El comedor comunitario de Antsoain que alimenta cuerpo y espíritu con diferentes cuidados
Antsoain cuenta con un comedor muy especial, ya que, además de alimentar a sus usuarios de forma saludable y con productos kilómetro cero, cuida, arropa y combate la soledad, buscando crear una red de solidaridad que está ayudando especialmente a las personas mayores y a sus familias.

Alimenta cuerpo y espíritu, ya que, además de nutrir de manera saludable, cuida, arropa y combate la soledad. Todo esto y mucho más ofrece el comedor comunitario puesto en marcha por el Ayuntamiento de Antsoain.
Se trata de una iniciativa que forma parte del proyecto ‘Antsoain, comunidad que cuida’ y que surgió de «escuchar a las personas mayores del municipio, que nos trasladan la necesidad de poner los cuidados en el centro, tener un espacio donde poder crecer, formarse y encontrarse desde la perspectiva de los cuidados y la equidad. Porque no todos necesitamos lo mismo y los cuidados hay que sacarlos del espacio privado para trasladarlos a lo público», señala a NAIZ la alcaldesa de esta localidad navarra, Marta Díez Napal.
De esta manera, surgió un comedor comunitario que «recoge criterios de alimentación sostenible, sana, generando un espacio de relación donde la gente se alimente bien y sea de encuentro, donde se priorice el bienestar de las personas. Es novedoso, porque une los cuidados con la alimentación».
Prueba piloto
Esta experiencia arrancó con una prueba piloto en octubre del año pasado «con 50 usuarios y usuarias, de los que diez eran atendidos desde el modelo de atención a domicilio y los 40 restantes en el comedor presencial del local de Ostoki», detalla Nerea Martinez, dinamizadora del comedor comunitario.
Esta prueba se prolongó hasta diciembre y a la que ha seguido una posterior entre enero y mediados de abril que buscaba «una evaluación del proyecto», según explica Elena Ugarte, concejala del área Social y Salud del Ayuntamiento de Antsoain. Se trataba de «recoger los resultados para generar el nuevo modelo que vamos a implantar en base a la experiencia previa».
De esta manera, el 28 de abril arrancará la etapa de consolidación del comedor comunitario, que contará con las mismas plazas, es decir, cuarenta para el comedor presencial y diez para atención a domicilio. Pero en esta nueva andadura, «deja de ser gratuito, como sucedía en el momento de la prueba, para hacerse un pago con progresividad, es decir, según la renta», señala Naiara Aizpuru, técnica del área Sociocomunitaria. El precio normal es de 7,70 euros, pero existen tarifas reducidas según la renta per capita familiar.
El precio normal es de 7,70 euros, pero existen tarifas reducidas según la renta per capita familiar
Top 5
El servicio seguirá ofreciéndose de lunes a viernes, aunque con diferencias según el tipo de usuario. En el caso a domicilio, la comida se elabora en las cocinas centrales de Ausolan, empresa ubicada en el polígono de Ezkirotz, y se reparte de 11.00 a 13.00 horas en las casas correspondientes.
En el caso del comedor presencial del local de Ostoki, la comida se prepara en el Colegio Público Ezkaba y el horario es de 13.45 a 14.45 horas.
Son unos menús pensados para estos usuarios y centrados en «una alimentación basada en el llamado Top 5, que consiste en producto local, ecológico, kilómetro cero, comprado directamente a los agricultores y de temporada. Es una comida de muy buena calidad», especifica Martinez.
Poner en marcha la nueva etapa ha supuesto «volver a hacer una inscripción, las correspondientes entrevistas y una selección de acuerdo con los criterios establecidos», ya que «se han apuntado más personas de las que había inicialmente, porque el boca a boca ayuda y la gente se ha interesado e informado sobre el servicio», añade Aizpuru. En concreto, se han inscrito 69 personas para el comedor presencial y 32 para el servicio a domicilio.
Para seleccionar a estas últimas se van a tener en cuenta criterios de «discapacidad o dependencia, y otros ámbitos como la situación de la vivienda o diagnósticos de salud».
En general, se aplican indicadores como «edad, situación alimentaria, renta y otros aspectos vinculados a necesidades sociales, como soledad no deseada, socialización o procesos de duelo», lo que hace que «se sumen los puntos y se entre en el servicio por bloques diferentes», explica la técnica del área Sociocomunitaria.
Como hay más solicitudes que plazas, «tendremos lista de espera y si alguien se da de baja, tiraremos de la lista del correspondiente bloque y si en ese bloque en concreto no hay alguien en espera, vamos a la lista de espera general. Al final, todo tiene que ir ordenado». De hecho, «todo está publicado en la web del Ayuntamiento y los usuarios pueden ver cuántos puntos tienen y en qué lista están».
