Pastor por una semana: un verano diferente y popular en Finlandia
Un programa de verano que permite ser pastor por una semana causa furor en Finlandia, donde miles de personas aspiran a pasar siete días cuidando ovejas por su cuenta y sin ayuda en una decena de lugares remotos. Es una fórmula que busca combinar el descanso y la conservación de la naturaleza.

Un programa de verano tan insólito como popular causa furor en Filandia: ser pastor por una semana. Sus participantes pueden solicitar pasar una semana cuidando ovejas, por su cuenta y sin la ayuda de pastores profesionales en una decena de lugares remotos del país.
Uno de ellos es Stenberg, que participa con su esposa Oona y sus hijos Fia y Hugo, de 2 y 4 años de edad, en la “Semana del pastor”, que combina el descanso con la conservación de la naturaleza.
El destino elegido por Stenberg es una antigua granja situada en una idílica isla del Parque Nacional de Isojarvi, a la que solo se puede acceder en barco o a pie, atravesando el bosque y un puente.
Históricamente, las ovejas y otros animales de pastoreo han desempeñado un papel esencial en el mantenimiento de la biodiversidad y los entornos para la flora y la fauna. Pero los cambios en las prácticas forestales y agrícolas, así como la “drástica” disminución del número de pequeñas granjas en Finlandia, están afectando negativamente a estos ecosistemas tradicionales, explica Leena Hiltunen, experta de Metsahallitus, empresa que es propiedad del Estado finlandés.
Como parte de su misión de gestionar y proteger tierras, bosques y lagos, Metsahallitus organiza las estancias en praderas seminaturales y pastos arbolados en lugares delicados.
«El principal objetivo de las semanas del pastor es sensibilizar a la gente sobre estos biotopos tradicionales», subraya.
En el pasado, la vegetación de la isla de Isojarvi se mantenía de forma natural gracias al pastoreo de ovejas, que impedía la proliferación de matorrales, permitiendo así la supervivencia de especies vegetales e insectos que ahora están amenazados.
En comparación con los años 50, hoy en día queda menos del 1% de los paisajes tradicionales de Finlandia, según Metsahallitus, la mayoría de los cuales se encuentran en zonas protegidas.
VACACIONES ATRACTIVAS
Para la temporada de verano, Metsahallitus ha recibido 12.764 solicitudes de 2.236 personas, muchas de ellas para varios lugares. En total, se han asignado 158 semanas de pastoreo por sorteo.
La familia Stenberg, que vive en Vantaa, al norte de Helsinki, probó suerte varias veces antes de ser seleccionada este año, cuenta Oona.
Una semana suele costar entre 400 y 670 euros, según el lugar. El alojamiento es rudimentario y sencillo, en cabañas o chalets de madera en medio de la nada, a menudo sin agua corriente y a veces incluso sin electricidad.
«Algunos nos preguntan por qué queremos pagar para cuidar de las ovejas y la tierra», ríe Oona Stenberg. «Pero para nosotros es toda una experiencia, y a los niños les encanta», añade sorbiendo su café frente a la casa amarilla que alquilaron, rodeada de viejos edificios de madera y una sauna junto al lago.
En Finlandia mucha gente pasa los veranos en cabañas o chalets rústicos de madera en el campo. Hiltunen explica que solo los finlandeses pueden solicitar las semanas del pastor, porque hay que saber «gestionar este modesto estilo de vida» de forma autónoma en medio de la naturaleza.
«No tenemos recursos suficientes para hacer publicidad en el extranjero, ni para tener a alguien in situ que explique cómo funciona todo», dice.
«UN DESCANSO»
En esta isla se respira un ambiente de serenidad bajo un cielo gris que presagia lluvia. La familia tiene orden de contar la decena de ovejas todos los días, «y asegurarse de que gozan de buena salud, de que comen lo suficiente y de que las vallas están en buen estado», explica Petri, que normalmente es conductor de excavadora.
«Aquí vivimos realmente cerca de la naturaleza. Damos de comer a las ovejas dos veces al día, hemos ido a la sauna, nos hemos bañado y hemos pescado», cuenta Oona, fisioterapeuta.
«Aquí no he visto las noticias ni una sola vez. No hay televisión ni teléfonos. En cierto modo, mi mente se ha calmado y estoy viviendo el momento», confiesa encantado Petri. «Es un verdadero descanso de la vida cotidiana», concluye antes de volver a la tarea.

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