«El 2,5% del personal sanitario en Gaza ha sido asesinado, se dice pronto»
Raquel González, coordinadora de MSF en el Estado español, fue una de las ponentes de la mesa redonda «Gaza bajo los escombros» celebrada en Donostia dentro del Festival de Cine y de DDHH. En entrevista con GARA analiza la situación de la Franja y los constantes ataques a civiles y sanitarios.

Tras el hallazgo de los cuerpos de ocho sanitarios de la Media Luna Roja palestina, seis miembros de Defensa Civil y un empleado de la Unrwa el presidente de la Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja se preguntaba «cuándo terminará esto». Quisiera trasladarle esa misma pregunta.
Acabará cuando haya un alto el fuego sostenido en el tiempo. Si continúan los ataques, va a ser muy difícil, por no decir imposible, que pare esta espiral de violencia. El nivel de destrucción es tal que las aproximaciones que hay para la retirada de escombros es de un mínimo de 20 años. Hablamos de 52 millones de toneladas. El escenario es apocalíptico.
¿Cómo han vivido este nuevo ataque a personal sanitario?
Con la misma indignación y frustración que cuando se producen ataques a estructuras civiles. La falta absoluta de respeto a las misiones médicas y sanitarios ha sido una constante. No es el único sitio en el que esto está ocurriendo, pero el grado de intensidad y cantidad son muy reseñables.
En Gaza, MSF ha sufrido 41 ataques directos y hemos perdido a diez compañeros. Además, por los bombardeos y las órdenes de evacuación hemos tenido que ir abandonando 17 instalaciones sanitarias, desde hospitales a centros de salud.
Tener que dejar las dotaciones médicas genera un fuerte impacto. Antes estaban estrangulados por la falta de medicamentos, porque no se pueden pasar suministros tan básicos como esterilizadores o bisturís, que se considera que pueden tener doble uso. La limitación ha sido constante.
Tras el breve alto el fuego, ¿qué radiografía hace del sistema sanitario gazatí?
El sistema sanitario ha sido sistemáticamente atacado, está absolutamente colapsado. De los 36 hospitales que había, solo funcionan parcialmente 21.
Nos preocupan no solo las muertes directas por bombardeos, sino también todas esas muertes invisibles de las que probablemente nunca podremos tener una estimación.
«Es muy duro saber que solo queda combustible para tres días y que como no entre más o se levante el bloqueo a la electricidad esos niños que están en las incubadoras no salen adelante»
Según un estudio de la revista “The Lancet”, podría haber alrededor de 187.000 muertes de personas con enfermedades crónicas como diabetes, con dolencias cardíacas o hipertensión, o que tengan que hacer diálisis.
Todo eso se ha quedado sin cubrir; las necesidades son tales que mucha gente se ha quedado atrás. Si en medio del horror de la violencia y del conflicto ni siquiera tienes un sitio al que ir para tener una mínima posibilidad de ser tratado, curado o de sobrevivir, todo es más duro.
Uno de los argumentos recurrentes de Israel para justificar los ataques a infraestructuras médicas y personal sanitario ha sido la utilización por parte de Hamas de estas instalaciones.
El objetivo de estos mensajes es erosionar la protección que tenía la acción humanitaria. Hay una narrativa de deshumanización y de considerar que el enemigo no es susceptible de recibir ayuda humanitaria o médica.
También se nos acusa de no ser neutrales y de apoyar a grupos armados. Estas acusaciones son muy peligrosas. Si se dicen, habría que demostrarlas y tenerlas muy bien confirmadas porque son un caldo de cultivo para sembrar la duda sobre cualquiera de los componentes que forman parte del sistema de ayuda humanitaria, que se está usando como arma de guerra.
¿Cómo es trabajar un escenario como el de Gaza?
Muy complicado. No hay que olvidar que antes del 7 de octubre de 2023, Gaza llevaba 17 años sufriendo un asedio y un bloqueo. Cada día entraban una media de 500 camiones con ayuda humanitaria.
A partir del 7 de octubre, la cantidad de bombardeos, ataques, destrucción, desplazamientos ha sido tal que es imposible poder atender y dar respuesta a todas las necesidades médicas.
A ello se añade que muchos profesionales médicos han fallecido dentro o fuera de los hospitales cuando estaban con sus familias.
«Vemos con enorme preocupación y consternación el aumento de los ataques y la criminalización de la acción médico humanitaria»
La imprevisibilidad es tal que las decisiones se han ido tomando casi día a día con un mínimo horizonte. Parte de esa volatilidad está vinculada a la falta de personal –o porque les ha caído una bomba o porque están heridos o porque se han tenido que mover con sus familias–. Un 2,5% del personal sanitario en Gaza ha fallecido, ha sido asesinado. Se dice pronto.
