«Construir poder sindical significa que la negociación no acaba cuando la patronal quiere»
Tras finalizar su XVI Congreso, ELA afronta el futuro reafirmándose en su modelo de confrontación. Su secretario general, Mitxel Lakuntza, alerta del avance de las políticas neoliberales, reclama más poder público y justicia fiscal, y apuesta por la militancia para mejorar las condiciones laborales.

Tras finalizar el Congreso, ¿cómo valora los últimos cuatro años y que objetivos se marca ELA de cara a los siguientes cuatro?
En cuanto a lo que tiene que ver con la acción del sindicato, valoramos muy positivamente estos últimos cuatro años. Llegamos al XVI Congreso con un respaldo muy importante de la clase trabajadora. ELA es el sindicato que más respaldo tiene en Euskal Herria, con un 36% de representación y con una afiliación de más de 104.000 trabajadoras y trabajadoras. Llegamos con 3.000 afiliados y afiliadas más que en el anterior, de los cuales la mayoría de ellas son mujeres y migrantes. Además, hemos llegado al congreso con el 90% de cobertura sindical y habiendo mejorado las condiciones de trabajo y vida de la clase trabajadora. Los convenios que firma ELA son los que más incrementos salariales y menos reducción de jornada tienen.
Esto tiene mucho valor para un sindicato como el nuestro, que tiene enfrente todo el poder económico, buena parte del arco político y también mediático, que intentan generar un relato en contra de aquellos que decidimos no movernos exactamente en el sitio que estos poderes nos reservan.
«Valoramos positivamente nuestra acción sindical pero, en general, es la patronal la que está ganando, y eso nos preocupa»
Pero somos conscientes de que el sindicato no llega a una buena parte del mundo del trabajo, y la fotografía general de lo que está pasando es muy diferente. Hoy en día es la patronal la que está ganando, y en ese sentido estamos preocupados.
En este Congreso hemos insistido sobre todo en el valor de la militancia, porque esa militancia es la que va a hacer posible llegar a más trabajadores y trabajadoras. Desde esa militancia vamos a conseguir mayor influencia y capacidad, no solo en los centros de trabajo, sino también en lo que a influencia política se refiere.
Desde algunos sectores les recriminan «hacer política»
Sí. Estas declaraciones que llegan desde algunas instituciones y desde el entorno del PNV y PSE nos parecen muy peligrosas, porque dan a entender que solo aquellos partidos políticos que están en el ámbito institucional tienen derecho a ejercer la política.
ELA se ha vuelto a reafirmar en un sindicalismo de confrontación.
ELA intenta construir poder sindical, es decir, plantillas organizadas que tengan capacidad para poder confrontar con sus empresas y con las patronales de ese sector. Esa capacidad de confrontación significa que la negociación no va a acabar cuando quiera la empresa, y en eso es clave nuestra caja de resistencia. Cuando los trabajadores y trabajadoras tienen ese poder, la estadística nos dice que se consiguen logros que de otra manera no son posibles. Mediante la huelga hemos conseguido dar la vuelta a muchas situaciones, especialmente en empresas donde la precariedad se ha extendido de manera muy evidente.

Esto no quiere decir, como pretende achacarnos el lehendakari, que la huelga sea un fin en sí mismo, esto no tiene ningún tipo de sentido. Esta capacidad de confrontación lo que hace es mandar un mensaje a la patronal, y ante eso, hay patronales que, de una manera más pragmática, intentan llegar a un acuerdo, y hay otras patronales, como Confebask, que tienen una posición mucho más autoritaria y que van buscando la firma del sindicato más barata.
Esa capacidad de confrontación se logra mediante un trabajo organizativo muy grande, que tiene que ver con la ideologización, con la formación, con el reparto de tareas, con la concienciación y con hacernos fuertes en los centros de trabajo.
Desde algunos sindicatos, como UGT, también critican esa estrategia.
El sindicalismo de confrontación y de contrapoder que defiende ELA ha ganado la batalla del modelo sindical. Con nuestro modelo, somos el sindicato con mayor respaldo en Euskal Herria y el que conseguimos mejores acuerdos.
