Gaizka Izagirre
Zinema eta telesail kritikaria
Entrevista
Borja Cobeaga
Cineasta, director de ‘Los aitas’

«Me han ofrecido hacer muchos remakes y siempre respondo que no»

Borja Cobeaga (Donostia, 1977) regresa al cine, tras once años sin estrenar largometrajes, con ‘Los aitas’, una road movie de marcado carácter autobiográfico que nos transporta al Bilbo de los años ochenta.

El cineasta bilbotarra Borja Cobeaga.
El cineasta bilbotarra Borja Cobeaga. (Oskar MATXIN EDESA | FOKU)

En la periferia obrera del Bilbo de finales de los 80, un equipo infantil de gimnasia rítmica se prepara para participar en un campeonato que se celebrará en Berlín. Ante la imposibilidad de que las madres acompañen a sus hijas, la tarea recaerá en los padres, que no parecen muy interesados en el viaje, ni en ese deporte, ni incluso en sus propias hijas. A partir de esa premisa, el cineasta Borja Cobeaga busca provocar la risa y, sobre todo, conmover.

¿Recién estrenada la serie ‘Su Majestad’ y volviendo a las salas de cine con ‘Los aitas’, ¿cómo es presentar dos propuestas tan diferentes en tan pocos días?

La verdad es que me hubiese gustado haber separado un poco los dos estrenos para no estar sumergido en esta especie de ‘esquizofrenia’, pero bienvenido sea. Para mí, que me gusta la comedia en sus diversas formas, poder estrenar dos comedias tan diferentes, tan opuestas y en contextos tan diferentes, es una gozada. Haber encontrado un hueco en las plataformas, sobre todo en formato serie, da pie a crear comedias muy personales, que vienen de ideas propias. En una época plagada de remakes, para muchos guionistas y creadores las plataformas se han convertido en un refugio.

Vivimos en una sociedad en la que casi todo lo que se estrena en las plataformas ha pasado a ser tema de conversación del día a día. ¿Cómo es trabajar para las grandes plataformas?

Cada plataforma es un mundo y son muy diferentes. El factor personal influye muchísimo, cuál es tu interlocutor. Normalmente estamos en contacto con gente del departamento de desarrollo, directivos, etcétera y dependiendo de la persona que haya en una u otra todo cambia muchísimo, incluso en la filosofía general de cada una. Es paradójico: yo cuando empecé en el cine, las películas eran el medio de expresión mas personal, pero como la tendencia es hacer remakes sin parar, las plataformas son ahora nuestro refugio. Lo de los remakes lo repito mucho porque es algo que me da mucha rabia; todo viene del miedo al fracaso. Es lo contrario por lo que me dedico a esto. Me han ofrecido hacer muchos remakes y siempre respondo que no.

«No quería mostrar un pasado muy edulcorado ni estilizado, pero es importante que el espectador sienta físicamente los 80»

Estrena ‘Los aitas’; la película empieza contextualizando la historia y utilizando fotografías antiguas de Bilbo. También hay constantes referencias al VHS y a las cámaras de fotos. ¿Ha querido reivindicar el formato físico?

Por supuesto. Actualmente vivimos en un constante engaño, nos prometieron una cosa con el streaming, pero nos han engañado: lo de tenerlo todo bajo demanda es mentira. Noto particularmente cuando veo que han puesto una película en una plataforma concreta, voy meses más tarde a re-visionarla y me doy cuenta de que ya la han quitado. Hay muchísimos agujeros en el streaming.

En la película hay una reivindicación total de que el formato físico no falla. Yo estoy volviendo a comprar DVDs y Blu-rays, ya que eso me da una seguridad de que sé que esa película va a estar siempre ahí. Recuerdo mi infancia visitando todos los videoclubes de Donostia, preguntando si una película concreta ya estaba disponible o no. No quería que ‘Los aitas’ fuese muy nostálgica. No quería mostrar un pasado muy edulcorado ni estilizado, pero es importante que el espectador sienta físicamente los 80.

(Oskar MATXIN EDESA | FOKU)

En 1989, el año en que transcurre ‘Los aitas’, usted tenía 12 años. ¿Hay referencias autobiográficas en la película?