Dentro de esa volatilidad, ¿cómo se gestiona el día a día?
Es complicado porque a veces no entraban suministros tan sencillos como antibióticos, anestesias o bisturís. Esto genera mucha angustia.
Cuando apoyas un hospital con incubadoras para neonatos y la electricidad está cortada y el combustible se va acabando, lo último que vas a desconectar son las incubadoras, pero es muy duro saber que solo queda combustible para tres días y que como no entre más o se levante el bloqueo a la electricidad, esos niños no salen adelante.
Ha sido todo un reto. La parte positiva es que el personal local está muy bien formado, lo que no ocurre en todos los sitios. A día de hoy tenemos dos hospitales de campaña en la zona central, que si bien no sustituyen a un hospital con estructura sólida, son un apoyo.
También estamos apoyando otros dos hospitales en el centro y sur de Gaza, y seis centros de salud, dos de ellos en el norte. Vamos adaptando las actividades en función de a dónde se mueve la población.
Cuando casi el 90% de los gazatíes estaban en el sur, lógicamente reforzamos todos los proyectos de mitad para abajo del enclave. Ahora que 580.000 han regresado al norte, estamos volviendo y viendo cómo podemos apoyar mejor.
¿Qué supone cada orden de evacuación?
Hablamos de evacuaciones forzosas. Hay familias que se han movido hasta siete veces; del norte a la zona centro y de ahí, al sur a zonas que se suponían seguras y que fueron bombardeadas constantemente. No ha habido un solo sitio seguro. Ahora, muévete otra vez de Rafah. ¿A dónde? ¿Qué voy a comer? Todo eso genera una gran vulnerabilidad.
¿Cómo es el «feedback» con el personal local de MSF?
Una de las peculiaridades de Gaza es que nadie puede salir. De Siria huyeron seis millones de sirios. De Gaza, sin embargo, nadie puede salir. Mientras que un trabajador internacional puede entrar y salir, sus compañeros nacionales no lo pueden hacer de ninguna de las maneras, algo que no ocurre en Siria, Sudán o Ucrania.
«No ha habido un solo sitio seguro. Ahora, muévete otra vez de Rafah. ¿A dónde? ¿Qué voy a comer? Todo eso genera una gran vulnerabilidad»
Nuestros compañeros allí están agotados y preocupados por la falta de suministros médicos. La mayoría, por no decir todos, han perdido a familiares cercanos y sus casas, han presenciado bombardeos, han pasado hambre. Se sienten impotentes por no poder hacer más, porque les falta un bisturí, anestesia o porque no dan abasto ante la llegada de 200 heridos graves. Tienen una resiliencia extraordinaria.
¿Qué impactos en la salud mental prevé?
Las huellas en la salud mental van a durar décadas. Ha habido un quiebre colectivo por el grado de violencia al que se ve expuesta la población. Ya estamos viendo efectos.
El impacto del shock postraumático en los que ahora son muy pequeños y han perdido, quizá, a toda su familia va a ser muy profundo. Todo el tejido social está absolutamente descompuesto y desactivado.
La dramática situación de Gaza está en cierta manera opacando las operaciones militares israelíes en Cisjordania y el desplazamiento masivo.
En febrero presentamos el informe “Infligir daño y negar asistencia”. El número de asesinatos y heridos por parte de colonos y de soldados ha aumentado exponencialmente.
«Las huellas en la salud mental van a durar décadas. Ha habido un quiebre colectivo por el grado de violencia al que se ve expuesta la población»
En los últimos meses han muerto cerca de mil personas. Es una barbaridad. El Ejército ha entrado en los campamentos de refugiados con bulldozer y maquinaría pesada.
El campo de Jenin tenía 20.000 personas. Ahora está vacío. Cada vez hay más checkpoints. No habíamos visto un nivel de violencia así desde la segunda intifada. Los palestinos están siendo sistemáticamente desplazados, asesinados, heridos.
¿Dónde queda el derecho internacional humanitario?
Lamentablemente, no se están respetando ni las más mínimas reglas de una guerra. No se distingue entre civiles y combatientes, se atacan masivamente áreas civiles e infraestructuras médicas…
Es una tendencia preocupante. Ya lo vimos en Siria en 2015 con bombardeos a mercados o zonas civiles, que eran nuevamente bombardeados cuando llegaban las ambulancias y equipos de rescate.
Esa era la estrategia militar. Hemos sido testigos de ataques a hospitales en Yemen, Ucrania, República Democrática del Congo, Camerún. Debería haber algún mecanismo de asunción de responsabilidades, no sé si legales o políticas. Si no hay consecuencias, el clima de impunidad es muchísimo mayor y atacar a civiles o instalaciones médicas tiene coste cero.

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