Periodista / Kazetaria

Top Manta: carrera de fondo en Barcelona contra el racismo institucional

El éxito de la Primera Cursa Antiracista de Barcelona, a la cual acudieron 10.000 personas, relanza la lucha del colectivo migrante para lograr un marco legislativo que evite su discriminación y le permita arraigarse en la sociedad de acogida.

Un momento de la Primera Cursa Antirracista que tuvo lugar el 1 de junio en Barcelona.
Un momento de la Primera Cursa Antirracista que tuvo lugar el 1 de junio en Barcelona. (TOP MANTA)

El pasado 1 de junio, el barrio de Sants de Barcelona albergó la Primera Cursa Antirracista que ha tenido lugar en la capital catalana. Alrededor de 10.000 personas recorrieron sus calles enfundadas con una camiseta en cuya espalda se podía leer «Agua», la palabra que gritan los manteros cuando viene la Policía a decomisarles el material.

Una situación que en Catalunya se ha incrementado en los últimos meses en algunas localidades costeras. La más reciente ocurrió el día 5 en Salou, donde se registró una violenta actuación policial y la sustracción de la ropa que estos vendedores ambulantes tenían almacenada en una nave del municipio de la Costa Dorada.

En alusión a dicho incidente, Aziz Faye, miembro de Top Manta, la cooperativa impulsora de la carrera antirracista, recordó que el propio evento se topó con trabas por parte de la Administración, como la limitación del área disponible para los corredores o que el número de inscritos no podía sobrepasar los mil participantes.

Eso hizo que la mayoría se quedara sin dorsal, formando una «grada de animación antirracista» a la que se sumaron 50 entidades, personalidades del deporte y la cultura y las peñas del Sant Andreu, Europa, Júpiter y otros clubes de futbol.

La carrera, encabezada con el lema «Aquí construimos justicia social», sirvió para visibilizar la necesidad de actuar contra la discriminación que sufren las personas racializadas y reclamar medidas que les permitan regularizar su situación administrativa, pues con la actual Ley de Extranjería, esto resulta una quimera.

«Se nos exigen tres años para obtener un contrato de trabajo, de manera que nos obligan a hacer trabajos informales», subraya Faye.

En ese sentido, el portavoz de Top Manta considera que la carrera representó «un hito histórico e irrepetible» en la lucha antirracista; tanto por la forma imaginativa de reactivar la movilización en un contexto donde los discursos del odio se han extendido (según SOS Racismo, solo en Internet, han aumentado un 400% en la última década); como porque realza la labor de la cooperativa y otros proyectos surgidos tras la aparición del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona, ahora hace diez años.

De Senegal a Can Batlló

Pese a que la venta ambulante continúa siendo la única salida para muchos inmigrantes, el sindicato ejemplifica la capacidad del colectivo para tejer iniciativas económicas.

Con este fin se fraguó en 2015, cuando un grupo de senegaleses llegados en patera se organizaron para defender sus derechos.

También contribuyó la trágica muerte, en agosto de ese año, de Mor Sylla, el albañil que se precipitó desde el tercer piso de una vivienda durante una operación policial en Salou.

«Somos hijos de familias que vivíamos de la pesca, pero que, a causa del saqueo que practican las multinacionales extranjeras en nuestras aguas, hemos tenido que buscarnos un futuro digno en territorio español», explica Faye, que recuerda cómo «durante la ruta muchos pierden la vida en el mar, en el desierto o en la valla de Ceuta y Melilla».

Tras llegar a doscientos afiliados, el sindicato empezó una andadura en la que no han faltado las redadas policiales, las multas que imponen las autoridades a quienes venden ropa fuera del circuito comercial o la reclusión de algunos de ellos en el Centro de Internamiento de Extranjeros de la Zona Franca (Barcelona), del cual pueden ser repatriados a sus países si antes no regularizan su situación.

Con el objetivo de evitar la precariedad, el sindicato constituyó en 2018 la cooperativa Top Manta, una marca de ropa solidaria concebida con criterios éticos que ya ha logrado que 250 personas tengan papeles.

Junto a un taller de serigrafía y otro de costura situados en el recinto autogestionado de Can Batlló, donde trabajan 25 personas que también asumen encargos externos, «hemos conseguido mejorar nuestras condiciones de vida e impulsar campañas para que la población se conciencie sobre las afectaciones de las personas que aún no disponen de contrato», explica Faye.

