«Hoy día levantarse del sofá y no ser un receptor pasivo es de los actos más revolucionarios»
Alerta en su nuevo libro sobre «una cierta derecha que se cansó de la democracia» y asegura que «lo atado u bien atado también fue la Transición» de lo que él llama «régimen del 77, no del 78». Pide a la gente defender las libertades y activarse «ante el consumo de información ultraprocesada».

Antropólogo, licenciado en Derecho y además, periodista. El sevillano Javier Aroca vive entre su ciudad natal y Madrid. «Soy un inmigrante, no estoy integrado en el sentido exacto de la palabra. Vivo ese Madrid de los que no somos madrileños, el Madrid como concepto yo no lo soporto, ese ritmo, etnocentrismo y manera de ver la vida en el que no me reconozco», comenta.
Este «irremediablemente andaluz» acaba de publicar su libro ‘Democracia en alerta. La política desde el sofá’ (Ed PRH, 2025), en el que expresa su preocupación por la deriva autoritaria de las democracias liberales ante la llamada internacional reaccionaria.
En entrevista con NAIZ, llama a construir una «segunda Transición» entre los demócratas a izquierda y derecha, también a que la gente se «levante del sofá», y cree que no hay más neofascistas ahora que hace 30 años, «solo que ahora están mejor organizados».
Usted dijo que con el libro quiere proponer un debate entre demócratas contra los antidemócratas. ¿Eso tiene que incluir gente que piense bastante distinto, no?
Sí, yo estoy bastante en contra de esta polarización que creo que es artificial y lo que pretende es debilitar los propios resortes de la democracia. Que cada uno tenga sus sensibilidades ideológicas, pero el bien mayor a proteger es la democracia. Hago una llamada a la atención de los demócratas en sus diferentes sensibilidades. Los principios democráticos están en peligro. Yo lo denomino ‘revolución de las antiguas aristocracias griegas’, hoy transformadas. Hay una cierta derecha que se ha cansado de la democracia, que piensa que no puede estar en manos del pueblo y está poniendo en movimiento a través de activismo de distintas naturalezas todo un aparato para reducirla a su mínima expresión o suprimirla.
Ese es el debate que quiero proponer: tenemos que defenderla. La democracia siempre ha sido una idea combatida, estamos en un momento crucial, como vemos en Estados Unidos y Argentina, antes lo vimos en Brasil y otros países europeos. No lo digo solo por el auge de la extrema derecha sino por una cierta dictadura de la economía. Hoy ya las grandes empresas multinacionales, grandes centros de poder, se han convertido en actores políticos de primer nivel, lo vemos en España con los lobbies bancarios o energéticos, o un sector del Poder Judicial y de los medios. Todos en una especie de grandísima alianza, superior a la propia idea de la extrema derecha. Hay una parademocracia que esconde activismos y agentes que son profundamente antidemocráticos.
Algunos creen que el eje de este período histórico no es tanto izquierda-derecha sino autoritarismo-democracia moderna. ¿Coincide? ¿La opción son coaliciones transversales?
Creo que efectivamente el debate ya no es tanto derecha-izquierda, aunque podemos hablar de cómo la democracia ha evolucionado para mal, ha perdido la conciencia de clase. Hay que fortalecer la democracia y en ese fortalecimiento tiene que haber un gran pacto en el que estemos todos los demócratas. No significa transversalidad entendida como figuras que tienen razón en algunos contextos, como la ‘gran coalición’ a la alemana, yo no hablo de eso, la izquierda tiene que ser la izquierda y la derecha tiene que ser la derecha, tiene que haber una dialéctica y la sociedad tiene que ser plural. Me refiero a que todos los demócratas sean capaces de confabularse para defender los valores democráticos... y es una propuesta que lamentablemente no encuentra acogida. La izquierda es mas consciente de que tiene que defender los valores, la derecha se está dejando seducir por los valores autoritarios.