Esa división dependiendo del perfil es fundamental, ya que es lo que define «qué va a trabajar Nerea en el comedor comunitario con cada persona. Ella es quien les acompaña en el día a día en el comedor y trabaja el aspecto por el que han entrado».
La faceta de atención va ganando cada vez más importancia, como señala la propia Martinez, ya que a la hora destinada a comer, se va sumando más tiempo de atención, puesto que los usuarios «llegan cada vez antes y se van más tarde. Acuden a las actividades y cogemos un vínculo muy grande con ellos y con ellas, que nos da pie a trabajar todas las necesidades que tengan».
Un medio
En este sentido, Aizpuru señala que «la comida es un medio, una excusa para juntarnos, cuidar y trabajar las diferentes realidades sociales que hay en Antsoain. Los cuidados son el eje de nuestro trabajo y eso se extrapola a todo. Se cuida a las personas, se cuida la comida, se cuida el entorno, es un cuidado generalizado».
Ugarte añade al respecto que «se trata de trabajar en sentido global y que el Ayuntamiento ponga a disposición los recursos necesarios asumiendo la competencia del comedor, económicamente también. Pone a disposición del comedor los recursos propios».
Es una filosofía que incluso va más allá, ya que, como señala la alcaldesa de Antsoain, «las entidades locales, a través de nuestras políticas públicas, tenemos la posibilidad de cambiar las sinergias a nivel económico», puesto que «este tipo de proyectos con una filosofía de kilómetro cero tienen una repercusión en la agricultura, en el comercio de Antsoain y en el bienestar de las personas. Hacer estas políticas públicas es algo transformador y el Ayuntamiento, con ellas, quiere transformar a nivel global».
Comida, pero, sobre todo, compañía
El resultado final está siendo muy satisfactorio, a tenor de lo que señalan las personas usuarias. «Están muy contentas y nadie quiere quedarse fuera en la nueva etapa. Incluso hay gente que ha dicho que si no llega a entrar, está dispuesta a prepararse la comida en casa para llevársela al comedor y mantener el vínculo», señala la técnica del área Sociocomunitaria.
Aizpuru: «Hay gente que ha dicho que si no llega a entrar, está dispuesta a prepararse la comida en casa para llevársela al comedor y mantener el vínculo»
Al respecto, añade que «la valoración es muy positiva» y tiene que ver con todos los aspectos trabajados. Como detalla Aizpuru, «hubo mucha gente que en su momento entró por la comida, porque así la tenia preparada. Sin embargo, en las valoraciones al final de la prueba piloto, hemos podido ver que valoraban mucho la comida, pero todavía mucho más el acompañamiento profesional de la compañera Nerea y de sus vecinos y vecinas. El acompañamiento, la escucha, que alguien te pregunte cómo estás son cosas pequeñas, pero que hacen mucho».
A Díez Napal le ha llegado especialmente el testimonio de una usuaria que le comentó «lo mucho que le ha supuesto esta experiencia en el día a día, ya que ha tenido unas circunstancias personales complicadas y decía que ir al comedor le obligaba a salir de casa, a relacionarse, a tener horarios». Es un ejemplo «del montón de cosas que suceden en el comedor, que no es al uso de comer y te vas a casa. La gente se relaciona, se crean sinergias, se obliga a la gente a salir de casa, a llevar un orden del día a día y eso redunda en una vida saludable más larga. Es un proyecto que a todo el equipo de Gobierno nos enorgullece y que ha tenido un crecimiento exponencial».
Y, como recalca Ugarte, «también está la cuestión de que repercute en la familia de esas personas, en su descanso, y en que otras personas también están atentas a lo que pasa al resto, creando una red. En ese comedor se detectan muchas cosas que previenen y atienden cuando surgen. Es cuidar en mayúsculas». Y recurriendo, si es necesario, al «Centro de Salud, el Centro de Salud Mental y los Servicios Sociales, según las necesidades detectadas», añade Martinez.
Además, se está haciendo una recogida de datos «minuciosa para poner en valor la parte humana del cuidado y que es algo que hasta ahora no se ha cuantificado. Son datos tangibles y están saliendo cosas muy interesantes», indica la concejal del área Social y Salud.
Todo ello a través de un proyecto que, como destaca la alcaldesa de Antsoain, se quiere «cocinar a fuego lento. Queremos hacer las cosas poniendo la atención en el detalle, en los márgenes, en recoger todas las necesidades». Y concluye señalando que «vivimos en una sociedad de la urgencia y que nos lleva a querer hacer las cosas de forma inmediata, pero somos una entidad pública y tenemos unos criterios para que el proyecto se mantenga en el tiempo y dar un buen servicio». Un trabajo que alimenta el cuerpo y también el espíritu.

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