
Aquellos que pensaban que las bases del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) echarían por la borda el futuro bipartito bajo el liderazgo de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) se vieron decepcionados el miércoles cuando se publicó el resultado de su votación digital. «El 84,6% de los afiliados votaron en favor del acuerdo», informó el secretario general Matthias Miersch. El porcentaje de aprobación marca un récord, pero solo si se ignora la participación que ha bajado del 78% en las consultas anteriores al 56%. El SPD cuenta actualmente con unos 365.000 afiliados.
Mientras su copresidente Lars Klingbeil sigue acumulando poder, su homóloga, Saskia Esken, ha de temer por su puesto. Su comité regional no la ha propuesto para repetir al frente del partido y tampoco se baraja, por ahora, entre los socialdemócratas que van a dirigir uno de los siete ministerios entregados al SPD.
Klingbeil, aparte de liderar el partido y aún el grupo parlamentario, ocupará la cartera de Hacienda y obtendrá el rango honorífico de vicecanciller. Se espera que Boris Pistorius seguirá dirigiendo el Ministerio de Defensa. Las demás carteras del SPD serán las de Justicia, Trabajo, Construcción, Cooperación Económi
Por el momento no se esperan grandes conflictos con el jefe de Gobierno, Friedrich Merz, y sus ministros. Según el acuerdo alcanzado, a la CDU solo le corresponden siete ministerios. La Cancillería va a obedecer a Thorsten Frei, hasta ahora gerente del grupo parlamentario. Con Johann Wadephul, la CDU recuperará Exteriores después de 60 años. Se ha destacado por sus comentarios beligerantes contra Rusia. Katharina Reiche, ministra de Economía, procede de la industria energética. Al frente del nuevo Ministerio de Digitalización y Modernización, Merz ha colocado a Karsten Wildberger, directivo de la empresa Ceconomy AG a la que pertenecen los almacenes MediaMarkt y Saturn, entre otros. El propio Merz trabajó para el banco inversor BlackRock hasta que regresó a la política en 2022. Los demás ministerios de la CDU son Educación, Sanidad y Tráfico.
Su socia regional, la bávara Unión Social Cristiana (CSU), pondrá a Alexander Dobrindt en el Ministerio de Interior, y además tendrá las carteras de Agricultura y de Investigación.
Aparte de Dobrindt y Wadephul, el futuro ministro de Estado para la Cultura, el publicista Wolfram Weimer, marca el giro hacia la derecha del futuro Ejecutivo. Sobre todo este último ha suscitado críticas preocupándose por la «permanencia de la sangre propia» y «la autoentrega biológica de Europa». Hasta el conservador diario ‘Frankfurter Allgemeine Zeitung’ consideró que sería «el hombre equivocado para el puesto equivocado, para decirlo diplomáticamente».
Al frente del nuevo Ministerio de Digitalización y Modernización, Merz ha colocado a Karsten Wildberger, directivo de Ceconomy AG. El propio Merz trabajó para el banco inversor BlackRock
Para garantizar la comunicación de la labor gubernamental, Merz ha nombrado portavoz de Gobierno a Stefan Kornelius. El periodista ha dirigido hasta ahora una sección del ‘Süddeutsche Zeitung’. Aunque el diario es de índole liberal, Kornelius ha estado vinculado con think tanks alemanes y estadounidenses que promovían la escalada entre Rusia y Ucrania desde hace una década.
Se prevé que hoy la CDU y el SPD firmen el acuerdo de coalición y mañana se reúna el Bundestag para votar al nuevo canciller. En las primeras dos vueltas, el candidato necesitará mayoría absoluta, en la tercera solo la simple. Será una cuestión de estética política si Merz logra ser investido en la primera votación.
El nuevo Parlamento cuenta con 630 diputados. El futuro bipartito suma 328, doce por encima de la mayoría absoluta. En el hemiciclo, la CDU es el partido más fuerte con 208 escaños, el SPD solo el tercero con 120. Entre ambos se coloca la segunda fuerza, la neofascista Alternativa para Alemania (AfD) con 152 representantes. Los Verdes y Die Linke (La Izquierda) tienen 85 y 64 diputados, respectivamente.
El designado canciller Merz ha anunciado que ya el miércoles viajará a París para encontrarse con el presidente Emmanuel Macron.
El mismo día quiere volar también a Varsovia, donde se reunirá con su homólogo Donald Tusk. La relación entre ambos países se ha tensado desde que el Gobierno cesante incrementó los controles fronterizos. Merz ha prometido endurecerlos «desde el primer día en la Cancillería». El Ejecutivo polaco ve en peligro la libre circulación en la UE y especialmente la de sus ciudadanos que cruzan la frontera para trabajar en Alemania. Para mantener el statu quo blinda su frontera oriental con Bielorrusia y Rusia con el fin de reducir la inmigración ilegal. Sin embargo, el designado ministro de Interior, Dobrindt, quiere instrumentalizar la política migratoria para fines políticos, adelantando a la AfD por la derecha.

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