
Tres nuevas obras se suman a la colección de novela negra Cosecha Roja de la editorial Erein. Se trata de tres traducciones de novelas publicadas originalmente en euskara: ‘Touré. Números rojos’, de Jon Arretxe; ‘La casa verde’, de Andoni Agirrezabala; y ‘72 horas’, de Kepa Iribar.
En ‘72 horas’, traducida por Ángel Erro, se narra la cuenta atrás de una amenaza de muerte con ese plazo que se recibe en el Ayuntamiento de Getaria mientras se celebran los festejos para conmemorar el 500 aniversario de la vuelta al mundo de Juan Sebastián Elkano. Hay una investigación oficial, pero el detective privado Aitor Letamendia y la concejal Idoia Urdaneta realizan indagaciones paralelas.
En ‘La casa verde’, traducida por Irati Iturriza, se toma un suceso registrado en un pequeño pueblo hace veinte años. Hubo una investigación oficial. La Policía llegó, hizo su trabajo y se marchó. Pero en el pueblo no se olvida lo sucedido y el alguacil realiza una investigación propia, pidiendo a una serie de vecinos que escriban su versión. El alguacil las recopila, las ordena y las guarda en una carpeta, que se convierte en libro.
‘Touré. Números rojos’, traducida por Cristina Fernández, es la decimoprimera novela de la saga del detective de origen africano afincado en Bilbo. En esta ocasión, la acción transcurre en Barcelona y, según Arretxe, es la más dura de las novelas de Touré. «Esta es la más sórdida, Touré está más en el fondo que nunca», ha destacado.
Esta novela empieza con Touré huyendo de una panda de neonazis que le quiere dar una paliza y acuchillarle por ser negro. «Pensaba que estas cosas no podían pasar, pero esto mismo le pasó a Malcolm Treviño-Sitté, el actor que interpreta a Touré en la serie de televisión. Me lo contó y, tras pedirle permiso, lo he contado yo. Pensaba que en Barcelona tampoco podía pasar, pero me han contado que en ciertos barrios sí que sucede», ha explicado Arretxe.
«Rural noir»
Iribar y Agirrezabala han confesado que se sienten cómodos en lo que podría calificarse de «rural noir». En sus casos, ubicar la trama de sus novelas en un entorno rural les salió de forma natural. Agirrezabala es de Alegia y al empezar a escribir se inspiró en los paisajes del pueblo y de ahí nació la historia. Iribar ha confesado que no tenía otra opción, ya que la trama debía desarrollarse en Getaria durante la celebración del desembarco de Elkano. «El pueblo lo conoces como la palma de la mano y eso te da cierta comodidad. Aunque lo miras con otros ojos, con mirada policial. Y sientes la responsabilidad de describir el pueblo y tener que hacerlo bien, aunque no se me ha enfadado nadie», ha explicado.
Arretxe, en cambio, huye de la fórmula como de la peste. «Dije que jamás haría ‘rural noir’ y me comí mi palabra y en la décima novela llevé a Touré al Pirineo navarro. Me costó un huevo escribirla», ha explicado.
«Necesito la ciudad, la urbe en la que pasan cosas sin cesar. Nunca más escribiré ‘rural noir’», ha prometido.
Los tres han quedado satisfechos con la traducción de sus novelas y han reconocido que incluso se han mejorado algunos personajes o algunas escenas. Arretxe en una ocasión se intentó traducir a sí mismo, pero la experiencia fue similar a la del «rural noir» y ha prometido que nunca más lo hará.

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