
En 2022 la UCI sí expulsó a los equipos rusos de las competiciones y obligó a sus ciclistas a competir sin representar oficialmente a su país. La diferencia fundamental con el caso del equipo Israel es que, entonces, las sanciones deportivas están respaldadas por la condena de la Asamblea General de la ONU y a nivel deportivo, por la suspensión del Comité Olímpico Ruso por parte del COI. En el caso del equipo Israel, en cambio, la UCI y La Vuelta no cuentan con ningún respaldo fuera del ciclismo para sancionar al equipo Israel o a su federación y se apoyan en sus propias normas para no tomar la iniciativa.
En estas circunstancias, es la ciudadanía quien se está convirtiendo en vanguardia del rechazo al genocidio y una vez más, el deporte está sirviendo como altavoz para manifestar el rechazo popular y medio para presionar a las autoridades políticas y deportivas. Ya sucedió algo similar con el boicot a un gobierno que, curiosamente, en 2023 fue el primero en denunciar el genocidio cometido por Israel en Gaza.
El precedente sudafricano
Aunque la segregación racial en Sudáfrica cuenta con una larga historia, el sistema del apartheid se inició tras la victoria del Partido Nacional en las elecciones del 26 de mayo de 1948, precisamente doce días después de la creación del Estado de Israel.
Igual que ocurre a día de hoy con los ataques sobre la población palestina, la nula respuesta internacional facilitó entonces el despliegue de un Estado segregacionista y mientras las potencias extranjeras mantenían los vínculos comerciales con el país, fue la comunidad sudafricana en el extranjero quien lideró las protestas contra el apartheid e inició la campaña de boicot comercial.
Hoy en día se muestran a diario imágenes que evidencian la brutalidad del Ejército israelí sobre la población palestina, pero en Sudáfrica tuvo que producirse la conocida como Masacre de Sharpeville, cuando la policía abrió fuego y mató a 69 personas en una manifestación contra la Ley de Pases, para que se intensificara la protesta internacional contra el gobierno del apartheid.
Un año más tarde, el país era expulsado de la Commonwealth, mientras en Naciones Unidas la vía diplomática avanzaba a paso más lento. Se debatió la aplicación de sanciones económicas, pero, con Estados Unidos y el Reino Unido en contra, fueron rechazadas.
Mientras la comunidad sudafricana seguía liderando las protestas contra el apartheid, fueron los excesos de su gobierno los que reavivaron el rechazo internacional. En 1964, la condena a muerte de 10 líderes del Congreso Nacional Africano, entre los que se encontraba Nelson Mandela, generó grandes protestas internacionales y el COI rechazó la participación de Sudáfrica en los JJOO de Tokyo.
Igual que hoy en día con Israel, hubo una fuerte oposición internacional a extender el boicot deportivo al gobierno del apartheid y también entonces, había quien defendía que las sanciones terminarían afectando a deportistas inocentes. Por eso, no fue hasta 1970 que Sudáfrica fue definitivamente expulsada del COI, en una iniciativa liderada por los países africanos y los de órbita soviética.
Conseguida la expulsión del máximo organismo olímpico, aumentó la presión para que el boicot se extendiera a todas las federaciones deportivas y se intensificaron las protestas en las giras de las selecciones sudafricanas de rugby y cricket. Así, los partidos entre los All-Blacks y los Springboks generaron una fuerte protesta y en 1976, provocaron la renuncia de 22 países africanos a participar en los JJOO de Montreal, en protesta por la participación de Nueva Zelanda.
Tuvo que llegar 1964, y diez condenas a muerte contra el Congreso Nacional africano, para que el COI tomara cartas en el asunto
En medio de un clima revuelto, volvió a ser el gobierno del apartheid quien alimentó las campañas en su contra. Tras la manifestación de junio de 1976 en Soweto, que terminó con la muerte de 176 personas, la ONU aprobó un embargo de armas sobre Sudáfrica y en 1977, los países de la Commonwealth firmaron el acuerdo de Gleneagles, que apoyaba el boicot deportivo en todos los deportes.
Ya en los años ochenta, con un contexto internacional más favorable, se sucedieron actos de impacto global, como la publicación de la canción ‘Free Nelson Mandela’ de los Specials o el concierto en Wembley por la liberación de Mandela.
El líder sudafricano fue finalmente liberado en 1990, con un gran respaldo por parte de toda la comunidad internacional y cuatro años más tarde, ganaría las elecciones que ponían punto y final al apartheid. Todos los líderes mundiales celebraron entonces la victoria de Mandela, pero el boicot al apartheid había empezado décadas antes en medio de la indiferencia internacional.
Una situación no tan alejada de lo que se está viviendo este año en La Vuelta.

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