Mariona Borrull
Periodista, especialista en crítica de cine / Kazetaria, zinema kritikan berezitua

El Festival de Venecia se deslumbra con ‘Frankenstein’ de Guillermo Del Toro

Jacob Elordi y Oscar Isaac dan la vuelta al mito de Boris Karloff en una ópera suntuosa y fría, que ha compartido parrilla con la preciosa oda de Tilda Swinton y George MacKay a la cantante Marianne Faithfull.

Presentación en Venecia del esperado ‘Frankenstein’ de Guillermo Del Toro.
Presentación en Venecia del esperado ‘Frankenstein’ de Guillermo Del Toro. (Stefano RELLANDINI | AFP)

Guillermo Del Toro descubrió el ‘Frankenstein’ de James Whale y Boris Karloff con siete años, y recuerda haber tenido claro, desde que empezara a rodar películas con Super-8, que algún día dirigiría su propia versión del clásico de Mary Shelley. Hoy, cuando se cumplen exactamente 228 años del nacimiento de la escritora romántica, por fin el cineasta mexicano ha estrenado su ‘Frankenstein’. Tres décadas han tenido que pasar para que lo realizara.

La película que se ha visto hoy en el Lido es, en sus propias palabras, una «ópera» que sintetiza «todo lo que he hecho hasta ahora, desde ‘Cronos’ (1993). Todo lo que sé sobre la dirección, todos los técnicos [que he reclutado], todo lo que he aprendido han servido para crear esta película».

Ante la prensa, Del Toro ha defendido vehemente las películas de gran escala y el diseño de producción como herramienta narrativa («hay una diferencia entre las chuches visuales, que son lo bonito, y la proteína visual, que es lo que cuenta una historia»), alegando que nunca podría haber rodado una de sus epopeyas más caras (120 millones de dólares financiados por Netflix, contra los 19 de ‘La forma del agua’) delante de cromas verdes.

El director ha cerrado su comparecencia con una oda a la reparación («debemos mantenernos humanos en un tiempo en el que todo empuja hacia una comprensión bipolar de lo que es la humanidad») y como ataque al uso irracional de la tecnología («adoro la Inteligencia Artificial. Lo que me da miedo es la estupidez»).

Son valores íntegros en la forma de hacer cine de Guillermo Del Toro, cuyo interés por la cosmología del monstruo y sentimentalismo desatado respiran al compás del Romanticismo de la novela original, cuyo espíritu adapta con total fidelidad. Tanta es la devoción del guionista y director por capturar los pasajes icónicos de esta historia sobre un mal padre, que su detallismo acaba pasando factura sobre la película (originalmente pensada en dos entregas).

No por ello ‘Frankenstein’ es una gran obra menos suntuosa, operática y deslumbrante, tanto en su superficie estética como en lo interpretativo. Oscar Isaac, Victor Frankenstein, se divierte probando las formas trasnochadas de un artista acabado, y Jacob Elordi insufla una sorprendente feminidad sobre el monstruo. Una epopeya espectacular en lo estético y en lo interpretativo, que no merece el encegado amor de su responsable hacia el material de base.

En Venecia protestamos contra el olvido

Por un lado, se proyectaba anoche Fuera de Competición el fantástico documental ‘Broken English’, de Jane Pollard e Iain Forsyth (‘20.000 días en la Tierra’), y con Tilda Swinton y George MacKay. En un híbrido inspirado entre la especulación sci-fi y el reportaje biográfico, el film da voz a la olvidada cantante Marianne Faithfull, eclipsada en los años sesenta por el éxito de Bob Dylan, luego recordada solo como pareja de Mick Jagger y finalmente vilipendiada por los medios por su alcoholismo.

El documental inventa un Ministerio del No Olvidar, coordinado por Swinton, que trabaja para el archivo de todo aquello que no se almacena en un canon oficial, o en una página de la Wikipedia. Es decir, los comentarios de la propia Faithfull sobre las entrevistas que de ella se emitieron, mediados por un empático MacKay, así como varias performances, más o menos inspiradas, que tratan de avalar el espíritu rompedor de su música. Solo por lo necesario del gesto, el film ya vale la pena.

Tampoco olvidamos la manifestación convocada por Venice4Palestine en protesta al blanqueo del certamen ante el genocidio de Gaza. A día de hoy, es probablemente la mayor protesta jamás vista en un evento cinematográfico contra las acciones de Israel y ha contado a miles de personas, entre invitados y público en general. Que el griterío por la alfombra roja de ‘Frankenstein’, infinitamente más audible desde la sala de prensa, no eclipse sus reivindicaciones.