Ainara Lertxundi
GARAren edizio taldeko kidea / Miembro del equipo de edición de GARA

Seis de cada diez sudaneses en necesidad de ayuda humanitaria tras dos años de guerra

Este 15 de abril se cumplen dos años del inicio de la guerra en Sudán. Con más de 13 millones de desplazados, es una de las peores crisis humanitarias del mundo. Casi la mitad de la población, 24,6 millones de personas, hacen frente al hambre aguda.

Una jornada de sensibilización de MSF sobre cómo evitar los brotes de cólera en Al Tadamon, en el estado de Al Gedaref.
Una jornada de sensibilización de MSF sobre cómo evitar los brotes de cólera en Al Tadamon, en el estado de Al Gedaref. (Faiz ABUBAKR | MÉDICOS SIN FRONTERAS)

Alrededor de 13 millones de personas, uno de cada cuatro sudaneses, se han visto obligadas a abandonar sus hogares en más de una ocasión –8,9 millones son desplazados internos, mientras que 3,9 millones han cruzado a países vecinos–. Más del 70% de las instalaciones sanitarias en zonas afectadas por el conflicto han dejado de funcionar. Y 24,6 millones de sudaneses hacen frente al hambre aguda.

Las hostilidades estallaron el 15 de abril de 2023 a causa de las tensiones entre el Ejército sudanés y las milicias de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), hasta entonces aliados, en torno al proceso de integración de la fuerza paramilitar en las Fuerzas Armadas, reflejo de una lucha de poder representada a mayor escala por sus dos líderes, Abdelfatá al Burhan y Mohamed Hamdan Dagalo, respectivamente.

Al Burhan y Dagalo, conocido como «Hemedti», saltaron a la primera fila de la política en Sudán tras el golpe de Estado de abril de 2021, que puso fin al régimen de Omar Hasán al Bashir y abrió una transición liderada por Abdalá Hamdok, un primer ministro civil encargado de llevar al país a unas elecciones que determinaran el nuevo panorama político.

Sin embargo, las críticas por la represión contra varias protestas y la influencia de las Fuerzas Armadas y las RSF en el proceso llevaron a Al Burhan, presidente del Consejo Soberano de Transición, a derrocar a Hamdok en una segunda asonada, respaldada por «Hemedti».

Las diferencias entre los líderes militares llegaron a un punto de no retorno en lo relativo a la inclusión de las RSF en el Ejército y quién estaría al frente de las Fuerzas Armadas, unas suspicacias que desembocaron en una devastadora guerra.

Esperanza Santos (MSF): «Vamos saltando de emergencia en emergencia»

En conversación telefónica con NAIZ desde Jartum, Esperanza Santos, coordinadora de Emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el país africano, incide en que «en estos dos años, la situación no ha hecho más que empeorar».

«El conflicto empezó en la capital, Jartum, pero se extendió por las principales ciudades del país, por lo que ha impactado en un mayor segmento de la población. Se ha caracterizado por el desprecio a la vida de la población civil y de los trabajadores sanitarios. La violencia contra los civiles ha sido continua. Hablamos de hechos violentos pero también de bloqueos deliberados a la ayuda humanitaria y a servicios básicos, de ataques a trabajadores sanitarios e instalaciones médicas».



Lamenta que a nivel internacional «cada vez hay una mayor impunidad» a la hora de atacar a personal médico y centros sanitarios. «Lo estamos viendo en Sudán, en Gaza, y diría que es un patrón que se viene repitiendo en los últimos diez años. En 2011 se bombardeaba un hospital y salía en todas las noticias, ahora es un hospital un más. Estamos siendo testigos de personal sanitario amenazado, obligado a tratar pacientes, ataques dentro de las propias estructuras sanitarias contra pacientes, saqueos… Desgraciadamente, hemos naturalizado este tipo de hechos».

MSF tiene 1.597 empleados locales y 222 internacionales en el país y proporciona atención médica en 11 estados. Entre sus principales actividades médicas está la de ofrecer atención materna y pediátrica, incluidas cesáreas, cribado de la desnutrición y tratamiento hospitalario y domiciliario a niños y mujeres embarazadas con desnutrición aguda, atención ambulatoria y clínicas móviles, campañas de vacunación y respuesta a brotes de enfermedades como el cólera o el sarampión.

No obstante, tanto los programas como la actividad médica se ha visto afectadas por la guerra y «las urgencias bélicas o brotes de epidemias que nos obligan a preparar centros de vacunación. Estamos todo el rato tratando de apagar fuegos aquí y allá. Estamos saltando de emergencia en emergencia, tratando de cubrir las necesidades, que cada vez van a más».

Y es que la mitad de la población sudanesa se enfrenta a altos niveles de inseguridad alimentaria aguda. 8,5 millones afrontan una situación de emergencia o similar a la hambruna, según el último informe de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria por Fases (CIF).

«En ningún otro lugar del mundo la gente pasa hambre a esta escala y se está extendiendo», subraya MSF con motivo del segundo aniversario del conflicto.

Según la ONU, Sudán es actualmente el único lugar del mundo donde se ha declarado oficialmente la hambruna en varios lugares.

