando las cosas mejor pintaban.

Como la pasada semana en Niza, Imanol ha vuelto al esquema de tres centrales y ha cambiado los diez jugadores de campo respecto al último partido ante el Valencia, con la clara intención de repartir esfuerzos con la visita del Atlético de Madrid a la vuelta de la esquina. Y la verdad es que, sin tiempo a calibrar si la apuesta del de Orio era acertada, todo parecía ponerse de cara con el gol de Pablo Marín, el primero en su trayectoria profesional, a los cuatro minutos de juego. Sadiq, voluntarioso y acertado, ha aprovechado un error de Zanka en la salida de balón para poner un preciso centro al de Logroño en el segundo palo.

La tarde parecía plácida en Anoeta ante un rival que también había reservado a alguno de sus titulares, pero cuando mejor parecía el conjunto txuri-urdin en el césped, el partido se ha enrarecido en las gradas, donde los ultras del Anderlecht, a los que la Ertzaintza había paseado por Donostia horas antes, han comenzado a lanzar objetos a los seguidores realistas colocados debajo de ellos. Como sucediera ante el Benfica hace aproximadamente un año, la jaula de metacrilato no ha sido suficiente para evitar la actuación vandálica de los aficionados visitantes y el caos ha pasado al campo, enredando a la hasta entonces aseada Real que, no obstante, no era capaz de, en inferioridad numérica, hacerse con el control del centro del campo.

Así, tras una jugada embarullada, en la que se ha pedido falta de un jugador del Anderlecht a Sadiq en el centro del campo, Luis Vázquez, libre de marca, ha controlado un balón dentro del área para batir a Remiro, que poco ha podido hacer ante el certero remate del argentino.

Con las cosas más calmadas en las gradas, la Real ha tenido una buena oportunidad en una jugada de sus dos laterales culminada por un remate de Aihen arriba, pero la cosa se ha vuelto a torcer en otra jugada desafortunada en la que se han combinado la falta de contundencia de la zaga local con un disparo de Leoni al borde del área que se ha colado por la escuadra de Remiro. Al poco, Oskarsson ha podido hacer justicia en un rápido contraataque sacado por Remiro, pero su remate ha sido repelido por el larguero.

Mejoría insuficiente

En el segundo tiempo, Imanol ha apostado por una Real más reconocible, tanto en cuanto a esquema, con la vuelta a una defensa de cuatro, como en los nombres, dando entrada a Kubo, Aguerd y Barrenetxea. El equipo guipuzcoano ha tenido una salida en tromba, con buenas oportunidades de Oskarsson, Kubo o Barrenetxea, pero no han estado acertados en el último remate y la efervescencia local ha ido perdiendo fuerza, sin bien han logrado embotellar al equipo belga en su área por momentos.

Eso sí, David Hubert ha tocado sus piezas y el resultado, con dos líneas de cuatro, ha acertado cerrando el grifo txuri-urdin y el caudal de ocasiones se ha reducido, en un asedio bastante cómodo para el histórico equipo belga, que incluso ha gozado de alguna contra para sentenciar. La Real le ha puesto bastante más empeño que acierto y, si bien por merecimiento, merecía mejor premio, ha dado un paso atrás en su pretendida recuperación.