
La tularemia es producida por la bacteria 'Francisella tularensis', que infecta a roedores: ratas, ratones, topillos, conejos silvestres, liebres, ardillas, y en menor medida a otros animales, como los cangrejos de río. En humanos, el contagio se produce por contacto con roedores, con cangrejos de río o por picadura de garrapatas o artrópodos. La inhalación de polvo contaminado por roedores o el producido al manipular sus cadáveres puede ser contagiosa para los humanos.
Su incidencia en Nafarroa va en aumento, ya que en lo que se lleva de 2025 ya se han confirmado 11 casos, de los cuales, 7 requirieron hospitalización. En 2024 se diagnosticaron 2 casos y hasta entonces «solo se diagnosticaba esporádicamente (un caso en 2021 y otro en 2023)», informa el Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra (ISPLN) en su informe epidemiológico.
Según detalla, los valles de Ultzama, Larraun e Iza son los que han concentrado más casos, aunque también se han detectado episodios en otras zonas. Cuatro tenían antecedentes de haber tocado cadáveres de roedores y en otros cuatro, de picadura reciente de garrapatas. «Es probable que haya habido casos no diagnosticados», señala el ISPLN. Salud Pública explica que «el aumento de casos en humanos indica la presencia de la tularemia en roedores silvestres». En 2025 se han notificado más de 60 casos en el Estado español.
«No se ha comunicado transmisión persona a persona. La carga infectiva es muy baja, por lo que el contagio puede ocurrir por pequeñas exposiciones. El periodo de incubación suele ser de 2-5 días, aunque puede extenderse hasta 21 días», explican desde el ISPLN.
La clínica puede ser variada, pero es frecuente que se produzcan fiebre y adenopatías locales. Algunas formas manifiestan fiebre sin foco, úlceras en piel o mucosas, conjuntivitis, neumonía o sepsis. El diagnóstico microbiológico puede hacerse por cultivo y/o PCR de muestras de las lesiones o de sangre y por serología. La enfermedad se cura con tratamiento antibiótico adecuado.
Recomendaciones preventivas
Ante esta situación, el ISPLN ha trasladado una serie de recomendaciones preventivas dirigidas a cazadores, personas que manipulan piezas de caza, pescadores, agricultores, ganaderos, excursionistas y personas que frecuentan el medio rural, aunque son extensivas a todas las personas que tengan exposiciones ocasionales a los riesgos que se mencionan.
Así, llama a evitar el contacto con roedores muertos, enfermos, con úlceras o con comportamientos no naturales, utilizar guantes y mascarillas cuando se manipulen o se retiren roedores muertos, y utilizar ropas protectoras y productos repelentes, para evitar picaduras de insectos o garrapatas.
Otras medidas pasan por evitar el consumo de agua no controlada sanitariamente, protegerse del polvo con guantes y mascarilla en aquellos lugares y actividades donde proliferen roedores, no permitir que los niños toquen animales muertos, o utilizar guantes de goma en el desollado y manipulación de liebres y conejos silvestres.
De la misma manera, Salud Pública insta a «cocinar adecuadamente» la carne de los animales de caza durante al menos 5 minutos a 55°C y advierte que la congelación «no inactiva la tularemia». Y apela a acudir al médico en caso de antecedente de exposición y posterior aparición de síntomas sospechosos, como fiebre, hinchazón de ganglios o úlceras cutáneas.

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