«Las hostilidades han sumido a Sudán en la mayor catástrofe de hambre del mundo», subraya el Programa Mundial de Alimentos (PMA), que ha declarado la hambruna en diez lugares, ocho de los cuales se encuentran en Darfur Norte.

Mensaje al Consejo de Seguridad: «Es una guerra contra la población»

En una reciente intervención ante el Consejo de Seguridad de la ONU, Christopher Lockyear, secretario general de MSF, denunció que tanto las Fuerzas Armadas como las RSF «han sitiado ciudades, destruido infraestructuras civiles vitales y bloqueado la ayuda humanitaria. Las Fuerzas Armadas han bombardeado repetida e indiscriminadamente zonas densamente pobladas. Las RSF y las milicias aliadas han desatado una campaña de brutalidad, marcada por la violencia sexual sistemática, los secuestros, las matanzas en masa, el saqueo de la ayuda humanitaria y la ocupación de instalaciones médicas. El conflicto es, sobre todo, una guerra contra la población», resaltó.

«Mientras en esta sala se llevan a cabo estas intervenciones, los civiles en Sudán permanecen invisibles, desprotegidos, bombardeados, sitiados, violados, desplazados, privados de alimentos, de atención médica, de dignidad», denunció Lockyear.

«La respuesta humanitaria, flaquea, paralizada por la burocracia, la inseguridad, la vacilación y lo que amenaza con convertirse en la falta de inversión más grave de la historia de la ayuda humanitaria», añadió.

El oro, la goma arábiga y el ganado, motor del conflicto

Por su parte, el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, ha remarcado que  «el conflicto no es simplemente una lucha por el poder, sino que está influido fuertemente por intereses económicos y empresariales de actores nacionales e internacionales, en sectores clave como el oro y los productos agrícolas».

La cotización del oro bate actualmente récords en los mercados internacionales, mientras que la goma arábiga (resina del árbol de la Acacia) es utilizada ampliamente en la industria alimentaria y se le reconocen múltiples beneficios en el tratamiento de diversas patologías.

Otro factor que estimula el conflicto en Sudán es el amplio acceso a las armas y otros materiales bélicos en todo el país, incluida la región occidental del estado de Darfur, donde rige un embargo de armas del Consejo de Seguridad que se viola continuamente.

Amnistía Internacional: «Nos violaron a todas»

En el marco de este segundo aniversario, Amnistía Internacional (AI) ha publicado el informe «Nos violaron a todas: Violencia sexual contra mujeres y niñas en Sudán» en el que denuncia «el uso generalizado y aterrador» de la violencia sexual por parte de las RSF, que buscan «humillar, asegurar el control y desplazar comunidades enteras».

«Las atrocidades de las RSF, que incluyen la violación, la violación en grupo y la esclavitud sexual, constituyen crímenes de guerra y posibles crímenes de lesa humanidad», ha advertido la organización que ha documentado la violación de 36 mujeres y niñas, algunas de ellas de 15 años, entre 2023 y 2024.

Destaca el clima de total impunidad; «los autores de estos delitos no sienten necesidad de ocultarse».

Muchas de las supervivientes han manifestado que «las violaron por considerarlas sospechosas de estar vinculadas con las Fuerzas Armadas. Trabajadoras sanitarias han relatado violaciones en represalia por no lograr salvar la vida a alguno de los soldados heridos».

Una de estas mujeres explicó que 13 hombres armados la secuestraron en Jartum Norte y la obligaron a tratar a heridos de gravedad antes de violarla y dejar inconsciente.

«Las mujeres no dirigen esta guerra ni participan en ella, pero son las que más sufren», ha denunciado Deprose Muchena, director general de Impacto Regional en Derechos Humanos de la ONG.

Recortes a la ayuda humanitaria

Los recortes en la financiación que sufre actualmente la Organización Mundial de la Salud (OMS), principalmente a causa de la retirada de Estados Unidos de la agencia y la detención de sus programas de cooperación exterior, pueden afectar la atención médica de más de cuatro millones de sudaneses.

«Los recientes recortes en los fondos han afectado gravemente nuestras operaciones, y la mitad de los 9,3 millones de personas del programa de intervenciones sanitarias de 2025 se verán afectadas», ha advertido el representante de la agencia en Sudán, Shible Sahbani.

Estos recortes obligarán a reducir los servicios en 335 infraestructuras sanitarias, incluyendo centros de emergencia y atención crítica en sectores como las vacunaciones.

Un 38% de los hospitales en siete estados sudaneses monitoreados por la OMS han dejado de funcionar y el resto lo hacen sólo parcialmente.

Santos vive con cierta «frustración» que pese a representar una de las mayores crisis humanitarias, Sudán haya caído en el saco de las «crisis olvidadas».

«Hemos hecho repetidas campañas, por los 100 días de guerra, por los 500 días... Cada vez que vuelvo a España, la gente no tiene ni idea de que hay una guerra en Sudán. Me frustra, me alucina. Soy consciente de que actualmente hay muchos puntos de atención a nivel político e internacional, pero da pena que exista una crisis como la de Sudán y ni siquiera se visibilice», concluye.

Lamenta también «la insuficiente respuesta humanitaria» a nivel internacional. «Estamos a las puertas de la época de lluvias, que comenzará en junio. Los actores humanitarios tendrían que estar actuando desde ya a escala masiva aumentando los programas, el aprovisionamiento».