«Me gustan los futuros lejanos, imaginar cómo va a evolucionar la humanidad dentro de siglos»
La ópera prima de Jesús Sánchez Cascón ha tardado quince años en ver la luz desde que escribió con su pluma la primera palabra. Se trata de ’Las guerras nucleares’, una obra que viene a sumar a un género con menos escaparate que otros, la ciencia ficción.

Jesús Sánchez Cascón (Donostia, 1976), Txus para los más cercanos, tuvo una idea hace quince años y se sentó delante de un cuaderno para plasmarla. Tras doce años de parón retomó su proyecto, que ahora ve la luz bajo el título de ‘Las guerras nucleares’, una novela de ciencia ficción ubicada en un futuro en el que ni el Sol ni la Tierra existen.
No deja de ser una anécdota, pero ¿por qué E.J. Cascón en la portada del libro?
Mi primer apellido es Sánchez, pero en la editorial dijeron ‘puff, mejor el segundo’. Y mi nombre es compuesto, Eduardo Jesús, y quedaba muy largo, así que EJ, que además no se sabía si era hombre, mujer…
¿Por qué se ha decantado por este género?
Me gusta mucho la ciencia ficción, leo mucho desde que era pequeño. Yo soy ingeniero y trabajo en una empresa de redacción de manuales técnicos, que son muy áridos y tienen unas reglas que son completamente diferentes a las reglas de la escritura creativa.
Me gustan sobre todo los futuros lejanos, cómo va a evolucionar la humanidad dentro de siglos. Mi mayor influencia puede ser Asimov, también Arthur Clarke, Frank Herbert, los clásicos de la edad de oro de los 50 y 60 del pasado siglo… También juego mucho a rol, que se trata de imaginar mundos y crear el trasfondo de los personajes.
Ha sido una gestación larguísima…
Hace quince años empecé a escribir un relato, sin ambiciones, una ópera espacial, que viene a ser una aventura como podrían ser las de Indiana Jones, sin ninguna pretensión. Pero llegó un punto en el que llevaba doscientas páginas y me preguntaba si sería legible. Se lo di a un amigo, lo leyó y me dijo que le había encantado. Pero se cruzaron otras cosas, familia, trabajo… y me pregunté ‘¿cómo voy a escribir yo una novela?’.
Así que doscientas páginas escritas del tirón para terminar metidas en un cajón…
Sí, tenía escrito cómo empieza y cómo termina, pero me faltaba el nudo. Aunque había cogido un folio en tamaño A3 y me había hecho como un ’story board’ de la novela. Pero no me animaba a seguir.
Hasta que hace tres años, ese amigo que la leyó, Arkaitz, me dijo que conocía a un guionista profesional, Eligio Montero, que le iba a pedir que se leyera lo que tenía escrito y que igual me ayudaba a publicarlo. Ese fue el impulso que me hacía falta. Me puse a escribir y tardé un año en terminarla.
La escribí a mano, con pluma, en cuadernos. Además tengo una libreta con todos los personajes, sus características físicas, lo que desean, las reglas de su mundo, localizaciones… todo a mano para mantener la coherencia, que ha sido lo más difícil.
Lo que tenía en un folio de tamaño A3 lo convertí en un Excel gigante en el que todos los personajes van descendiendo como si fuera un embudo, hasta confluir. Es una novela coral, con forma de rombo, los personajes primero se expanden y luego encajan en el final.
Una vez terminada, ¿cuál era el siguiente paso?
Se lo doy a leer a tres lectores ‘beta’. Bueno, se lo doy a más, pero hay tres que se lo leen. Uno se lo lee del tirón y me da su ‘feedback’, pero es un ‘feedback de amigo’. Otro me va diciendo qué le parece capítulo a capítulo, me llama por teléfono después de leer cada uno. ‘Esto no encaja, esto no me lo creo, este personaje me sobra…’, y eso me sirve un montón para retocar.
Y comienza la odisea para publicarla, en este caso coeditándola…
Tenía otras dos opciones. Una comenzar a lanzar manuscritos a las editoriales, pero eran 900 páginas… Y tampoco lo podía presentar a un concurso, porque más allá de 400 páginas nadie te lo admite. Así que decidí coeditarlo, porque para editarlo yo solo creo que necesitaba mucho pulido. La editorial Bubok me puso una correctora impresionante, una pasada, me revisó la fluidez, la puntuación, la claridad… Y con eso ya lo publicamos, en edición electrónica y edición física.
Bueno, y como se suele decir, ¿de qué va el libro?
Como he dicho, es una aventura espacial. En principio no tiene un trasfondo filosófico, ni un mensaje alegórico, ni nada parecido, aunque a lo largo de tantas páginas los personajes van creciendo, van cambiando, y a posteriori he encontrado un tema común, que es la pérdida. Todos tienen en común que han perdido algo antes de que empiece la novela o lo van a perder durante la novela.
El argumento se sitúa dentro de millones de años en el futuro, la Tierra ha dejado de existir porque el Sol se ha convertido en una gigante roja, pero la humanidad se ha expandido por la galaxia. No quiero destripar nada, pero hay varias facciones que han evolucionado en diferentes aspectos tecnológicos y sociales. Hay un imperio que subyuga a miles de planetas, y tienen su némesis, que son los nucleares, que de ahí viene el título de la novela, no tiene nada que ver con bombas atómicas.
Y luego hay una serie de facciones que impactan en la historia, no faltan los alienígenas, los robots, las sectas, todas influyen y tienen personajes con nombres y apellidos. Y todas confluyen en un conflicto final.
¿Y ahora qué? Dicen que escribir engancha…
Sí que engancha. Consume muchísimo tiempo, pero aunque vendiera cero ejemplares, que ya no es el caso, me compensa. Al libro no le pido que se venda, le pido que se lea. El proceso de escribirlo lo repetiría mil veces.

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