Ainara Lertxundi
GARAren edizio taldeko kidea / Miembro del equipo de edición de GARA
Entrevista
Sepideh Farsi
Cineasta iraní, directora del documental «Put Your Soul on Your Hand and Walk»

«La muerte de Fatma y de su familia fue claramente un asesinato selectivo israelí»

La cineasta iraní Sepideh Farsi presentó en mayo el documental ‘Put Your Soul on Your Hand and Walk’ en el Festival de Cannes. Durante un año entrevistó a la fotoperiodista gazatí Fatma Hassona, a la que un ataque israelí mató horas después de saber que su testimonio iba a ser proyectado en Cannes.

La cineasta iraní Sepideh Farsi presentó su documental «Put Your Soul on Your Hand and Walk» sección Acid, paralela al Festival de Cannes.
La cineasta iraní Sepideh Farsi presentó su documental «Put Your Soul on Your Hand and Walk» sección Acid, paralela al Festival de Cannes. (Joel SAGET | AFP)

Durante un año, desde el 24 de abril de 2024 hasta el pasado 15 de abril, la cineasta iraní exiliada en Francia Sepideh Farsi conversó vía WhatsApp con la joven fotoperiodista gazatí Fatma Hassona, residente en el norte de la Franja de Gaza. A través de sus fotografías y su experiencia vital, le fue narrando los bombardeos, la destrucción de su barrio, la falta de alimentos y agua…

De esas conversaciones, muchas veces entrecortadas por mala conexión de internet, surgió el documental ‘Put Your Soul on Your Hand and Walk’, seleccionado por la Asociación del Cine Independiente para su Difusión (ACID) en el Festival de Cannes.

«Puedes morir de muchas maneras en Gaza; bajo las bombas, de hambre, de miedo… Nos estamos muriendo de hambre (…) Mi mente está distraída y no puedo concentrarme porque no tengo una alimentación buena y sana. Ni siquiera puedo mantenerme en pie. Mi mayor anhelo en este momento es comer pollo y una onza de chocolate. Echo de menos mi vida. No hay razón para lo que están haciendo», afirmaba Hassona.

El 15 de abril hablaron por última vez. Estaba feliz de escuchar que su testimonio iba a ser visto en Cannes. Y aceptó viajar a la ciudad francesa para participar en la presentación del documental. Horas después, sobre la una de la madrugada del 16 de abril, tres misiles israelíes cayeron sobre su vivienda, matándola a ella y a otros seis miembros de su familia.

Está previsto que el documental llegue a las salas del Estado español en otoño.

Viendo el documental llaman la atención su sonrisa y optimismo. ¿Cómo describiría a Fatma Hassona?

Desde la primera hasta la última conversación, nunca dejó de sonreír. Creo que su sonrisa era parte de ella y de su dignidad, es algo que entendí más tarde. Muchas veces he pensado en cómo podía ser tan fuerte y resiliente en esas terribles condiciones. Incluso se lo pregunté varias veces.

Podía enviarme mensajes de texto, de audio… relatándome lo caótico y terrible que era todo, pero cuando hablábamos a través de la pantalla del móvil no dejaba de sonreír. Era una persona llena de luz y entusiasmo. No quería transmitir desesperación, sino optimismo y mucha resiliencia.

¿Cómo definiría su trabajo como fotoperiodista?

Cuando conocí a Fatma tenía 24 años. A lo largo del año en que nos fuimos conociendo, su mirada, su foco y su forma de enfrentar los hechos de guerra fueron cambiando, volviéndose más sistemáticos.

Pese a su juventud y a que estaba en los inicios de su carrera documentó con una mirada clara y nítida el genocidio. 

¿Le resultó fácil convencerla para hacer el documental?

Viajé a El Cairo con la intención de cruzar a Rafah, pero cerraron todos los pasos fronterizos y me quedé atrapada en la capital egipcia. Entonces decidí entrevistar a refugiados gazatíes. Uno de ellos me habló de Fatma. Me dijo que tenía que conocerla. Pensé que era un perfil realmente interesante de entrevistar. La llamó y ella accedió a conectarse conmigo en dos horas. En el documental se ve cómo fue nuestra primera conversación.

Hubo una conexión inmediata entre ambas. No sé cómo explicarlo, creo que fue un reconocimiento humano del otro. Le expliqué que quería documentar su día a día. Le pregunté si podía compartirme imágenes… Me contestó que sí y empezamos a hablar…

 

«Si mañana otro país hace lo mismo y la comunidad internacional le ordena que pare, podrá decir que a Israel se lo permitieron en Palestina. Estamos aniquilando las convenciones internacionales»

Instintivamente supe que ese era el momento y la persona adecuada. Así que cogí el móvil y empecé a grabar. Desde ese día en adelante nos llamábamos o nos enviábamos mensajes si no nos podíamos conectar.

