Marcel Pena
Aktualitateko erredaktorea / Redactor de actualidad

El tercer grado se aplica a un 30% de los presos de la CAV, 12 puntos más que en el Estado

Las prisiones de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa tienen el porcentaje de población reclusa a la que se le aplica el tercer grado más elevado del Estado, con un 30,31%, frente a la media estatal del 18,22%. Unas cifras que, según la investigadora Isabel Germán, vienen desde antes del traspaso de prisiones.

El curso se ha celebrado en el Palacio Miramar de Donostia.
El curso se ha celebrado en el Palacio Miramar de Donostia. (UIK-EHU)

Desde que en octubre de 2021 el Gobierno de Lakua asumiera la gestión de la política penitenciaria, las cifras en cuanto a la aplicación del tercer grado en la CAV y en el resto del Estado han ido en direcciones opuestas. Muestra de ello es que mientras en el resto del Estado esta medida de semilibertad se aplica al 18% de los presos, en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa aumenta hasta más del 30%.

Esta es una de las conclusiones extraídas de la ponencia ‘El cumplimiento del tercer grado penitenciario en la CAE’, impartida este jueves por Isabel Germán, investigadora del Instituto Vasco de Criminología, en el marco del curso de verano de la EHU ‘Los programas especializados de tratamiento en prisión como herramienta fundamental de reinserción social’. Durante su intervención, Germán ha profundizado en aspectos como la importancia de esta medida en la reinserción de las personas presas o los factores negativos que pueden llevar a una regresión de grado.

En primer lugar, la investigadora ha enumerado algunos de los principales desafíos asociados a la reinserción social, tales como «la situación financiera y ocupacional, la red social, la estancia en el Centro de inserción social, la estigmatización, el desarrollo personal o la vuelta a la libertad». Además, ha explicado que, debido al aumento poblacional en la sociedad, se está alcanzando una «sobrepoblación» en las cárceles, «sin llegar al hacinamiento». Esto puede provocar que el tiempo que se dedica a cada preso de cara a preparar su puesta en libertad sea «escaso», más si cabe en el caso de las mujeres, en un contexto, el carcelario, «predominantemente masculino».

En cuanto a la aplicación del tercer grado en las cárceles de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, la investigadora cree que las cifras «son buenas». «El porcentaje de personas en tercer grado es más elevado que en el Estado», ha explicado. De hecho, al contrario que la tendencia estatal, en la CAV ha ido en ascenso, hasta llegar al 30,31% de presos a los que se les aplicaba esta medida a finales de 2024, frente al 18,22% del Estado español. Unas cifras que, según Germán, «ya venían desde antes de la transferencia» de prisiones culminada en octubre de 2021 y que ha relacionado con «el apoyo que ha habido siempre desde el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria».

Además, ha valorado positivamente que, en el caso de la CAV, «es habitual la colaboración con organismos y entidades del tercer sector, tanto dentro como fuera de las prisiones, facilitando el proceso de reinserción». En cuanto a los factores que pueden incidir negativamente en la reinserción, ha mencionado los de tipo personal, como el consumo de drogas y los problemas de salud mental; de carácter situacional, relativos a problemas económicos, un contexto familiar y social desestructurado o un entorno delincuencial; y los estructurales, entre los que ha destacado la falta de recursos humanos y económicos para la preparación en el proceso de reinserción, la falta de empleo o la excesiva burocratización. «Factores de riesgo, por la presencia de varios de ellos o de uno de manera muy intensa, conllevan que el itinerario de rehabilitación sea muy complejo y afecte a la reinserción social, incluso hasta llegar a truncar el proceso», ha subrayado la experta.

Finalmente, para que el proceso de reinserción de un penado en tercer grado sea eficaz, Germán ha incidido en que son necesarias una serie de acciones, principalmente «la preparación desde su estancia en prisión, la coordinación entre instituciones y entidades implicadas, que el apoyo no finalice de forma abrupta con el cumplimiento de la condena y neutralizar el estigma social».

El 65% acaba la condena en tercer grado

Tras la intervención de Isabel Germán, ha tenido lugar la mesa redonda ‘Los programas especializados de tratamiento en prisión como herramienta de acceso al medio abierto’, en la que, además de la investigadora del Instituto Vasco de Criminología, también han participado el director de Justicia del Gobierno de Lakua, José María Bastos, y el responsable del servicio de gestión penitenciaria, David Garrido.

Al igual que ha hecho Germán durante su intervención anterior, en este caso Bastos también ha subrayado la importancia de transformar la «autopercepción» criminal de los presos «hacia una de más social». Y, para lograrlo, ha puesto el foco en el «triángulo» que conforman las juntas de tratamiento, el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria y las entidades del tercer sector, claves todas ellas para que el tercer grado cumpla con su función.

Según el director de Justicia, en la CAV el 65% de los presos termina su condena en tercer grado. «¿Qué pasa con el otro 35%? En la mayoría de los casos, está relacionado con un fracaso anterior que los ha regresado a segundo grado», ha explicado.

Por su parte, Garrido ha puesto énfasis en la negociación entre presos y las justas de tratamiento a la hora de diseñar los programas de tratamiento, especialmente cuando se trata de abordar el tema de consumo de drogas. Así, ha valorado positivamente que «un interno se implique, se posicione y razone», un punto que «merece la pena potenciar».