La nueva derecha, motosierra en mano
Ha pasado año y medio desde que Javier Milei ganara las presidenciales en Argentina, supuestamente contra todo pronóstico, derrotando al candidato peronista, Sergio Massa. En este primer artículo, el autor aborda las claves de su victoria y el balance de su proyecto de gobierno.

Diesiete meses después de la llegada de Javier Milei a la Casa Rosada es tiempo suficiente para evaluar lo ocurrido hasta ahora: identificar las claves de su victoria, las principales medidas de gobierno, el sustancial apoyo que tiene y las perspectivas a medio plazo.
Para entender su victoria hay que subrayar que un conjunto de factores, algunos coyunturales y otros de carácter más estructural, configuraron una especie de tormenta perfecta que posibilitó el triunfo de un candidato prácticamente desconocido, que lideraba una formación nueva, ajeno al sistema de partidos tradicionales y que traía bajo el brazo un programa ultra, que, a priori, parecía marginal en la centralidad política del país.
Entre los factores coyunturales destacan especialmente la alta inflación y los efectos de la pandemia. Ambos configuraron una bomba de relojería en un contexto de gran malestar social tras los dos últimos Gobiernos: el de Mauricio Macri (derecha convencional) y el de Alberto Fernández (progresista-peronista). La profunda decepción que provocó en el campo progresista el mandato de Fernández abrió la puerta de par en par para el desembarco del partido de Milei, La Libertad Avanza.
La alta y creciente inflación que la ciudadanía venía sufriendo desde hacía más de una década (los dos últimos años de Cristina Fernández de Kirchner, y los mandatos de Macri y Fernández), fue un factor trascendental. El impacto en el día a día, especialmente de las clases populares, fueron devastadores y múltiples, ya que no solo implicaron deterioro de las condiciones de vida materiales, sino afectaciones de orden sociológico (ruptura de la sociabilidad) y emocional (incertidumbre, angus- tia, rabia…). El recuerdo de la pesadilla hiperinflacionaria de los años 80 también planeaba en la memoria histórica. Por eso, con tal de frenarla, «la gente estaba dispuesta a cualquier cosa», subraya el politólogo Sergio Morresi. La «astucia» del peronismo de presen- tar como candidato al que había sido el último ministro de Economía, Sergio Massa, considerado por amplios sectores sociales como el símbolo del fracaso de la lucha contra la inflación, fue el broche.
Milei supo proyectarse como el símbolo del cambio frente a un orden cada vez más deslegitimado
La pandemia fue otro factor de gran impacto, ya que la larga cuarentena impidió salir a «laburar» a un alto porcentaje de la clase trabajadora que vive del trabajo informal y que no recibió un salario, como sí lo hizo la franja de trabajadores/as formales. Aunque recibieron un subsidio, este fue sentido como muy precario. Como señala Gonzalo Armúa (dirigente del Frente Patria Grande), «se pedía a la gente que no se moviera de sus casas, pero era irreal, porque necesitaban salir para conseguir lo básico. Esto generó mucho enfado».
Factores estructurales
La crisis de la clase política es un factor de orden estructural de gran relevancia, que no era nuevo, ya que tenía sus orígenes en el Argentinazo de 2001, con aquel lema inolvidable: “¡Que se vayan todos!”. Una consigna capitalizada por la izquierda entonces, que ahora se revolvía contra esta, abriendo la puerta a la extrema derecha. Con un hábil manejo discursivo, Milei (profesor, economista, tertuliano...) prometía ir contra la «casta» en un contexto en el que la sociedad concebía a la clase política como corrupta, privilegiada e incapaz. Milei supo proyectarse como el símbolo del cambio frente a un orden cada vez más deslegitimado.
Otro factor estructural es el avance silencioso de la derecha en los últimos años. Diversas investigaciones, según Morresi, apuntan a cambios sociológicos, sobre todo entre la juventud en zonas rurales del interior del país. Los resultados de estos estudios muestran reclamos de fuerte carácter conservador (contra lo público, antifeminista, de mano dura, etc.). Si a todo esto sumamos un contexto internacional de auge de las extremas derechas, la síntesis era que había caldo de cultivo para que ganara una candidatura como la de Milei.
Balance de las políticas aplicadas
La nueva derecha argentina, motosierra en mano, en poco más de un año ha llevado a cabo un programa de gobierno que debe ser analizado en varios planos: ¿el qué? ¿el cómo? ¿hacia dónde?
¿Qué ha hecho? Las medidas aplicadas por Milei desde el inicio de su mandato han sido cuantiosas y contundentes. El punto de partida fue el Decreto de Necesidad de Urgencia (DNU), aprobado apenas 10 días después de asumir su mandato (20 de diciembre de 2023), que otorgaba al presidente facultades especiales para legislar por encima del Congreso durante dos años. El decreto proponía en sus 336 artículos un cambio radical del modelo económico y del papel del Estado.
