Periodista, especializado en información cultural / Kazetaria, kulturan espezializatua
Entrevista
Mike Leigh y Marianne Jean-Baptiste
Director y actriz de ‘Mi única familia’

«Todos los artistas tomamos como materia prima la realidad que nos rodea»

Mike Leigh y Marianne Jean-Baptiste se conocieron en los años 90 haciendo teatro. Él era ya un cineasta reputado y al poco tiempo contó con la actriz para una de sus películas más emblemáticas, ‘Secretos y mentiras’ (1996). Ahora vuelven a aunar sus respectivos talentos en ‘Mi única familia’.

Mike Leigh y Marianne Jean-Baptiste, en el pasado Zinemaldia.
Mike Leigh y Marianne Jean-Baptiste, en el pasado Zinemaldia. (Maialen ANDRES | FOKU)

Cualquiera diría que llevaban casi 30 años sin trabajar juntos. La estrecha afinidad que el director y la intérprete muestran en ‘Mi única familia’ transmutan una historia sobre el dolor y la frustración en un filme de gran hondura con muchos más matices de los que, a simple vista, podría parecer y que supone el regreso del mejor Mike Leigh.

Pocos cineastas tan sensibles a la hora de mostrar las heridas que anidan en el alma de los parias, de los marginados, de esas víctimas colaterales de un capitalismo voraz que nos va dejando aislados, sin apoyos. Cuando se le inquiere sobre la posibilidad de contemplar su filmografía como una crónica de la evolución del proletariado inglés en estas últimas décadas, el veterano cineasta se muestra honrado pero lacónico: «Me siento halagado si piensas eso. En todo caso no es algo que haya hecho conscientemente, pero sí que me he preocupado de mostrar en mis películas a diferentes personas con diferentes problemas».

Poco amigo de etiquetas, Leigh se revuelve ante la posibilidad de ser considerado un cineasta social y dice que su prioridad es contar las contradicciones que arrastra el ser humano. Por eso, cuando alguien le plantea que ‘Mi única familia’ puede verse como el reverso oscuro de ‘Happy-Go-Lucky’ (2008) y le sugiere que ambas películas podrían estar motivadas por su visión de la realidad social de entonces y de la de ahora, el cineasta recela: «Poppy, la protagonista de aquella película, era positiva, inteligente y estaba siempre ahí para apoyar a los demás. Es decir, era lo opuesto a Pansy. Pero ni ella encarnaba mi visión de la sociedad de entonces ni Pansy es un personaje que surja del actual contexto social. En mis películas busco sobre todo hablar de los seres humanos, de cómo somos intrínsecamente. El contexto social es solo un telón de fondo. No creo que mis películas muestren la evolución de la sociedad británica en los últimos 40 años, más allá de detalles insignificantes como la presencia de móviles, por ejemplo. En cambio, hay ciertos aspectos endémicos en el ser humano que trascienden épocas y coyunturas y son esos aspectos los que a mí me interesa mostrar en mis películas».

«En mis películas busco sobre todo hablar de los seres humanos, de cómo somos intrínsecamente. El contexto social es solo un telón de fondo»

Pansy, la protagonista de ‘Mi única familia’, es un ama de casa cincuentona que apenas oculta su frustración. Al contrario, no se cansa de hacer visible su malestar, despotricando de todos y de todo y convirtiendo la vida de quienes la rodean en algo parecido a un infierno. Jean-Baptiste confiesa que le resultó duro interpretar a un personaje así: «Hubo momentos en los que resultaba bastante agotador mantener ese nivel de exasperación y esa tristeza, pero lo asumí como un reto. Yo no sé si definiría a Pansy como una superviviente. En cierto modo lo es, pero también es alguien que está ahí flotando, en una especie de limbo».

Respuesta

Por su parte, el director cree que ese carácter iracundo que desprende su protagonista puede que sea la respuesta de alguien que ha consagrado su vida al cuidado de los demás y que cuando necesita de ellos se encuentra sola, pero prefiere que sea el espectador el que haga sus propias conjeturas al respecto: «Esta mujer cuidó y ahora no se siente cuidada, eso es así. Pero tampoco sabemos cómo cuidó. Puede que lo hiciera de un modo funcional, que en su labor de crianza apenas hubiera amor. Por lo tanto, tampoco conviene percibirla como una víctima y ya. Eso sería muy fácil y a mí lo que me gusta es que mis personajes tengan complejidad».

Y es que al espectador no le quedan nunca claras las motivaciones del personaje. Podemos intuirlas, pero el director nos omite deliberadamente información acerca de dónde se halla el origen de esa herida que arrastra Pansy: «Es esencial que el público haga su trabajo. Nosotros le proporcionamos una serie de elementos pero con esos elementos el espectador debe de completar ese conflicto que está ahí, subyacente. Al final, una película es como la vida, tiene su parte trágica y su parte divertida, no hay una línea de continuidad, por así decirlo, que nos conduzca a un lugar preestablecido sino que el espectador debe sacar sus propias conclusiones y debe confrontarse consigo mismo para llegar a ellas. Yo ofrezco una película para que después cada quien se la lleve a casa y reflexione sobre ella».

