Periodista, especializado en información cultural / Kazetaria, kulturan espezializatua

ARCO, arte vasco consolidado en un mercado estabilizado

Ha arrancado en Madrid la 44ª edición de ARCO. La obra de los creadores vascos vuelve a tener una presencia destacada más allá de que la CarrerasMugica de Bilbo sea, un año más, la única galería de Euskal Herria con stand propio en la Feria.

Elena Aitzkoa, junto a sus últimas esculturas, en el stand de la galería Rosa Santos
Elena Aitzkoa, junto a sus últimas esculturas, en el stand de la galería Rosa Santos (J. DANAE | FOKU)

Lejos quedaron aquellas ediciones presididas por la polémica o por la sorpresa. De un tiempo a esta parte, acudir a ARCO equivale a confrontarse con la obra de una serie de artistas en su madurez, que trabajan en una línea de continuidad y que, año tras año, ofrecen al coleccionista aquello que espera de ellos. Lo cual no quiere decir que no asuman riesgos en sus procesos creativos ni que no estén abiertos a nuevas búsquedas, pero lo hacen desde el rigor y sin estridencias.

Ignacio Mugica, de CarrerasMugica de Bilbo (única galería vasca presente en la Feria este año), lo explica muy bien cuando afirma: «El mercado del arte de ha estabilizado. Venimos de unos años donde se buscaba la novedad pero ahora el coleccionista va a lo seguro. Por eso, este año, mantenemos una línea de continuidad dando visibilidad a las últimas obras de artistas como June Crespo, Asier Mendizabal, Jon Mikel Euba o Juan Perez Agirregoikoa, con los que llevamos trabajando hace años. No obstante, hemos incorporado a algún artista nuevo porque una galería de arte contemporáneo siempre está obligada a apostar por artistas emergentes».

Entre esos artistas nuevos destacan las piezas de creadores como Oier Iruretagoiena o Mar de Dios, cuya escultura ‘Frutos 1’ es una de las obras que más interés suscita entre quienes visitan el stand que de la galería. No en vano, la ceramista vizcaina es una de las finalistas al Premio illy Sustain Art al mejor artista emergente, un galardón cuyo fallo conoceremos este jueves.

Dentro de esa estabilización que vive el mercado, la obra de los artistas vascos representa un valor seguro para el coleccionista. Sobre esta evidencia no extraña que el de CarrerasMugica sea uno de los estand más frecuentados de ARCO, una afluencia de visitantes que este miércoles se ha visto incrementada por la presentación de Miren Arzalluz como nueva directora del Museo Guggenheim de Bilbo, un evento que ha tenido lugar en dicho stand al filo del mediodía tras un apagón simbólico con el que CarrerasMugica ha querido protestar contra el 21% de IVA que sigue pesando sobre el sector, frente a la fiscalidad rebajada de otros países, lo que para los galeristas del Estado representa un agravio comparativo.

Artistas presentes

Pero la presencia de artistas vascos en la Feria va más allá del stand de la galería bilbaina. Así por ejemplo, en el espacio de la galería madrileña Espacio Mínimo se pueden apreciar diversas obras de creadores como Juan Luis Moraza, Miguel Ángel Gaüeca o Manu Muniategiandikoetxea, cuya línea de trabajo resulta muy reconocible para el visitante al ser autores de larga trayectoria.

No obstante, esa línea de continuidad que facilita la identificación de un autor por parte del coleccionista también se da en la obra de artistas que, hasta hace un par de ediciones, eran considerados valores emergentes y que hoy se hallan plenamente consolidados, como Sahatsa Jauregi, cuya escultura ‘Los brutos’ ocupaba un lugar preferente en el stand de la galería The Ryder. Este año, además, Jauregi se encuentra entre las finalistas al Premio Cervezas Alhambra cuyo fallo también se dará a conocer este jueves.

Contiguamente a la monumental escultura de Jauregi, aquellos que este año visiten ARCO, podrán admirar también algunas de las últimas esculturas de Elena Aitzkoa, expuestas en el stand de la galería valenciana Rosa Santos. Se trata de piezas muy reconocibles, elaboradas en tela y escayola por la artista vasca en su taller de Apodaka. Cuando se la sugiere que esta serie de piezas están muy en la línea de los trabajos presentados por ella en ediciones anteriores de ARCO, Aitzkoa reconoce que «pese a tratarse de piezas nuevas tienen una continuidad, tanto en el uso de materiales como en la idea de hacer algo muy conectado con el mundo vegetal y mineral. No obstante, creo que estas nuevas esculturas reflejan una cierta apertura formal por mi parte».

Aitzkoa admite que sus esculturas tienen un sello muy personal que las hace fácilmente identificables, lo que redunda en su reconocimiento como artista, pese a que dicho sello no sea algo pretendido ni buscado por su parte. Sin embargo, esa línea de continuidad en su trabajo la ha convertido en una creadora con un valor consolidado, rasgo que comparte con muchos otros de los artistas vascos presentes este año en ARCO.

Porque otro rasgo que parece definir a los distintos artistas de Euskal Herria es el diálogo que se produce entre su obra y la de sus contemporáneos, un vínculo que obedece al respeto por el legado pero también, tal y como señala Ignacio Mugica, «al hecho de que los artistas vascos son generosos hasta el punto de compartir procesos de creación, lo cual crea entre ellos una serie se sinergias muy positivas».