Estaba muy ansiosa por compartir sus fotos y su vida con alguien de fuera. Yo representaba para ella una ventana al exterior. Estoy segura de que el hecho de que yo fuera mujer, iraní y cineasta contribuyó a que se sintiera bien conmigo.  Me dio su confianza muy rápidamente; Fatma se convirtió en mis ojos en Gaza.

¿Cómo se documenta un genocidio?

A diario nos llegan imágenes horribles de Gaza, pero son impersonales. Cuando las imágenes se suceden una tras otra terminan por banalizarse y nos acostumbramos al horror. Ha ocurrido con Siria y otros conflictos bélicos, incluso con Ucrania. Necesitamos poner rostro a esas imágenes, a esos números de heridos, de muertos...

Cuando me enteré de que varios misiles habían caído sobre la casa de Fatma y leí los nombres de las víctimas –en total siete miembros de la familia–, las conocía. Eso marca una gran diferencia. Gracias al documental ahora mucha gente conoce a Fatma y su historia.

La fotoperiodista Fatma Hassona
© Sepideh Farsi/REVES D'EAU PRODUCTIOINS

He tratado de mostrar su trabajo como fotoperiodista y su manera de documentar el genocidio, y de acercarme lo más posible a ella a través de nuestras conversaciones. Ella era de la edad de mis hijas. Pero esa diferencia de edad no importa entre dos personas que reflexionan sobre la vida.

En el documental vemos a una mejor que habla del hambre en primera persona, de sus deseos, de sus miedos… creo que ese componente humano es lo que marca la diferencia.

En la rueda de prensa de presentación en Cannes estuvo acompañada por la relatora especial de Naciones Unidas sobre los Territorios Palestinos, Francesca Albanese, junto a una gran foto de Fatma Hassona. Muchas celebridades la mencionaron, entre ellas la actriz y presidenta del jurado, Juliette Binoche, quien en su discurso en el Gran Teatro Lumière afirmó que «Fatma debería haber estado entre nosotros», pero sin mencionar a Israel. ¿Cómo valora las reacciones que suscitó el visionado del documental?

Creo que para Juliette Binoche era muy difícil hacer esa declaración, pero ojalá hubiera dicho que Fatma murió por misiles israelíes, porque es importante que llamemos a las cosas por su nombre. En su primera declaración después de que muriera, la dirección del Festival habló de muerte inesperada, luego cambiaron el texto y hablaron de muerte inesperada causada por el impacto de misiles, pero sin mencionar que los misiles eran israelíes.

La muerte de Fatma y de su familia fue claramente un asesinato selectivo, lo sabemos. Es la primera vez en el mundo que una película es seleccionada para Cannes y que su protagonista principal es asesinada el día después en un ataque selectivo. Esto es algo nunca visto, una catástrofe.

En este sentido, considero que la reacción del Festival fue insuficiente. En las pantallas, sin embargo, tanto los espectadores como los periodistas estaban profundamente conmovidos. He concedido múltiples entrevistas. Una decena de periodistas acabaron llorando mientras me hacían las preguntas. La historia de Fatma les llegó.

Aunque en las últimas semanas he observado un cambio de lenguaje y de postura entre la gente de la cultura, intelectuales y cargos políticos, llega tarde y aún es demasiado tibio. Debería de ser un lenguaje más audaz y contundente.

 

«Necesitamos poner rostro a esos números de heridos, de muertos... Cuando leí los nombres de los fallecidos, los conocía. Eso marca una gran diferencia»

Tengo la sensación de que mucha gente sigue teniendo miedo y es muy cauta a la hora de describir las cosas para no salirse de lo políticamente correcto.

Por supuesto que es importante utilizar las palabras correctas, pero tenemos que nombrar a los responsables, y decir que esto es un genocidio y un asesinato selectivo.

Es inhumano, monstruoso lo que está ocurriendo en Gaza. Esto se tiene que acabar y quienes están cometiendo estas violaciones deben ser juzgados. Hay que pedir justicia para las víctimas israelíes de los atentados del 7 de octubre, y para todas las víctimas palestinas.

¿Cómo se siente cuando minuto tras minuto, día tras día, se suceden las noticias de bombardeos contra escuelas, hospitales, contra quienes van a por comida a los puntos de distribución de la Fundación Humanitaria de Gaza?

