Imanol  Intziarte
Redactor de actualidad, con experiencia en información deportiva y especializado en rugby

Anoeta cambia el balón por las dos ruedas con una mesa redonda de muchos vatios

Historias entrañables, anécdotas, recuerdos buenos y otros no tanto... Durante casi dos horas el ciclismo ha sido protagonista en un escenario inusual para él, un estadio de fútbol. Leire Olaberria, Pello Bilbao, Juanma Garate y Mikel Landa han hecho disfutar a los asistentes a Korner Festibala.

Izagirre, Olaberria, Bilbao y Garate en Anoeta, con Landa en la pantalla.
Izagirre, Olaberria, Bilbao y Garate en Anoeta, con Landa en la pantalla. (Andoni CANELLADA | FOKU)

Korner Festibala ha hecho que este miércoles Anoeta haya cambiado el balón por las dos ruedas. El ciclismo, uno de los deportes con mayor seguimiento en Euskal Herria, ha sido el protagonista de una mesa redonda con nombres que necesitaban poca presentación y que han llenado el auditorio del estadio.

Con el periodista y escritor Ander Izagirre como maestro de ceremonias –autor, entre otros, de los libros “Plomo en los bolsillos” y “Cómo ganar el Giro bebiendo sangre de buey”–, han tomado parte Leire Olaberria –medallista olímpica en pista en Beijing 2008–, el ahora director del Education First Juanma Garate, y Pello Bilbao, corredor del Bahrain con victorias en Giro y Tour, entre otras.

También estaba anunciado Mikel Landa. El arabarra sigue convaleciente de su durísima caída en el arranque del Giro, pero ha participado unos minutos por videoconferencia, con el corsé que lleva para sostener su columna. «La recuperación va bien, pero cada día me cuesta más encontrar la paciencia», ha señalado.

Aún le quedan tres semanas con el aparato, aunque puede realizar ejercicios sin doblar la espalda. Landa ha lamentado que el accidente le dejara fuera de combate, porque «lo había preparado bien y me veía con posibilidades de estar el podio». Además, este es su primer año en el Quick-Step, en el que «me motivaba mucho tanto ayudar a Remco (Evenepoel) como tener mis propias oportunidades».

En relación con el anfitrión del evento, Ander Izagirre ha recordado que la Real ganó su primera Copa bajo el nombre de Club Ciclista San Sebastián, ya que la normativa exigía que los participantes tuvieran al menos un año de vida, la Real no lo había cumplido y pidió al Club Ciclista poder presentarse bajo su nombre. Años más tarde llegaría el derribo del velódromo que rodeaba el césped de Atotxa y la famosa maldición de monsieur Comet.

Ya sin Landa en la pantalla, la charla ha comenzado con un repaso a lo más actual, sobre todo con dos protagonistas recién llegados de la ‘corsa rosa’. Pello Bilbao, protagonista en muchas escapadas pero sin victoria, ha reconocido que «no andaba bien de piernas» y que «el nivel ha sido brutal».

«Estoy tratando de digerirlo»

«Todavía estoy tratando de digerirlo», indicaba Garate, cuyo equipo ha rozado la victoria final con Richard Carapaz y que vio cómo se le escapaba en una subida al Col de Le Finestre en la penúltima etapa que hizo correr ríos de tinta. El irundarra ha explicado que ideó su estrategia «pensando que Del Toro iba a reaccionar de otra manera» y no dejaría marcharse tan lejos a Yates, algo de lo que podría aprovecharse su pupilo. Pero no fue así, y de hecho Carapaz cayó a la tercera plaza, aunque ha puntualizado que solo les valía la victoria y que al menos se volvieron con dos etapas en el bolsillo.

Por su parte, Leire Olaberria, que tiene una empresa de nutrición, sigue también ligada al ciclismo y ha trabajado como comentarista televisiva en la reciente Women Itzulia. La de Ikaztegieta ha destacado la eclosión de talento joven femenino en la carretera.

Ander Izagirre ha puesto sobre la mesa cómo fue el arranque de sus carreras deportivas. Los tres han coincidido en que comenzaron con otros deportes y que nunca de pequeños habían pensado en ser ciclistas. 

