La pelea por salvar la escuela de Beire, una historia atípica sobre despoblación
La escuela de Beire puede desaparecer en septiembre. Cuando terminen su formación tres de sus siete alumnos, caerá por debajo del límite de cinco estudiantes que garantiza su continuidad. El Ayuntamiento ha encontrado niños que la salven y ha librado ‘in extremis’ un problema de alquiler.

Beire se queda sin niños para su escuela rural. Y casi no le queda tiempo para salvarla. Están jugando la prórroga. Quedan siete niños y saldrán tres el próximo curso, cuando completen la Primaria este junio. Y con menos de cinco alumnos, las escuelas rurales se cierran. El Ayuntamiento lanzó una campaña para buscar nuevos alumnos y nuevos habitantes al inicio de la matriculación.
Salieron a ofrecerse a ayudar con todo, con la vivienda, con el material escolar, con las extraescolares y hasta con el abono para las piscinas para que vivir allí resulte más atractivo a cualquier familia que se instale en Beire con niños. Y recibieron varias llamadas de gente interesada.
En ese momento se dieron cuenta de que les faltaban casas donde acogerlas.
La de Beire es una historia de despoblación atípica. O, más bien, una que refleja que la despoblación no responde únicamente a la razón, por bien que esta sea cierta, de que la gente no quiere vivir en los pueblos.
Beire no está en un punto que se diga recóndito. Se encuentra a 6 kilómetros de Erriberri (donde está la entrada de la autopista que lleva a Iruñea en media hora) y a 10 km. de Tafalla, que son las dos poblaciones más grandes de la Zona Media y que cuentan con los principales polígonos industriales de la comarca.
«Primero lanzamos la campaña para salvar la escuela por Instagram, contactamos con periódicos, con la televisión local y obtuvimos respuestas de distintas familias», confirma Pili Sánchez, la alcaldesa del pueblo.
Una de las interesadas era una mujer magrebí con cuatro hijos afincada en Castejón. Ella sola se bastaba para dar continuidad a la escuela rural, que abarca desde infantil hasta sexto de Primaria, momento a partir del cual sus estudiantes acuden a Erriberri o Tafalla, donde hay Formación Profesional e Instituto.
También llamó una pareja de origen migrante que tenían dos hijos y trabajo en Tafalla y en Caparroso.

Casas vacías en Beire claro que las hay. El pico poblacional más alto de esa localidad es previo a la guerra, cuando superó los 800 habitantes. A partir de entonces, se inició un declive que le llevó hasta las 298 personas con las que cuenta el pueblo actualmente. Está, en consecuencia, más que medio vacío.
Sin embargo, la búsqueda del Ayuntamiento dio de bruces con los mismos problemas y miedos que vaciaron las últimas viviendas.
Que si son propiedades compartidas entre varios hermanos o primos, que uno está aquí y el otro allá. Que si aún se usan alguna semana en verano, aunque cada vez la familia vaya menos. Que si hace falta arreglar un poco y que, para el alquiler que se va a cobrar, no saben si compensa. Que si no hay garantías de pago suficientes. Que si hay miedo a cómo me dejarán la casa. Que si luego los okupas...
Lo mismo ocurre en todas partes. Los propietarios de las viviendas no tienen necesidad económica de alquilarlas. Es por eso que se arruinan.
Junto con el abandono de las casas, la realidad es que en los pueblos de Nafarroa apenas se construyen nuevas. El último informe del Departamento de Vivienda, que se corresponde al año 2023, indica que de todas las casas que se construyeron ese año, que no llegaron a 2.500, el 80% de ellas se edificaron en Iruñea o en las localidades que ha ido fagocitando (Antsoain, Barañain, Burlata, Atarrabia...).
Esa gran urbe capitalina alberga a la mitad de las 678.333 personas que, a 1 de enero de 2024, vivían en Nafarroa. Pero la macrocefalia puede acelerarse si las pequeñas localidades pierden elementos tan básicos para atraer niños y niñas como son las escuelas rurales.
La gran urbe de Iruñea alberga a la mitad de las 678.333 personas que, a 1 de enero de 2024, vivían en Nafarroa. El 80% construido en 2023 se ha edificado ahí
«Nos ofrecimos para mediar con las familias y dotar de seguridad jurídica a los propietarios, para gestionar nosotros las ayudas que hicieran falta», explica la alcaldesa. El Ayuntamiento tocó la puerta de Nasuvinsa (la empresa que gestiona la vivienda pública en Nafarroa), que cuenta con una lista de demandantes. «Ahí no ha habido suerte. En la lista aparecían jubilados que querían retirarse a vivir a un pueblo pequeño a estar tranquilos, pero nosotros no necesitamos exactamente eso. Nos hacen falta niños», explica Sánchez.
La alcaldesa sostiene que pese a sus pequeñas dimensiones, Beire sigue manteniendo dinamismo. Dos bares con meneo, una farmacia, el casino donde se realizan las actividades culturales...
Basta mirar alrededor para constatar que la enfermedad de la despoblación se extiende de forma incesante por la Zona Media de Nafarroa. En Pitillas (a 3,7 kilómetros) hace poco que se cerró la pescadería y ya nadie la coge. Lo mismo le ocurrió a la panadería. Negocio rural que cierra, negocio que no se abre. Aunque dé para vivir.
Trabajo tampoco falta en Beire. Está el albergue, una pequeña empresa de albañilería, además del campo o el cuidado de ancianos, a lo que se suma la cercanía de los polígonos industriales antes citados.
La tasa de paro en la Nafarroa Media Oriental (como la denomina el Instituto Navarro de Estadística) en la que se encuentra encuadrada esta localidad apenas alcanza el 6%.

