Una lluviosa tarde de Glasgow inició hace 40 años la andadura europea de Osasuna
Tal día como hoy, pero de hace 40 años, Osasuna disputó su primer partido oficial europeo. Fue en Ibrox Park bajo una intensa lluvia que le añadió épica al estreno continental de una escuadra navarra que acabaría superando al Glasgow Rangers en aquella eliminatoria de la entonces Copa de la UEFA.

«Llovió prácticamente todo el tiempo, fue un partido bastante duro», recuerda Iñaki Ibáñez, uno de los trece rojillos –diez de ellos navarros– que vivió sobre el césped tan histórico envite. Le acompañaron Biurrun, De Luis, Sabido, Castañeda, Bustingorri, Purroy, Rípodas, Lumbreras, Orejuela, Benito, Mina y Echeverría, estos dos últimos saliendo desde el banquillo.
Osasuna debutaba en un torneo oficial del viejo continente y lo hacía en un estadio mítico y ante un rival, el Glasgow Rangers, ya curtido en numerosas batallas europeas, incluso con una Recopa en sus vitrinas, la de la edición de 1972. En cambio, para el club navarro, todo aquello era novedoso, partía como víctima propiciatoria, pero lo contrarrestaba con una enorme ilusión por bandera.
«Cuando en el sorteo nos tocó el Rangers, todo el mundo nos decía que no habíamos tenido mucha suerte, que era un hueso muy duro, un equipo con mucha experiencia, ya que se trataba de uno de los conjuntos escoceses que prácticamente todos los años disputaba competición europea», añade.
Ibáñez contaba por aquel entonces con apenas 21 años y aquella expedición se convirtió para él en una experiencia única. «La propia ciudad, los taxis..., era como estar en un plató de cine. También nos dio tiempo a realizar un poco de turismo futbolístico, visitamos Hampden Park, el campo donde juega la selección escocesa, y las tiendas del Rangers y Celtic. Eran equipos que, desde críos, ya los conocíamos, porque los utilizábamos en nuestros juegos infantiles», rememora.
«Viajar en chárter y jugar contra un equipo británico, con una manera de entender el fútbol muy parecida a la nuestra, con un estilo directo, de segundas jugadas y mucha pelea. Más no se podía pedir para un debut tan especial», explica el exfutbolista navarro y actual delegado del primer equipo rojillo. Ciertamente, tanto Osasuna como Rangers contaban con unas plantillas conformadas fundamentalmente por jugadores de casa, muy identificados con los colores y el escudo.
Ibáñez: «Mira que estábamos acostumbrados a El Sadar de los años 80, con hasta 30.000 aficionados de pie, pero en Glasgow casi no podíamos oírnos los unos a los otros»
También coincidían ambas escuadras en disponer de una incondicional masa de seguidores. Los escoceses se hicieron notar en la ida. «El ambiente era impresionante. Mira que estábamos acostumbrados a El Sadar de los años 80, con hasta 30.000 aficionados de pie, pero en Glasgow casi no podíamos oírnos los unos a los otros, tenías que acercarte a la oreja del compañero. Ahí uno se da cuenta de dónde nació el fútbol», recuerda Ibáñez.
Además de en lo futbolístico, el vestuario osasunista también se había preparado para asimilar semejante ruido hostil. La llegada de Ivan Brzic facilitó el cambio de mentalidad del equipo, aunque también recogió lo que se había sembrado en años anteriores. «Éramos herederos de un grupo de futbolistas que eran los grandes protagonistas de que Osasuna se mantuviese en la máxima categoría desde el ascenso en 1980. De ese trabajo bien hecho Brzic sacó provecho y no dudó también en contar con gente muy joven», indica el excentrocampista.
En su segundo curso como inquilino del banco rojillo –1984-85–, el técnico serbio, fallecido en junio de 2014, había llevado al conjunto navarro a un meritorio sexto puesto y, en consecuencia, a la clasificación europea, gracias sobre todo a una excelente segunda vuelta liguera. Todo un hito histórico liderado por un entrenador que dio a Ibáñez la oportunidad de convertirse en futbolista profesional y que destacaba por ser «muy exigente, enérgico y marcaba carácter, tanto en los entrenamientos, con sesiones muy duras, como en las charlas previas a los partidos».
Simulacro de incendio
De la que dio horas antes de medirse al Rangers relata el jugador iruindarra una anécdota que ejemplifica a las mil maravillas la personalidad del técnico de Novi Sad. «Todos estábamos muy atentos a lo que decía, porque imponía como personaje, y, de repente, suena la alarma de incendios. Él ni se inmutó, siguió a lo suyo, explicando la táctica a seguir y todos, ahí quietos. Hasta que sonó el teléfono que había en esa sala diciendo que teníamos que evacuar, pero ni caso, siguió a lo suyo. Creo que Ivan pensó que "hasta que yo no huela a humo"..., mientras que algunos ya estábamos considerando saltar por la ventana. Al final, se trató de un simulacro», recapitula.