Atletismo y fútbol

De este modo, Olaberria empezó «con 14-15 años en el atletismo», llegando a ser campeona de España de 100 metros. Ese arranque explosivo no tuvo continuidad y con 19 dejó la competición, aunque seguía entrenando. En un giro de guion poco usual, con 26 años le propusieron probar con la bici de pista, «vi que tenía potencial y di el salto», aunque para vivir del ciclismo «teníamos que estar entre las 8 mejores del mundo». En su primer Campeonato de Europa quedó séptima. «Tenía fuerza, pero técnica y tácticamente…».

Tanto Bilbao como Garate hicieron sus pinitos chutando un balón. El de Gernika, con 15 años, se dio cuenta que ni era lo suyo ni se divertía, y comenzó a salir con la bici con sus amigos. «Eso sí que me enganchó. Me divertía tanto que seguí por inercia, hasta que Miguel Madariaga –entonces el manager de Euskaltel-Euskadi– me puso el primer contrato sobre la mesa». Verse rodeado de corredores que hace nada veía por la tele daba  «un poco de vértigo, hasta que aprendí el oficio pasó mucho tiempo».

A Garate sí le gustaba el fútbol, pero un problema en los pies le obligó a frenar y así comenzó con la bicicleta. En aquella época se enviaba el currículo con los resultados a los equipos profesionales –«recortes de periódicos que mandabas por fax»– y tuvo la suerte de que le llamó el Lampre italiano. Un maillot rosa, igual que el del Iberdrola en el que corría en aficionados, igual que el del equipo que dirige actualmente. Casualidades de la vida. Su carácter extrovertido –«habló poco», ha apuntado entre risas–, le permitió integrarse «para el décimo día».

Momentos memorables

Tras charlar sobre sus inicios, Izagirre les ha planteado tres momentos icónicos de sus respectivas carreras. A Garate le ha preguntado por su victoria en el Mont Ventoux, en el Tour de 2009, cuando corría en Rabobank. «En Holanda la prensa metía caña, pero ese Tour nos salía todo mal», ha recordado.

Llegaba la penúltima etapa, con todo el equipo con ganas de terminar e irse a casa. Todo no, casi todo, porque antes de salir Juan Antonio Flecha –ahora comentarista en Eurosport– comenzó a darles un discurso en el autobús sobre que era un escenario histórico. «Le dije que ya ganaba yo, pero que se callara» Primero se metió en una escapada de unos 30 corerdores, y ya en la subida fue descolgando a rivales, hasta quedarse solo con Tony Martin. Ahí hizo valer su experiencia, porque ya contaba con 33 años. «Le veía justito y dije ‘voy a probar’. Se quedó, pero a 800 metros pegaba un viento de cara enorme, miré hacia atrás y estaba a la misma distancia, así que paré y me puse detrás. Y en la última curva…», ha explicado

Pello Bilbao también ha probado las mieles de la victoria en la ronda gala. Fue en la edición de 2023, que salió de Bilbo. «En los primeros días hubo muchísima presión, tenía un plan para ganar en Bilbo o en Donostia, que no salió. Pero nunca había estado tan fuerte». Y eso lo aprovechó, ya más tranquilo, en la décima etapa. Neilands pegó el hachazo en el grupo de escapados, pero el de Gernika organizó a los perseguidores y tras darle caza fue el más rápido en el final.

Por su parte, Olaberria ha recordado que no contaba entre las favoritas en la prueba de puntuación de Pekín, lo que le permitió ir mentalmente muy tranquila, tanto antes como durante la carrera. Hasta que lanzó el último sprint, miró al marcador y vio que se había llevado el bronce. «El seleccionador hizo que creyera en mi. Viví las emociones más intensas, pero luego sentí un vacío enorme porque me preguntaba que una vez conseguido esto ¿para qué voy a seguir entrenando?». Aunque fue entonces, gracias a la medalla, cuando le empezaron a llegar los recursos de los que no había dispuesto.  

Precisamente, preguntada por los momentos malos, ha indicado que cuatro años más tarde, en Londres 2012, las cosas no funcionaron porque con esos recursos se puso «mucha presión, no llegué bien porque no fui capaz de parar, forcé… A veces necesitar un desastre para aprender y valorar lo que has hecho».

En ese punto, Pello Bilbao ha puesto un buen broche relativizando las victorias y redefiniendo qué es triunfar. «Uno de mis mejores momentos en el ciclismo fue en el Giro de hace 4 años, ayudando a Caruso a ganar una etapa y quedar segundo. Ahora tenemos un vínculo especial, él me dice que dentro de 20 años iré a visitarle a Sicilia y lo seguiremos contando». Y eso valdrá más que una medalla o un trofeo en la pared.