«La izquierda es más consciente de que tiene que defender los valores, la derecha se está dejando seducir por los valores autoritarios»
El Gobierno español es apoyado por una mayoría transversal, con muchas leyes apoyadas por hasta cuatro partidos de derecha o centroderecha, y esa transversalidad no tiene eco mediático, no se destaca a pesar de su rareza comparando con otros países. ¿Por qué cree que ocurre?
Porque una parte importante de los medios de comunicación se han convertido en activistas de la jibarización de la democracia. Defienden la crispación y la polarización, que para ellos es un artefacto de la desestabilización. Fomentan lo que expertos llaman el ‘malestar difuso’, que no salga nada bueno del Parlamento, y si sale lo ocultan. A ellos les interesa decir que estamos todos peleados, eso lo amplifican, y si hay acuerdos lo ocultan. Todo lo que sea consenso lo van a destruir. Partidos que están demostrando un gran sentido de Estado entendido como sentido de defender lo común, como Bildu por ejemplo... cuando Bildu contribuye con medidas importantes al bienestar de la gente, eso se oculta, no interesa, sin embargo cuando otros partidos como Junts reclaman cosas suyas, se demoniza. Solo interesa desasosiego y el Parlamento no es un encuentro para el acuerdo, también es para el desacuerdo. Cuando determinados medios acusan de caos por esta situación es porque tienen cultura de partido único, del franquismo.
Habla de revolución de las derechas, otros lo llaman insurrección. Varían las tácticas según los países. ¿Qué desean en el Estado español?
Creo que la derecha española no es heredera de una derecha que luchara contra la dictadura sino de una que fue cómplice. No aceptan la alternativa de poder. Cuando le toca la izquierda, todo lo que amenace el statu quo de la Transición no les interesa. Cuando se plantea una segunda Transición que cuestione lo de la primera, esa derecha se rebela porque quiere mantener valores preconstitucionales y permanecer en una Transición que ha quedado paralizada.
La derecha española está siendo devota del golpismo suave o golpismo blando, que es el desprestigio de las instituciones democrácticas, de lo colectivo. Eso se hace queriendo, no es casual, no es fruto de un político torpe, es una estrategia que consiste en crear insatisfacción popular en la gente. Siempre sacan sus muñecos a pasear, sea ETA, sea el independentismo, el comunismo, los viejos fantasmas. Es curioso que en la demoscopia cuando hay gente que dice que tiene buen nivel de vida responde que la situación general está fatal.
En el libro menciona «asuntos pendientes» del 15M que acabaron siendo vicios estructurales desde la Transición. No abordar eso, ¿no pone también a la democracia en riesgo?
Me refiero a que la primera Transición estuvo atada y bien atada, por eso no hablo del régimen del 78, sino del 77. La Ley de Reforma Política es una ley del régimen anterior, hay un Poder Judicial que pasó de administrar el franquismo a administrar la democracia. Reconozco que la Transición fue muy difícil, amenazada, vigilada, y se hizo lo que se pudo, quizás un poco menos de lo que se pudo, pero una democracia tiene derecho a evolucionar, a cambiar su Constitución, a remover esos obstáculos. No fue una transición exnovo, fue hecha sobre los retos y ataduras que nos dejó el franquismo. Por eso digo que en el 15M hubo una gran oportunidad de removerlo todo un poco y empezar una Segunda Transición, pero como esos movimientos la amenazaban para avanzar, se puso en marcha una gran reacción del Estado profundo y poderes sin cara que destruyeron todo lo bueno que nos pudo venir.
«En los días del 15M todo conspiraba a favor del cambio: el fin de ETA, el inicio del ‘procés’... Y aquello hizo que surgiera lo peor de la antidemocracia»
Todo esos días conspiraba a favor del cambio: el fin de ETA, el inicio del procés... Pero no estaban dispuestos a aceptar que ETA había acabado, algunos quieren que ETA siga en el imaginario popular de la amenaza. Y el procés nació de una situación de insatisfacción ante el modelo territorial que compartíamos otros que no eramos independentistas pero que pensábamos que habíamos llegado a un momento en que había que cambiar la organización territorial, avanzando a un federalismo subido de tono. Otros querían la independencia, que es legítimo.