Ya sobre el tapete de Ibrox Park no tenía cabida ningún tipo de miedo, pese a las condiciones climáticas desfavorables y el ambiente contrario. «Está claro que éramos un equipo que no se rendía, con una fuerza mental muy grande, y los veteranos siempre te mantenían con la atención puesta en cada jugada. Rípodas era un magnífico director de orquesta y todos los demás seguíamos sus directrices, veía dónde podíamos ser superiores al contrario y hacerle daño», describe.
Aunque el conjunto navarro había comenzado la temporada de una manera un tanto irregular –dos primeras derrotas frente a Athletic y Sevilla, y una posterior victoria por la mínima ante el Hércules–, en el encuentro previo a viajar a Glasgow había logrado empatar (2-2) en el Camp Nou, con dianas del mencionado Rípodas y Benito. Ese punto cosechado en un difícil escenario y la novedad del enfrentamiento europeo aportó una energía extra. «Como toda la afición, estábamos muy motivados, ya solamente el hecho de participar era un gran premio, con lo cual no teníamos nada que perder», apunta Ibáñez sobre cómo se encaró aquel envite.
De aquella lucha bajo la fría lluvia escocesa salió más o menos indemne Osasuna, encajando un exiguo 1-0 en el minuto 55, obra del defensa Craig Paterson, que le permitía encarar el encuentro de vuelta en Iruñea con ciertas garantías de remontar. «No éramos ingenuos y sabíamos que un equipo como el Rangers fuera de casa también era muy competitivo, pero creíamos en nuestras posibilidades», señala Ibáñez.
Remontada en El Sadar
Y así sucedió. El Sadar vivió apenas dos semanas más tarde un duelo que todavía permanece en la retina de muchos aficionados. Con las gradas abarrotadas mucho antes de la hora en la que estaba previsto que comenzase el partido y los acordes del “Scotland the brave” a todo trapo en los entonces rudimentarios altavoces del estadio iruindarra como bienvenida al rival, los rojillos, ataviados por primera vez con unas llamativas medias blancas, lograron darle la vuelta al cruce.
«El partido fue toda una fiesta, El Sadar se volcó de lleno con el equipo. El ambiente que vivimos aquel día fue increíble. Ya lo he comentado en otras ocasiones, cuando uno se encuentra al límite, esa fuerza del público literalmente te empuja para seguir corriendo. Es una comunión entre grada y futbolistas que hoy día sigue funcionando», subraya Ibáñez.
Además de Ibáñez, jugadores como Bustingorri, Lumbreras o Goikoetxea se convertirían en el esqueleto del equipo a corto plazo, contribuyendo a la estabilidad deportiva del equipo rojillo
Ni siquiera le hizo falta un cuarto de hora al cuadro local para igualar la eliminatoria. En el minuto 13 Rípodas ya había subido al marcador el primer gol navarro y Enrique Martín llevó la euforia al graderío con el segundo, logrado en el minuto 40. Osasuna supo mantener su suculenta ventaja durante la segunda parte para dejar en la cuneta a un histórico y plantarse en la siguiente ronda, donde se mediría al Waregem.
De aquella época de vino y rosas surgiría una hornada de futbolistas que iban a añadir una importante dosis de calidad al cuadro navarro. Además de Ibáñez, jugadores como Bustingorri, Lumbreras o Goikoetxea se convertirían en el esqueleto del equipo a corto plazo, contribuyendo a la estabilidad deportiva del equipo rojillo. Sus actuaciones no pasaron desapercibidas para otros clubes, que acabaron fichándolos en años posteriores.
No sería la última vez que Osasuna jugó la UEFA. También lo hizo en las ediciones de 1991-92, 2005-06 y 2006-07, además de disputar la previa de la Champions en esa última campaña y la más reciente Conference League, que jugó hace apenas un par de años.

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