La medida «exitosa» por excelencia ha sido la bajada de la inflación a costa de una reducción salarial brutal. Las y los principales afectados han sido los que dependen de un salario, sobre todo empleados/as públicos/as, un sector social que, en gran medida, según Daniel Feierstein, sociólogo de la Universidad de Buenos Aires, no era la base de Milei, además de ser un componente de la clase trabajadora en retroceso porcentual por el incremento constante del trabajo informal.
La salvaje reducción del gasto público es uno de los ejes centrales del programa gubernamental. Reivindicando el vieja dogma ultraliberal de la austeridad fiscal, el recorte masivo de programas sociales ha ido acompañado de la desinversión estatal en obra pública, ciencia... A su vez, los despidos masivos de personal estatal han sido draconianos. Hasta ahora, en torno a 35.000 personas se han quedado sin trabajo. Paralelamente, la creación del Ministerio de Desregulación del Estado, ha traído la semidemolición de la estructura ministerial, suprimiendo más de la mitad (11 de 20). Esto ha venido acompañado de una política antisindical, como denuncian delegados del sindicato estatal ATE. La persecución de representantes sindicales está siendo combinada con amenazas de despido a quien pretenda afiliarse, subrayan desde ATE.
En el plano económico, el acuerdo con el FMI es la decisión más trascendental por dos razones. Primero, porque implicará de nuevo un gran endeudamiento acompañado de recortes drásticos. Segundo, porque activa el tradicional mecanismo de acumulación de capital que utiliza la oligarquía argentina para recibir dólares, apropiárselos y luego practicar la fuga de capitales.
Otro frente abierto por Milei es el ataque a las políticas de memoria y reparación de la dictadura. Rompiendo el consenso de cuatro décadas, no solo puso en cuestión el genocidio, sino que está intentando ahogar a los centros de memoria
Otro frente abierto por Milei es el ataque a las políticas de memoria y reparación de la dictadura. Rompiendo el consenso de cuatro décadas, no solo puso en cuestión el genocidio, sino que está intentando ahogar a los centros de memoria, reduciendo al mínimo su personal, como recuerda la historiadora Paula Klachko. Basta una visita al icónico Museo de la Memoria ESMA, situado en la siniestra Escuela de Mecánica de la Armada, para certificar el hostigamiento a sus trabajadores.
Los impactos de todo esto son ya evidentes en las condiciones de vida de algunos sectores sociales: pérdida de poder adquisitivo de la masa asalariada, siendo especialmente sangrante entre las y los jubilados; incremento exponencial de personas durmiendo en la calle… Hay otros impactos que ahora no se perciben, pero que se sentirán a medio plazo y serán devastadores, según Feierstein, como el deterioro de la red viaria, del sistema científico del país, etc.
¿Cómo lo está haciendo? Las innumerables medidas aplicadas por Milei han operado bajo la lógica de la «doctrina del shock’ (Naomi Klein), por su profundidad y su velocidad, buscando noquear al campo popular y progresista. Esto viene aceitado con un incremento de la represión bajo el paraguas del ‘Protocolo Bullrich’, instrumento legal para reprimir con contundencia la protesta social. La violencia desproporcionada empleada contra la movilización de jubilados/as es el ejemplo más paradigmático.
¿Neofascismo? Lo más novedoso y preocupante del modus operandi de Milei y su Gobierno es el salto cualitativo en cuanto al modo de relacionarse con el adversario político, lo cual ha abierto el debate sobre su posible carácter neofascista. Para el filósofo italo-argentino Rocco Carbone, Milei se diferencia de la derecha tradicional (del «macrismo») porque no reconoce al antagonista político. Le suprime sus derechos, representando una experiencia política no democrática, lo cual plantea en su libro ‘Fascismo psicotizante≈. Esto explica el discurso del odio hacia el diferente que caracteriza la política comunicativa presidencial y la política de la «crueldad» como dispositivo de gestión gubernamental. Como dice Gervasio Ramos: «No solo se despide a la gente de su trabajo, dejando a una familia sin ingresos, sino que además se burlan públicamente de ella».
Proyecto
Otra de las novedades del movimiento liderado por Milei es que pretende reconfigurar el sistema político casi centenario de Argentina, acabando con la «singularidad nacional argentina (el peronismo)», señala Carbone. De hecho, habla de la decadencia de los últimos 70 años, mientras reivindica una supuesta Argentina potencia del siglo XIX, que no hay que olvidar, según el profesor Andrés Ruggeri, que es el país oligárquico previo al sufragio universal.

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