Un antídoto contra el odio

Top Manta se ha distinguido por una línea de ropa original y moderna, que, junto a las zapatillas deportivas que diseña en los talleres, exhibe en las pasarelas que organiza en el espacio público.

Actividades que le han ayudado a acercarse a la ciudadanía, sobre la cual opina que, a medida que ha conocido sus colecciones, va disipando los clichés que aún existen sobre el colectivo mantero.

Según la cooperativa, mediante estos eventos y su tienda ubicada en el corazón de Barcelona, se va logrando que se entiendan mejor los motivos de la venta ambulante y el esfuerzo que este movimiento hace para arraigarse en el tejido económico con sus propios negocios.

No obstante, esto no ha paliado la persecución policial ni la exclusión que padece el colectivo. Al contrario: con la entrada del PSC en el Ayuntamiento de Barcelona, esta tendencia no ha hecho más que incrementarse, agravada por el discurso maniqueo que, especialmente Vox y Aliança Catalana, quieren imponer respecto a la inmigración procedente del Magreb y del África Subsahariana, a la que culpabilizan del incremento de la delincuencia y la inseguridad en las calles de Catalunya.

Pese a que Top Manta tomó un gran protagonismo durante la pandemia, cuando en su antiguo taller del Raval confeccionó miles de mascarillas, batas y otros materiales sanitarios, el “Pla Endreça” (Plan Ordena) que el PSC está desplegando actualmente le ha situado de nuevo en el punto de mira.

«Se han intensificado los controles racistas y nos enfrentamos a una mayor vulnerabilidad administrativa que, sumada a los mensajes de odio que lanza la extrema derecha y el lobby más conservador de los comerciantes, acentúa nuestra vulnerabilidad», remarca Faye.

A pesar de ello y de que muchos inmigrantes sin papeles carecen de la protección social necesaria, Faye incide en que «cada vez somos más los que nos organizamos».

Y, sin duda, la Primera Cursa Antirracista de Barcelona representa un espaldarazo a este propósito de mostrar la voluntad emprendedora del colectivo y, como insiste el portavoz de Top Manta, su compromiso de «contribuir a una sociedad más justa, democrática e inclusiva».

Un pequeño ecosistema de la economía social

Top Manta se ha convertido en la gran referencia de la lucha por empoderar y dar una salida laboral al colectivo de vendedores ambulantes.

Pero detrás de esa cooperativa, que ha seducido al público por su catálogo de ropa y las iniciativas que ha emprendido para atender diferentes problemáticas sociales, aparecen otros proyectos surgidos del mismo entorno.

Es el caso de la cooperativa Diancoop, que desde 2017 ofrece servicios de limpieza y transporte a empresas e instituciones.

Integrada por una veintena de hombres y mujeres provenientes de Senegal y Nigeria, Diancoop obtuvo el apoyo inicial del Ayuntamiento de Barcelona y de BCNActiva, fruto del cual empezó a asentar su plantilla de empleados y a intercooperar con las distintas redes que configuran la economía social y solidaria en Catalunya.

Gracias a ello, ha ampliado su actividad con los caterings comunitarios, a los que acuden asociaciones de vecinos o las mismas federaciones de cooperativas de trabajo y consumo.

Otra de las iniciativas en la misma línea es la cooperativa Abarka, creada en 2019 por personas migrantes y racializadas con el objetivo de sostener proyectos de autorrealización centrados en la gastronomía africana y que, tras el respaldo de varias entidades de finanzas éticas, cuenta con un restaurante propio, además de proporcionar a festivales y otros eventos los platos más representativos de la cocina africana.

Charlas, talleres y experiencias culinarias completan la oferta de un proyecto cuya difusión también busca desestereotipar los puestos asignados a la comunidad negra.

Al lado de Diancoop, Periferia Cimarronas o MigrESS, entre otros, Abarka fue una de las entidades más activas en la Cursa Antirracista de Barcelona, y junto a estas asociaciones, participa cada año en la Fira Migrant d’Economia Social i Diversa, el encuentro organizado por el Ateneu Cooperatiu de Barcelona-Coòpolis con el fin de promover las iniciativas socioeconómicas impulsadas por personas migradas o racializadas en Catalunya