Desde el inicio del conflicto se han violado e incumplido todas las convenciones internacionales. A los pocos días del 7 de octubre quedó claro que la respuesta de Israel atacando a civiles iba más allá de la autodefensa. Ahora ya habla abiertamente, sin tapujos, de ‘limpiar’ Gaza.

No veo diferencia entre la Segunda Guerra Mundial y lo que ocurría en los campos de concentración nazis y lo que pasa en estos puntos de distribución de alimentos –en alusión a los dispuestos por la Fundación Humanitaria para Gaza–.

© Sepideh Farsi/REVES D'EAU PRODUCTIOINS
© Sepideh Farsi/REVES D'EAU PRODUCTIOINS

Están obligando a civiles hambrientos a recorrer kilómetros a pie para conseguir un poco de comida, y encima les disparan.

La única diferencia es que no es la Alemania nazi, sino Israel con apoyo de EEUU. Es escandaloso y estremecedor.

Y sienta un mal precedente para futuros conflictos, dictadores y todo aquel que quiera invadir un país por las razones que sea. Si mañana otro país hace lo mismo y la comunidad internacional le ordena que pare, podrá decir que a Israel se lo permitieron en Palestina. Ese es el problema, estamos aniquilando las convenciones internacionales.

En noviembre de 2024, la Corte Penal Internacional (CPI) ordenó la detención del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu; del que entonces era su ministro de Defensa, Yoav Gallant, y de Mohammed Deif –líder de Hamas fallecido en julio–, y nadie ha hecho nada.

Europa no ha respetado esas órdenes de arresto. Se ha limitado a decir que ‘si Netanyahu viene a suelo europeo, no vamos a arrestarlo’. Es una tragedia porque Europa se está riendo de sus propias instituciones, no se está respetando a sí misma.

Tenemos que poner fin a las masacres y al bloqueo, abrir las fronteras y desinvertir en Israel hasta que se ponga fin a la ocupación de Palestina y a las masacres.

Tenemos que hacer lo necesario para parar las matanzas y llevar a los responsables ante los tribunales; no podemos decir que no lo vimos, porque es un genocidio que estamos viendo en tiempo real gracias al trabajo de los periodistas palestinos, a quienes Israel ataca deliberadamente.

Desde la muerte de Fatma, el 16 de abril, han matado a otra decena. Y no solo a periodistas, también a médicos, sanitarios, escritores…

En diciembre de 2023, a los dos meses de comenzar la guerra, mataron a Refaat Alareer, que no era más que un poeta y académico.

 

«Este genocidio es como una hemorragia. La sociedad, la humanidad entera, se está desangrando y si no detenemos ya este desangramiento, moriremos»

Con esto quiero decir que lo que está ocurriendo ahora no es nuevo, viene ocurriendo desde hace 20 meses, incluso desde mucho antes de 2023. Recordemos la muerte de la periodista palestina Shirin Abu Akleh en mayo de 2022 en Jenin. Y hay muchos casos más.

La falta de alimentos, la hambruna, los bloqueos a la ayuda humanitaria han tenido altibajos, pero si repasas la hemeroteca, verás que que vienen ocurriendo desde el principio. Pero hemos dejado que la situación se fuera pudriendo y todavía hoy seguimos debatiendo qué hacer.

Para el 15 junio está prevista la Marcha a Gaza, una movilización civil internacional. Además, Israel acaba de secuestrar el barco de ayuda Madleen.

Nuestra responsabilidad hoy, como ciudadanos libres y del mundo, es levantarnos, porque permitir que esto ocurra equivale a socavar nuestras propias democracias y abre la puerta a la extrema derecha y al fascismo, también aquí en Europa.

Palestina es un laboratorio. Tenemos que detener este genocidio porque es como una hemorragia. La sociedad, la humanidad entera, se está desangrando y si no detenemos ya este desangramiento, moriremos.

Nada de lo que está ocurriendo –ni en Gaza ni las respuestas represivas a las movilizaciones pro Palestina ni las cancelaciones de activistas, etc.– entra dentro de los parámetros de normalidad.

¿Cómo recuerda su última conversación con Fatma Hassona el 15 de bril?

Pienso en ella en todo momento. Era tanta su energía vital, tan carismática su sonrisa… que la sigo sintiendo a mi lado. Una parte de mí sabe que no está, pero otra se niega a aceptar su asesinato.

Me sigo levantando pensando que le voy a enviar un mensaje, que voy a hablar con ella. Es un sentimiento bastante esquizofrénico.

Lo único que me queda es seguir promocionando el documental, compartiendo sus fotos, poemas…

Ella misma me mandó mensajes presagiando su muerte, especialmente después de que mataran a su mejor amiga. Pero, al mismo tiempo, estaba llena de esperanza y de ilusión por viajar a Cannes.