Lecturas

Poco amigo de ofrecer respuestas o de guiar la mirada de la audiencia, Leigh confía en la autonomía de cada uno de nosotros para que confiera a su película todo tipo de lecturas: «Eso depende del espectador. Él debe elegir, de entre todos los temas que propongo en la película, cuáles son aquellos que quiere llevarse a casa para reflexionar y cuáles no le interesan. Resulta obvio que ‘Mi única familia’ pone el foco sobre una serie de conflictos, pero yo no puedo arrogarme la autoridad para decirle al espectador ‘debes reflexionar sobre la ira o sobre la frustración que hay en Pansy’. Eso ya lo debe decidir él en función de sus intereses».

Del mismo modo, tampoco es muy amigo de dar indicaciones precisas a sus actores. Leigh prefiere ir construyendo la película junto a ellos: «Yo a los actores no les facilito toda la información. No les suelo decir, por ejemplo, cómo tengo pensado que acabe la película, porque yo tampoco lo sé al cien por cien. Ese método de trabajo nos permite poder desarrollar todos juntos la historia, los personajes, el tipo de relaciones y vínculos que se dan entre ellos… Es un modo de trabajar muy orgánico. Hay ciertas convenciones sobre la capacidad de improvisación del actor. Esas convenciones puede que funcionen en el teatro, donde los intérpretes están sometidos a un texto y a unas indicaciones muy precisas, entonces tienen que hacer ver que son capaces de sorprenderse ante una situación que saben de sobra que va a ocurrir. Pero en mis rodajes, es justo al revés, esas situaciones las vamos creando juntos y, sobre todo, vamos creando un personaje. Digo esto porque al ver el grado de naturalidad que hay en sus interpretaciones, muchos piensan que los actores que participan en mis películas se están interpretando a sí mismos. Nada más lejos de la realidad».

«[A los actores] no les suelo decir, por ejemplo, cómo tengo pensado que acabe la película, porque yo tampoco lo sé al cien por cien»

Esa naturalidad que desprenden sus películas ha llevado a más de un espectador a dar por hecho que estas están inspiradas por personajes de la vida real, pero Mike Leigh insiste en que todos los protagonistas de sus películas«son fruto de la ficción: «Al principio, Marianne y yo hablamos de personas que ella podía conocer y que se aproximaban al carácter de Pansy, pero aquello fue solo el germen para poder darle forma al personaje y, desde luego, no nos interesaba aproximarnos a un modelo de inspiración real. Lo que ocurre es que, tal y como resuena Pansy en la pantalla, está claro que cualquier espectador puede reconocer en ella rasgos de gente próxima. Pero se trata de una creación original. Al final todos los artistas tomamos como materia prima la realidad que nos rodea, pero solo como punto de partida».

Sobre cómo ha sido el hecho de volver a coincidir en un proyecto tres décadas después de ‘Secretos y mentiras’, Jean-Baptiste no oculta que, para ella, volver a ponerse a las órdenes de Leigh ha sido una experiencia de lo más gratificante. «Lo nuestro es una historia de amor. Mike me empezó a hablar de este proyecto hace ya tiempo, antes incluso de la pandemia. Me mandó un correo electrónico hablándome, a grandes rasgos, de mi personaje, y yo enseguida le dije que contara conmigo. Luego, el tema del coronavirus lo paralizó todo, pero al final ese compromiso mutuo hizo que la película saliera adelante. Es la cuarta vez que trabajamos juntos, la segunda en el cine, las otras han sido en el teatro. Conocernos tan bien como nos conocemos tiene muchas ventajas ¡qué duda cabe!, pero no es determinante para que la cosa fluya porque muchos de los actores que han participado en ‘Mi única familia’ era la primera vez que trabajaban como Mike o conmigo y a los cinco minutos de empezar a compartir cosas ya había ahí una afinidad».

Por su parte, el director afirma: «El conocerse previamente nos ha permitido poder explorar conjuntamente territorios más extremos y asumir más riesgos, algo que viene facilitado, también, por el hecho de tener un carácter muy parecido: a ambos nos hacen gracia las mismas cosas y también compartimos un sentido de lo grotesco que nos hace ver la realidad de un modo bastante similar».

De esa afinidad surge una película como ‘Mi única familia’, plena de dolor y de desgarro pero paradógicamente luminosa en el retrato de una mujer cuya ira es un modo de rebelarse contra la soledad, contra ese terrible vacío que siente en su vida.