
Hace ya años que el Gran Maestro inglés Nigel Short, subcampeón mundial frente a Gari Kasparov en 1993, definió el ajedrez como el «boxeo mental» o «el deporte más violento que existe». Y vistas las trompadas que se han dado en su octava partida del Mundial de Singapur Ding Liren, con piezas blancas, y Dommaraju Gukesh, con las negras, cabe decir que Short acertó de pleno en sus definiciones.
Han vuelto a firmar tablas, por lo que el duelo sigue empatado con cuatro puntos por cabeza a falta de seis duelos. Gukesh ya dejó escapar vivo a Ding en el encuentro del martes. En aquel entonces el prodigio de Chennai jugó con las piezas blancas, pero este miércoles ha jugado con negras y ha vuelto a meter a Ding Liren contra las cuerdas, luego de una Apertura Inglesa muy agresiva que ha devenido en sorpresa táctica del indio en la jugada siete.
Ding Liren se ha fajado como un jabato, haciendo gala de una comprensión del juego fuera de este mundo, capaz de neutralizar las trampas de su joven adversario, por más veneno que estas han tenido. Eso sí, a costa de volver a apurarse por tiempo.
Y sin embargo, tales han sido las complicaciones de las posiciones derivadas –una de las cosas más fantásticas es que el número de partidas posibles de ajedrez es superior al número de estrellas en el universo conocido– que el chino ha quedado perdido –hablando en términos científicos y siempre en función de los análisis de los programas informáticos– entre las jugadas 22 y 25 de un lance que ha terminado en tablas después de 51 movimientos y cuatro horas y media al borde del infarto. Ya para entonces Ding ha consumido más de hora y media de las dos horas que tiene cada contendiente para hacer sus 40 primeros movimientos, mientras que la gestión del tiempo de Gukesh ha sido mucho más ventajosa para el prodigio de 18 años.
Ding Liren ha quedado a merced de un ataque combinado de piezas y dos peones pasados –peones sin otros peones enfrente camino de la coronación– alejados en el flanco de dama. Pero Gukesh tenía que autoclavar sus piezas menores –un caballo y un alfil– para proteger sus piezas pesadas –la dama y una torre– para poder protegerse al tiempo que atacaba, y ha errado el orden de posicionamiento de esas piezas, en buena medida porque el embrollo de la posición invitaba al error y errar es humano, afortunadamente.
Cambio de piezas
Esos errores en el movimiento 27 y posteriores han devuelto toda la ventaja a Ding, que ha podido contragolpear por el flanco de rey, valiéndose de esas clavadas en su favor. Pero ahí le ha vuelto a fallar el colmillo y los apuros de tiempo lo han llevado a arriesgar menos. Con la jugada 40 ya en el tablero, con 30 minutos extra en su reloj, el chino ha propuesto tablas a su rival, pero Gukesh, después de haberse defendido como un reloj cuando más apurado se ha visto, ha vuelto a la carga y ha buscado el más difícil todavía al rechazar el empate de buenas a primeras.
Porque no todos los empates se firman por conformismo. Gukesh ha seguido apretando las clavijas a un Ding Liren a quien lo que viene faltando de colmillo para atacar, le sobra en sabiduría y saber estar para defenderse. Hasta que el chino no ha conseguido forzar el cambio de damas en la jugada 46, el peligro de un peón pasado, en combinación con la dama y el caballo ha sido una realidad tangible.
Gukesh, pese a jugar sin torres pero con el rey en una posición más segura, ha amagado con coronar una segunda dama, pero cuando el chino ha forzado el cambio de damas, el cambio masivo de piezas ha sido una resultante automática, lo cual ha supuesto otro empate y un morrocotudo cabreo del prodigio de Chennai, quien parece que está sintiendo que ha dejado pasar dos oportunidades de oro de aventajar al vigente campeón del mundo, el cual, pese a distar de su mejor nivel, está demostrando que nadie le ha regalado ese título que lograse en 2023 ante el ruso Ian Nepomniachtchi.

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