«Está jodida la cosa. A este paso hasta Tudela se va a vaciar», lamenta Santi Puyales. Él es padre de uno de los tres menores que abandonarán la escuela en junio. Le fastidia que todo por lo que habían peleado esté en el alambre.
En su día, para evitar que la escuela rural se cerrara, consiguieron el permiso de Educación para ampliar hasta sexto de primaria.
En Uxue –localidad que aparece de forma recurrente en revistas como uno de los pueblos más bonitos de Euskal Herria o del Estado y que tampoco queda lejos, a 15 kilómetros– también la escuela está en las últimas. El año pasado lograron permiso para no cerrar aun habiendo bajado a cuatro alumnos, pero las nuevas familias siguen sin llegar.
El proceso de matriculación en Beire expiró sin ningún niño nuevo para el año próximo. Pero justo cuando el cierre de la escuela parecía irremediable, llegó la solución.
«Justo antes de Semana Santa, un vecino que ya no vive aquí puso en manos del Ayuntamiento dos viviendas para alojar a las familias con niños. Nos ha dado las llaves para que el Ayuntamiento hagamos lo que sea necesario. Ya hemos visto las casas por dentro. No tienen humedades. Están decentes, aunque no perfectas. Estamos mirando los seguros, tratando de acometer los arreglos que hay que hacer y mediando para que todo funcione, que haya un contrato justo con las familias y que todo se haga bien, para que se queden y todos estén contentos», asegura la alcaldesa.
Por fortuna, los niños se pueden matricular en las escuelas más allá del plazo, es lo que se conoce como matriculación tardía
Por fortuna, los niños se pueden matricular en las escuelas más allá del plazo, es lo que se conoce como matriculación tardía. Este es un procedimiento habitual cuando una familia se muda, que es lo que parece que va a suceder en Beire. Así que, en la prórroga, parece que se han salvado.
«No queremos lanzar las campanas al vuelo. No aún. Pero el 9 de junio habrá una protesta en Beire en favor de las escuelas rurales y vendrán de Educación. En ese momento se lo vamos a decir», asegura la alcaldesa.
Ahora falta convencer a Educación para que detenga la maquinaria y frene, en caso de haberlo iniciado, el proceso para acabar con la escuela.
Quedan doce escuelas rurales en la Zona Media. Beire, Pitillas y Uxue se encuentran en situación crítica.

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