Sí, por supuesto, y son esenciales. Yo acepté el guion pensando ‘no he escrito nunca un guion sobre ser padre y me apetece muchísimo’, y al final me di cuenta de que va más de ser hijo o hija que de ser padre. Es decir, la visión que tenía yo de mi propio padre, por ejemplo, es algo que está en la escritura: el personaje de Juan Diego Boto es mi padre. Su personaje tiene algo que yo de pequeño no entendía muy bien. ‘¿Por qué no reacciona ante esto?’, me preguntaba constantemente. ‘¡Que haga algo, que saque la familia adelante!’, pensaba.

Pero con el tiempo me he dado cuenta de que no le habían educado para eso. La gente que trabajaba en altos hornos, astilleros o cualquier fábrica de la zona sabía que su padre y su abuelo habían trabajado ahí, y que él trabajaría ahí, y eso sería para toda la vida, que no habría cambios. Pero claro cuando les quitan eso queda un vacío, que se ve reflejado precisamente en la película.

La película aborda el cambio en el modelo de paternidad entre generaciones, pero comenta que más que una película sobre la paternidad es una película sobre ser hijo o hija…

Sí, y también sobre los cambios en general, me he empeñado mucho en mostrar eso; el cierre de las fábricas, el cambio de modelo de paternidad, la caída del muro de Berlín… Por eso me he querido enfocar mucho en la visión de las hijas. Los protagonistas son los padres, pero no tienen un arco de transformación muy grande. Ellos se dan cuenta de que lo que hacen no es muy correcto, pero el espectador no creo que tenga la sensación de que esos padres al día siguiente vayan a cambiar su actitud radicalmente.

¿Diría que es un relato que busca enfrentar al espectador a otras formas de comprender la educación de sus hijas?

Sí, de hecho las primeras reacciones de la gente que ha visto la película van por ese camino. Me han comentado que han visto a sus padres reflejados ahí, y que le has dado pie a pensar sobre la poca comunicación de los padres de esa época, centrados en el trabajo y punto. Justamente lo que buscaba es esa mirada distanciada. Entre la generación de mi abuelo y mi padre tal vez no había mucha diferencia en cuanto a la forma de afrontar la paternidad, pero entre la de mi padre y la mía, sí.

«Entre la generación de mi abuelo y la de mi padre tal vez no había mucha diferencia en cuanto a la forma de afrontar la paternidad, pero entre la de mi padre y la mía, sí»

En una escena de la serie ‘Querer’ (2024), preguntan: ‘¿Entonces tendrían que meter en la cárcel a todos los hombres de más de 60 años?’, interpelando de alguna manera a los espectadores masculinos de esa edad. En su caso, ¿ha buscado lo mismo con ese «padre ochentero, implicación cero» que menciona en el lema del film?

Es curioso porque la serie ‘Querer’ la ha visto mucha gente, pero la sensación que me transmiten algunos de los que la han visto a mi alrededor es como si la cosa no fuera con ellos. Me imagino a ese padre ochentero viendo ‘Los aitas’ y diciendo ‘mira cómo eran los otros padres’ [sonríe]. Y esas actitudes son precisamente una característica típica de esos hombres de más de 60 años que mencionas. Eso de que ‘la cosa no va conmigo’.

La labor de ambientación tiene un peso importante en la película y encontramos a tres mujeres al frente de tres departamentos imprescindibles: Aranzazu Calleja en la BSO, Eider Ruiz en el arte y Bet Rourich en la fotografía. ¿Qué papel desempeñan esos tres departamentos en ‘Los aitas’?

La ambientación es casi un personaje más en la trama, y la labor de las tres ha sido extraordinaria. Con Eider Ruiz estuvimos definiendo mucho que no queríamos ni unos años ochenta muy estilizados o nostálgicos, pero tampoco muy sucios, queríamos algo intermedio. Ha sido la primera vez que he trabajado con ella y ha habido un entendimiento bestial, conectamos muy bien desde el principio. Con Aranzazu Calleja llevo trabajando desde los 90, ha hecho la música de prácticamente todos mis trabajos, y cada vez es más fácil trabajar con ella. Con Bet Rourich también es la primera vez que trabajo, y este era el proyecto perfecto para juntarnos, porque ella tiene una manera de entender las cosas desde el principio que ha sido maravillosa. Nos propuso una estética que era justo lo que yo tenía en mente.

¿Lee las criticas u opiniones de sus obras?

Sí, además llevo muchos años sin estrenar en cines y tengo muchísimas ganas de leer las opiniones de la gente. Me interesan, todos tenemos un punto narcisista [sonríe].