Se conjuraron tres vectores que hicieron temblar los cimientos de la Transición e hizo que surgiera lo peor de la antidemocracia: la policía patriótica, la economía patriótica intentando desubicar las relaciones de poder de la economía, y a esto se sumó la incapacidad de la izquierda para interpretar lo que estaba pasando. La izquierda fue cómplice tonto de los intereses en contra, surgió el personalismo, el fulanismo, y aquel gran movimiento quizás muy juvenil e inmaduro [el 15M] mira cómo se han disgregado…
Habla del ‘milituiteante’ como la encarnación más importante del nuevo tiempo. ¿Cuánto contribuyen las redes sociales a su alerta por la democracia?
Pues yo creo que es una parte importante. Es difícil una valoración definitiva porque estamos cargando sobre el tigre. El mal periodismo está influyendo mucho en el desconcierto de la gente y consiguiendo algo que es la individualización de la gente. No nos quieren juntos, nos quieren individualizados, no participativos, la figura del ‘milituiteante’ la destaco porque es una persona que quizás con buenas intuiciones piensa que su rol político es agitar la red social y postear. Es el éxito del ultraliberalismo. Sin descartar el valor que tienen las redes sociales, que lo tienen, creo que hay que retomar otras vías colectivas de organización, de vernos la cara, tocarnos, sentirnos parte de un algo. La política es participación, unidad, verse, es dialéctica, es intercambio de idea. La política que relaciona a los líderes únicamente con las redes sociales es un defecto.
Usted insta en el libro a la gente a «levantarse del sofá». ¿Pueden? ¿No están exhaustos?
Yo creo que sí. Cada revolución tiene sus perfiles históricos, hoy día levantarse del sofá es probablemente uno de los actos mas revolucionarios que haya. Negarse a ser receptor pasivo de las manipulaciones y las fake news que nos llegan. La gente se sienta en la TV y recibe una ideología procesada y de ahí no sale. Lo mismo que la alimentación procesada es mala, la información procesada es mala para la salud democrática.
¿A que se refiere con el «bipartidismo ortopédico»?
El consenso de la Transición ideó y puso las herramientas para que hubiera reparto de poder entre dos partidos, el PP o el heredero de todas las derechas, y el PSOE. Ha habido un turnismo, bipartidista, pero la realidad del Estado es bien distinta, es muy plural, y ese pluralismo se ve con mayor intensidad en los territorios con mas conciencia política, como el País Vasco y Catalunya, donde no conceden el voto suficiente para que ese turnismo bipartidista sea puro. Entonces ocurre que tienen que pactar, e históricamente han pactado con partidos catalanes y vascos, y hoy en día también con esta nueva izquierda. Necesitan apoyarse, por eso Aznar se tuvo que apoyar en Pujol y gracias a eso tuvimos la desaparición de la mili o de los gobernadores civiles, por ejemplo.
«No creo que haya más extrema derecha que hace 20 ó 30 años, pero sí que están mejor organizados»
¿Qué pasará con esta democracia en alerta?
Creo que la democracia es imbatible, incluso en las peores circunstancias al final la democracia vuelve a resurgir. No sé cuánto va a durar este periodo en el que nos sentimos amenazados pero confío mucho en la gente y en la democracia. No creo que haya mas extrema derecha ahora que hace 20 ó 30 años, creo que sí están mejor organizados. Han visto cómo pueden organizarse para aprovecharse de la democracia para llegar al poder, ya lo hicieron los nazis.
Creo que en el fondo la gente ama la libertad y el sistema que más libertad y bienestar produce es la democracia. Podremos pasar años grises, no sé cuántos, pero quiero ser optimista. quiero confiar en que la gente se va a levantar del sofá y va a empezar a distinguir el grano de la paja. Veo con esperanza el movimiento que está habiendo en el interior de EEUU contra el autoritarismo de Trump, por ejemplo.

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