«No todo el sindicalismo está en crisis. No hay crisis en aquellas organizaciones que apuestan por confrontar y por ejercer de contrapoder»
En el último Congreso hemos tenido interés en remarcar que no todo el sindicalismo está en crisis y que no hay crisis en aquellas organizaciones sociales o aquellos sindicatos que apuestan por confrontar y por ejercer de contrapoder. Desde ese contrapoder se genera una adhesión, una ilusión y una militancia que de otra manera no se puede. Son los propios trabajadores los que tienen que convertirse en protagonistas de sus reivindicaciones, y el sindicato es una herramienta para ello. Aquí, el que no se prepara para la pelea sindical, no va a mejorar sus condiciones de trabajo.
Son el resto de sindicatos los que tienen un problema de credibilidad, los que han estado venga a decir que hay que ejercer un sindicalismo de diálogo social, de concertación, de institucionalidad y de jugar un papel de responsabilidad acorde al poder económico. Han jugado esa batalla y han perdido, porque cada vez tienen menos implantación en este país.
He escuchado decir al nuevo responsable de SEA que el sindicalismo tiene que apostar por el modelo del diálogo social y de la concertación… Que te diga la patronal lo que tienes que hacer es motivo suficiente para desconfiar.
En los últimos años hemos visto el cierre de diferentes industrias en Euskal Herria. ¿Qué responsabilidad tienen las instituciones vascas en ello?
ELA ha venido mostrando su preocupación por el enfoque que los gobiernos le han dado a la situación industrial. Se ha dejado todo en manos del sector privado, y la política industrial que se ha llevado ha sido, sobre todo, la de bajar el impuesto de sociedades a las empresas, y facilitar otro tipo de exenciones y desgravaciones. Y esa política ha dejado al descubierto muchas carencias, y más en un momento de cambio de paradigma desde el punto de vista del modelo productivo.

Más allá de la propaganda que se hace, que hay mucho de propaganda en la política industrial del Gobierno Vasco, nuestra experiencia es que cuando se anuncian determinados cierres como el de Guardian, Bridgestone o algunas otras empresas, no hay nunca una política de anticipación. A esto se le suma una posición abierta a favor de la industria militar, de la cual estamos frontalmente en contra.
Ante ello, ELA plantea el impulso público de la economía para fomentar un tejido industrial más adecuado y que se promuevan iniciativas que estén dirigidas a generar un beneficio social y que cuenten con la participación de los trabajadores y trabajadoras. Ese impulso público no es solo dar dinero a las empresas, esto tiene que estar sujeto a una determinadas condiciones y a un desarrollo estratégico.
«En las últimas décadas todo el avance tecnológico ha ido, sobre todo, a aumentar los beneficios empresariales»
¿Cuál es la posición de ELA ante el avance de la Inteligencia Artificial en el trabajo? ¿La ven como una amenaza o una oportunidad?
Evidentemente es un tema que puede tener consecuencias muy directas en determinados sectores, donde la Inteligencia Artificial pueda venir a sustituir puestos de trabajo. Y eso preocupa. Esto tiene que ver con el avance que se ha dado en la tecnología en general, y hay que hacerse una pregunta: ¿Ese avance tecnológico a disposición de quién ha estado? Se habla mucho de productividad, pero en las últimas décadas todo el avance tecnológico ha ido, sobre todo, a aumentar los beneficios empresariales. Es la patronal la que se está llevando una parte cada vez mayor de esa productividad sin que haya una corrección política en cuestiones como la fiscalidad. Por eso insistimos siempre tanto en la fiscalidad, porque es un instrumento de corrección política y de justicia social para corregir los desmanes y los excesos.
En la última década ha empeorado bastante la relación entre ELA y LAB. ¿Cual es la actual situación? ¿Ven mimbres para algún tipo de unidad sindical?
Yo creo que estamos en un punto donde cada una de las organizaciones ha objetivizado el problema y ha dicho que no tenemos condiciones para llegar a un acuerdo estratégico.
Por nuestra parte hemos planteado dos cuestiones: La primera, que somos dos organizaciones que tenemos herramientas y estrategias sindicales diferentes, y en este caso la caja de resistencia de ELA nos permite llevar adelante huelgas y conflictos que LAB no lleva. La segunda es que ELA da mucho valor a su autonomía, y desde esa autonomía analiza la política sin una lectura partidista. Y ahí evidentemente LAB es parte de un movimiento mayor que le pone una serie de límites que ELA no tiene, y eso suele convertirse en un problema cuando tenemos que hacer lecturas conjuntas.
