
El Gobierno italiano aprobó este miércoles el proyecto definitivo para la construcción del puente sobre el estrecho de Messina (sur), que unirá la península, desde Calabria, con la isla de Sicilia, y cuyas obras, con una inversión prevista de 13.532 millones de euros, podrían comenzar una vez finalizado el verano y concluir entre 2032 y 2033.
El visto bueno fue otorgado por el Comité Interministerial para la Planificación Económica y el Desarrollo Sostenible (Cipess), tras evaluar la documentación técnica y financiera presentada por el Ministerio de Infraestructuras y Transportes y las empresas involucradas. El ministerio ha señalado que, aunque falta el visto bueno del Tribunal de Cuentas, espera «iniciar las obras, los trabajos y las expropiaciones entre septiembre y octubre».
La estructura que unirá la isla con la península será el puente colgante más largo del mundo, con un vano central de 3.300 metros, con tres carriles de carretera por sentido, dos carriles de servicio y dos vías ferroviarias.
Estará sostenido por dos torres de 399 metros de altura, situadas en las costas de Calabria y Sicilia, unidas por cuatro cables de suspensión. El tablero tendrá 60,4 metros de ancho y una altura de 72 metros para permitir el paso de embarcaciones.
Según las primeras previsiones, el puente podría estar acabado entre 2032 y 2033, y tendrá una capacidad máxima de hasta 6.000 vehículos por hora y 200 trenes al día, reduciendo el tiempo de viaje entre Calabria y Sicilia de las actuales dos o tres horas en ferry a apenas 15 minutos por carretera y 10 minutos en tren.
La inversión prevista es de 13.532 millones de euros, incluidos en la Ley de Presupuestos de 2024 y 2025.
El consorcio que se adjudicó la obra, Eurolink, está liderado por la empresa italiana Webuild, la mayor constructora del país, y que también incluye la participación de 235 compañías, entre ellas la española Sacyr, con una participación del 22,4 %, además de empresas japonesas y danesas.
Críticas al proyecto
Sus defensores esperan que este proyecto impulse la economía del sur de Italia y mejore la movilidad. Pero los críticos señalan múltiples interrogantes técnicos, financieros, ambientales y sociales.
Asociaciones locales destacan que ese dinero podría haberse destinado a infraestructura básica como el suministro de agua, sanidad, escuelas o transporte interno, especialmente en áreas que sumieron en falta de servicios durante años. Señalan que la prioridad debería ser reparar infraestructuras existentes antes de apostar por una megaobra que consideran innecesaria.
Respecto a la cuestión ambiental, la zona del Estrecho está protegida bajo la Directiva Hábitats de la Unión Europea. ONG como WWF e Italia Nostra han criticado que el proyecto carezca de evaluaciones hidrológicas, paisajísticas y de impacto ambiental completas.
Otras asociaciones alertan sobre el riesgo de infiltración de mafias locales, como la 'Ndrangheta en Calabria y Cosa Nostra en Sicilia. La Dirección de Investigación Antimafia ha advertido en varias ocasiones sobre este peligro, por lo que no se descarta que se presenten denuncias contra el proyecto.
Desde 1970
La construcción del puente que una la región de Calabria con la ciudad de Messina es una idea que se estudia desde 1971 y que Silvio Berlusconi en su segundo Gobierno (2001-2006) relanzó como uno de sus grandes sueños, aunque durante la legislatura no se colocó ni la primera piedra.

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