
Aunque el pop rock haya contado con gente que ha aguantado en escena con mucha edad acumulada, son géneros como el jazz, el blues o el folk los que nos han solido sorprender con la activa presencia de artistas muy mayores, pero aún actuantes en directo. Es el caso del brasileño Hermeto Pascoal que a sus 89 años recientemente cumplidos viaja aún dirigiendo a su grupo, aunque ayer tarde mostró en el Kursaal su apagado protagonismo escénico. Con el primer pinchazo de público del Festival, que solo llenó la mitad del auditorio.
El apodado Gandalf brasileiro por sus luengas y canas barbas, revolucionador del género folclórico y del jazz de raíces, gira con el apoyo del pianista André Marques, el soplador en diferentes instrumentos Jota Pê, las percusiones de su hijo Fabio Pascoal, el batería Ajurinã Zwarg y el bajista Itiberê Zwarg.
Hermeto y su gente pusieron en solfa directa su particular concepto de un tipo de jazz muy tribal y brasilero. El jefe de fila parece el menos protagonista del set, tocando apenas algunos leves tramos de teclados, casi inaudibles. Aportó un par de sus particulares instrumentos en forma de cazuela y corneta o cuerno. Y añadió algunos adornos vocales, compartidos con el público, a la impecable labor de su quinteto. Más que Pascoal y Grupo pareció al revés, aunque se supone que el patriarca controla y dirige la labor colectiva.
Se escucharon las canciones ‘Viva Sao Paulo’, ‘Para Ron Carter’, ‘Papagaio alegre’, ‘Tamarancos e Pilöes’, ‘Conversaçao’, ‘Depois do baile’, ‘Forró Brasil’ o ‘Alin’. La samba ‘Jegue’ y la fraternal invitación ‘Irmaos Latinos’ cerraron una sesión brillantemente compacta que vivió el bonito guiño de ecos de pasodoble y una cita al ‘Aranjuez’ del maestro Rodrigo.
Pedrada sónica
Al mediodía, Pierre de Bethmann clausuró las tres jornadas francesas a piano solo en el Museo de San Telmo y en las dobles sesiones del Teatro Victoria Eugenia actuaron el quinteto de jazz-soul EME EME Project y el combo jazzero de diferentes procedencias geográficas El Cuarteto Federal. Las muy aireadas, pero sin lluvia, terrazas del Kursaal se animaron con propuestas como JazzyBIT, Suite Seda y Eneko Diéguez Quartet.
La Plaza Trinidad se volvió a llenar con un nuevo conocido: el guitarrista Marc Ribot y su experimento Hurry Red Telephone, cita del poeta neoyorquino Richard Siken.
Fue la primera de las tres apariciones que el de New Jersey tiene en esta edición, en la que recibirá uno de los tres Premios del año. Sus ‘telefonistas’ son Ava Mendoza a la guitarra y la sección rítmica del barbudo contrabajista Sebastian Steinberg y Chad Taylor a la batería, plenos de fortaleza instrumental. La guitarrista de Miami, con trayectoria propia, puntea intrépida como acompañante o en tramos solistas, y comparte íntima intensidad de colegas instrumentistas con el responsable del invento.
A sus setenta y un años, Ribot no ha perdido frescura ni ganas de seguir jugando y el set hizo vibrar a las nobles piedras de la Trini. No se anduvo con chiquitas y salió en tromba ruidista, directo a la distorsión y los efectos. El recital transitó a ratos por un jazz rockeado y un blues roto y tuvo algún momento de desgarro vocal, pero fue protagonizado principalmente por un ejercicio de sonoridad experimental. La conocida pedrada sónica del siempre inquieto instrumentista.
¡Existimos!
Con la noche ya cerrada regresó al txoko de la Parte Vieja la volcánica vocalista Dee Dee Bridgewater, esta vez con un apoyo enteramente femenino y muy joven: Carmen Staa al piano y teclados, la bajista veneciana Rosa Brunello y Shirazette Tinnin a la batería. Ataviada con un florido colorismo, la gran Denise Eileen Garrett, que así se llama realmente, proclamó de salida su vigoroso activismo femenino «We exist!» y una llamada humanista. Explicó sentirse feliz por trabajar enteramente en femenino tras haber sido a veces la única mujer del grupo.
Dee Dee navegó cautivadora con canciones de mujeres y otras clásicas, con fuerza y potencia vocal, versatilidad y efectistas ejercicios de scatting onomatopéyico, conjuntados con sus chicas. ‘People Make the World Go Round’ y ‘The Danger Zone’ fueron declaraciones de principios, antes de reivindicar a Roberta Flack, Nina Simone o Abbey Lincoln. Ya había cantado a la tragedia de la nación negra usamericana con ‘Mississippi Goddam’ y estremeció en su versión de la trágica ‘Strange Fruit’. Pero fue en ‘Gotta Serve Somebody’, de Bob Dylan, donde se partió definitivamente el alma.
Ella, que ha hecho del desolado ‘Hound Dog’ uno de sus emblemas, se acompañó en su simpática despedida con ‘Compared to What’ de su linda perrita Daisy. A sus 75 años, la diva de Memphis con la cabeza rasurada se mostró plena de vitalidad biológica y artística y combatientemente empoderada como mujer.
En las terrazas de la playa intervinieron en sesión de noche DLC KULTUR (Chica Tequila & Maisa Covaleda) y Alma Seben. En el gran escenario playero la masa disfrutó de la arrolladora californiana Judith Hill y la divertida parisina Crystal Murray.
Hoy destaca al mediodía el solo a la guitarra de Marc Ribot en San Telmo. No se ha llenado el hueco que deja en el Kursaal la supensión del recital de la arpista Nala Sinephro por enfermedad. El altamente valorado jazz del pianista Brad Mehldau Trio y Dave Holland / Chris Potter estarán en la Trinidad. Y la alegría puramente pop de los locales Bulego y los catalanes Sidonie será la despedida del gran escenario de la playa de Gros.

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