Horas después de eludir su responsabilidad por la grave crisis política francesa, el presidente francés, Emmanuel Macron, comenzó ayer viernes en el Palacio de El Elíseo las reuniones con los partidos.

En esta primera ronda solo ha invitado a los dirigentes políticos del arco que va desde el PS (socialdemocratas) hasta LR (derecha), pasando por los de su propia coalición, con vistas a la formación de «un gobierno de interés general».

Además de la ultraderecha de Rassemblement National, la Francia Insumisa (FI), ecologistas y comunistas no han sido invitados al Eliseo en este momento, lo que alimenta las especulaciones sobre un intento de abrir una brecha en el seno de la alianza de izquierdas del Nuevo Frente Popular.

Macron «ha forjado su propio arco republicano y no tiene muchas flechas en su arco», bromeó la líder de los ecologistas Marine Tondelier.

No obstante,  está claro que Macron está buscando una ruptura en la izquierda.

El primer secretario del PS, Olivier Faure, se declaró dispuesto a dialogar «sobre todos los temas» con los macronistas y la derecha, sobre la base de «concesiones recíprocas» con vistas a la formación de un nuevo gobierno que tendría un «contrato de duración determinada». Eso sí, Faure urgió a que, antes de un primer ministro, Macron nombre «un precursor» que organice este debate, del que la FI ya se ha autoexcluido, tras exigir al PS que «se respete a sí mismo y respete a los electores».

No se espera que Macron nombre a su candidato en un fin de semana marcado por la reapertura fastuosa de la catedral de Notre-Dame.

Suena con fuerza el nombre del alcalde de Pau y centrista François Bayrou, quien como líder de MoDem inauguró ayer la ronda de consultas.

Suenan asimismo el exprimer ministro del PS Bernard Cazeneuve, sin olvidar a otros más a la derecha, como el ministro de Armas, Sébastien Lecornu... Más de lo mismo.