
Antonio Turiel, investigador leonés del CSIC experto en energía, ha protagonizado este miércoles tarde una charla en Hernani, invitado por la iniciativa Urumeako Mendiak Bizirik. Turiel ha disertado en un escenario peculiar, una iglesia, y muy concurrido (más de 300 personas), «He metido más gente en la iglesia que el cura de mi barrio», ha bromeado el orador.
Lo que ha contado, sin embargo, no era ninguna broma. En la introducción general, ha detallado los tremendos efectos del cambio climático, «y eso que es solo el cuarto problema ambiental que tenemos, hay tres mayores». Luego ha pasado a diseccionar la crisis energética, subrayando que no solo afecta al petróleo, gas y carbón, sino también al uranio (energía nuclear) y al diésel («que es la sangre de nuestro sistema económico, algo imprescindible»).
«Esto es geología, no hay nada que hacer, la tecnología ya ha hecho su labor y nos estamos quedando sin energía, aunque lo queramos edulcorar», ha resumido.
Llegados a este punto, ¿qué hacer? Turiel comparte que hay que intentar ir a una «transición 100%» hacia energías renovables: «Es lo lógico». Pero ha añadido acto seguido sus conocidas matizaciones sobre el asunto, empezando por remarcar que a través de ellas no se podrá conseguir tanta energía como la que se obtenía hasta la fecha.
‘Límites de la transición energética’ era el título de la sesión. Turiel ha esbozado así algunos problemas a la vista. Por ejemplo, «si pones muchos aerogeneradores, unos les quitan el viento a otros», lo que denomina «efecto bosque». Ha añadido la dependencia del sistema fósil: «¿Podrían ser viables alimentándose solo de energía renovable?», ha preguntado de modo retórico. También ha aludido a la crisis de Gamesa como ejemplo: «Sus modelos de aerogeneradores tienen problemas estructurales importantes, se llegan a romper. Ahora hablamos de hacer aerogeneradores de 15 megavatios, ¡pero si tienes problemas con los más pequeños!».
«Ir hacia las renovables es lo lógico», señala Turiel, pero matiza que sus insuficiencias deben ponerse también sobre la mesa «y hay un pacto de silencio para no hablar de esto»
El experto considera que «ha habido un pacto de silencio para no hablar de esto, se intenta mirar a otro lado y coger los fondos Next Generation. Esto no deja de ser una burbuja. Hemos sido el país de los aeropuertos sin aviones y ahora vamos a ser el de los aerogeneradores sin palas».
¿Es posible otra transición? Considera que sí, mejorando la eficiencia de las renovables o su actual dependencia de lo fósil, pero más allá de ello asumiendo que «no puede haber crecimiento infinito en un planeta finito».
«Las deficiencias de las actuales renovables son demasiado evidentes», estima, y cree además que el reciente apagón jugará en su contra. Ha concluido abogando por el decrecimiento como única vía efectiva.
El agotamiento
La mayor parte de su intervención en Hernani ha ido destinada a explicar el agotamiento de los combustibles fósiles, de un modo muy pedagógico y cargado de titulares: «Nos estamos quedando sin petróleo, eso lo sabíamos hace muchos años. Repsol ha desmantelado el departamento para buscar más yacimientos, solo explota lo ya existente. Se consume siete veces más petróleo del que se encuentra».
Dentro de ello ha apuntado una cuestión de la que «no encontraréis ninguna referencia en medios nacionales, quizás sí en las grandes cadenas de noticias internacionales: Falta diésel y esa es la sangre de nuestro sistema económico, es imprescindible. Aquí aún no, pero ya falta mucho diésel en Latinoamérica y África. Vamos a ver aquí cosas como que no hay diésel en la gasolinera, y nos llegarán de repente, como el apagón».
«No va a haber renacimiento nuclear, más bien va a haber ostias por el uranio que queda»
Ha recordado que Donald Trump apuesta por buscar más petróleo vía fracking, «pero el agotamiento está ahí y el proceso de declive se irá acelerando». «El carbón no caerá tan deprisa, aunque es el más contaminante», ha lamentado. Y un apunte acto seguido frente a la farsa nuclear: «De todo lo que se acaba, lo que más rápido se acaba es el uranio. El máximo de extracción se consiguió en 2016 y desde entonces hasta 2023 ha caído. No va a haber renacimiento nuclear, más bien va a haber ostias por el uranio que queda», prevé.
Esta falta de energía está en el epicentro de la crisis industrial, ha subrayado, apuntando que esto es especialmente evidente en Euskal Herria.
Seis de nueve umbrales superados
Antonio Turiel ha partido de «los problemas ambientales que tenemos», destacando que hay nueve límites definidos hace años en Estocolmo, cuyo umbral no puede superarse si se quiere que el planeta siga siendo habitable. Pues bien, «ya hemos sobrepasado seis y podrían ser dos más en los próximos años. El más sobrepasado es la contaminación». El límite de la capa de ozono es el único umbral aún no alcanzado, «así que no váis a morir de cáncer de piel, pero sí de todo lo demás», ha señalado en tono irónico pero con crudeza.
Centrándose en el cambio climático, ha expuesto que la temperatura media está 1,7º C por encima de la referencia que se usa para los informes del IPCC. «Cuando se firmaron los Acuerdos de París en 2015 se acordó no pasar de 1,5º C –ha recordado–. Esos 1,7º C de más implican 45ºC en verano, es una temperatura muy elevada, desagradable y peligrosa para las personas. Pero es que si pasamos a más de 2º C, las temperaturas en la Península Ibérica llegarán a 50º, que es algo incompatible con la vida humana. Esto mucho más grave de lo que se reconoce a nivel político», ha resumido.
Así las cosas, «es previsible que empiecen a llegar tempestades cada vez más violentas», ha indicado fijándose en Euskal Herria. Para ello ha detallado «fenómenos insólitos en los últimos meses», como «las inundaciones de Polonia, Hungría y el norte de Italia; dos huracanes de categoría 5 en Acapulco; inundaciones recurrentes en una zona árida como Turquía; la DANA de Valencia; o los fuegos de California, con vientos de 160 km/h...».
Tras el apagón, precios al alza
Turiel se ha referido obviamente al apagón de hace nueve días en la Península Ibérica, sobre el que formuló una hipótesis ya al día siguiente en una entrevista de Daniel Galvalizi en NAIZ que tuvo enorme difusión. Ha explicado al auditorio que existía un exceso de producción de energía fotovoltaica, debido al periodo primaveral, lo que produjo unos precios muy bajos «incluso cero, negativos», por lo que hubo empresas que decidieron «apagar» sus centros de producción. Ha insistido en que el año pasado ya hasta cinco veces se activó este mecanismo en el Estado español, «cuando debía ser solo una emergencia, el último recurso, por ejemplo, si te falla una nuclear».
A partir de ahí, la crisis se desató por la falta de «sistemas de estabilización», ha reiterado. La nuclear, por cierto, «se desconectó para protegerla» porque «es muy poco flexible» en estas situaciones, y luego necesitó día y medio para reactivarse. Ha augurado que ahora la energía subirá de precio porque «habrá que hacer los deberes», por ejemplo, introduciendo esos sistemas de estabilización, y como siempre no lo pagarán las empresas sino los consumidores.

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