Tenemos acuerdos en temas como el SMI, y seguramente el futuro vaya a venir por ahí: Sin tener un acuerdo estratégico que abarque la generalidad de los sectores, poder ser capaces de buscar acuerdos en cuestiones concretas en las que coincidamos.
Ha criticado también a los partidos de izquierda. ¿Cuál es la relación actual de ELA con EH Bildu?
En términos de interlocución tenemos una relación normalizada. Sin embargo, es evidentemente que hoy en día tenemos diferencias en la estrategia que tiene que seguir la izquierda. Me explico. Estamos en unas décadas donde se va imponiendo una política neoliberal que va ganando terreno a todo lo que tenga que ver con la defensa de lo público y la solidaridad. Es una política de arrasar con todo lo que se pueda, y eso se ve en toda la política fiscal, la política presupuestaria, lo que está pasando con Osakidetza, la vivienda, el sistema de cuidados... Hay unos responsables claros, la derecha económica que ha estado dirigiendo la política en este país: PNV y UPN, con el apoyo del PSE y del PSN.
«Limitarse a que la aportación de la izquierda sea el mal menor, para nosotros es un error estratégico»
Entonces, nos preguntamos: ¿qué posibilidades de colaboración tiene la izquierda con los partidos que son los que han determinado la realidad económica y social de este país? Nos preocupa que esa colaboración sea acercarse a la posición de esos partidos. Evidentemente, no estamos de acuerdo con ese tipo de política porque, como se ha visto en diferentes acuerdos, no hay cambios fundamentales. Somos conscientes de que, evidentemente, EH Bildu incorpora medidas que son coincidentes con ELA, pero cuando analizamos la política en términos generales, no vemos una práctica que lleve a cambiar las cosas. Nos preocupa que haya una asimilación y que no se plantee una alternativa clara a esas políticas neoliberales. Además, creemos que eso genera desmovilización, porque se transmite un mensaje de que las cosas no están tan mal y que los acuerdos son posibles.
Limitarse a que la aportación de la izquierda sea el mal menor, para nosotros es un error estratégico. A nosotros nos gustaría que la izquierda que está hoy en las instituciones tuviese un interés en acercarse a las reivindicaciones de los movimientos sociales y sindicales, y trabajar en común.
¿Qué papel deben jugar los movimientos feministas, ecologistas y antirracistas en el sindicalismo del siglo XXI? ¿Y qué está haciendo ELA para integrarlos?
Para ELA el poder popular es muy importante, y como poder popular entendemos toda aquella articulación de los movimientos sociales y todas aquellas organizaciones que desde ese contrapoder van transformando una sociedad. No es verdad que solo la sociedad se transforma desde las instituciones, creo que la historia tiene buenos ejemplos de cómo se van acometiendo algunas transiciones en las sociedades. El sindicato está muy preocupado con el auge de la ultraderecha a nivel internacional y de la xenofobia y el racismo y pensar que nuestro país es ajeno a eso es un error. Por ello, es muy importante fortalecer ese tejido social y poder popular para hacer frente a esa ultraderecha. Por nuestra parte creo que una de las mejores noticias que hemos tenido estos últimos cuatro años es sobre todo el incremento de trabajadores y trabajadoras migradas que son parte del sindicato y que se acercan a este sindicato porque ven que es el que mejor les defiende.
«En un contexto donde el individualismo ha avanzado, la lucha sindical demuestra que desde el colectivo se puede mejorar las condiciones de vida y de trabajo de miles de trabajadores»
¿Qué les diría a los trabajadores y trabajadoras más precarias?
Que se organicen y que vengan al sindicato. Porque, como he dicho antes, el que no se prepara para la lucha no tiene nada que hacer. En un contexto donde el individualismo ha avanzado, creo que lo que enseña la lucha sindical es que la lucha colectiva puede mejorar las condiciones de vida y de trabajo de miles de trabajadores y trabajadoras. No hay mejor defensa para un trabajador o trabajadora que la defensa colectiva. Y, sobre todo, cuanto peor estás. En en aquellos sitios donde la precariedad es más más extrema es donde es más necesaria la defensa colectiva, organizarse y desde esa solidaridad hacer frente a a lo que tenemos delante.

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