Aritz Intxusta
Redactor de actualidad

Una COP en el pulmón del mundo en la era del retardismo

Otra COP arranca en Brasil con nulas posibilidades de llegar a un compromiso relevante. EEUU y China se han desalineado por completo con las cumbres del clima. Los líderes mundiales ya se están sacando fotos bajo los enormes árboles del Amazonas, mientras el reloj sigue corriendo en su contra.

Protesta de Oxfam con Von der Leyen (UE), Ramaphosa (Sudáfrica), Trump (EEUU), Carney (Canadá) y Milei (Argentina) descansando mientras la crisis climática se agudiza.
Protesta de Oxfam con Von der Leyen (UE), Ramaphosa (Sudáfrica), Trump (EEUU), Carney (Canadá) y Milei (Argentina) descansando mientras la crisis climática se agudiza. (Mauro PIMENTEL | AFP)

Brasil se está esforzando en generar algo de esperanza. Las conferencias mundiales del clima (COP) se agarran una y otra vez al simbolismo para tratar de relanzar unas negociaciones que llevan años muertas o con avances a todas luces insuficientes. Nuevamente, la Cumbre rebosará de resonancias épicas. Su número es redondo: COP 30. También se cumple la primera década de los Acuerdos de París. Y el sitio que ha escogido Lula da Silva impresiona. Los líderes mundiales se reunirán en Belém, en la selva del Amazonas, el pulmón del mundo.

Pero este simbolismo es todo cuanto tiene la COP30. En la práctica, la situación es descorazonadora. Donald Trump ha vuelto a la Casa Blanca y, con él, regresó el negacionismo climático. El presidente de EEUU sacó a su país de los Acuerdos de París, haciendo del negacionismo bandera. Y si bien China está haciendo una enorme inversión en el desarrollo de energías limpias y ejecutando la transición hacia el coche eléctrico, etc., la cantidad de gases de efecto invernadero que emite año tras año cada vez está más lejos de los compromisos adquiridos.

En consecuencia con estas posturas, ni Xi Jinping ni Trump se desplazarán hasta el Amazonas a fotografiarse con Lula a los pies de un árbol gigantesco, aunque sí cumplen con el formalismo de enviar delegaciones de segundo nivel.


Ni Xi Jinping ni Trump se desplazarán hasta el Amazonas a fotografiarse con Lula a los pies de un árbol gigantesco

Las últimas cumbres mundiales del clima, como la de Azerbaiyán, han estado centradas en el desarrollo de los fondos de compensación hacia los países pobres. La idea es interesante. Los países pobres contaminan menos (por ellos circulan menos coches, hay menos consumo y menos basura por habitante...), pero pueden sufrir incluso con mayor crudeza los efectos del cambio climático, como los países africanos donde se agudiza la desertificación o Pakistán, que ha sido asolado por las inundaciones.

De ahí que la COP buscara primero consignar una cantidad de 100.000 millones para compensar estas desigualdades, fondos que se pretendían elevar hasta los 300.000 en este 2025. La meta de la COP de Belém pasa por incrementarlo hasta los 1.300 a corto plazo. Sin embargo, aunque estos fondos se han creado y han empezado a fluir, el dinero consignado a los mismos siempre se ha quedado por debajo de lo comprometido.

En lo que respecta puramente a los compromisos de reducción de gases de efecto invernadero, el apoyo que existe entre la población mundial es masivo pese a los movimientos e intereses negacionistas. Hay variaciones entre países, pero el apoyo a las medidas en favor de la conservación del planeta es masivo. Según el estudio de la ONU, Oxford y GeoPoll realizado a 73.000 personas de 77 países en 2023, cuatro de cada cinco personas creen que debería haber un compromiso mayor por parte de sus gobiernos, mientras que uno de cada cuatro apoya una «rápida transición energética».

En algunos países, como Italia, el respaldo es casi unánime (93%), mientras que en China se encuentra en el 80% y en EEUU cae hasta el 66%. Sin embargo, esta adhesión a los propósitos de la COP decae en cuanto se pregunta a esas personas a qué estarían dispuestas a renunciar para conseguirlo. En esto, el estudio detecta una brecha generacional, existiendo una preocupación mayor entre los más jóvenes.

A la hora de adoptar compromisos por el clima, la urgencia se diluye entre los encuestados. Solo una cuarta parte de los participantes se mostró dispuesto a realizar sacrificios grandes en favor del clima.

Estrategias para retrasar lo inevitable

Un reciente trabajo publicado en forma de libro por la Agencia de la ONU para el Desarrollo y la Universidad de Oxford, 'Climate Obstruction: A Global Assessment' (Roberts et al., 2024), defiende que, en las últimas décadas, ha habido agentes y compañías que han fomentado el negacionismo por interés propio, pero que principalmente a partir de 2015 se han centrado en ensanchar la brecha entre lo que la mayoría entiende que hay que hacer y la urgencia por ponerlo en práctica.

Lula recibe bajo un árbol amazónico al representante chino. (Tarso SARRAF | AFP)

Así, este trabajo indica que desde los años 80 se tiene certeza de que petroleras, compañías dedicadas al carbón y al gas constituyeron grandes lobbies, como la Global Climate Coalition, con el objetivo de bloquear las iniciativas regulatorias para mitigar la emisión de gases. Este tipo de infraestructuras se ha ido multiplicando, diversificando, opacando y perfeccionando con el paso de las décadas. Hoy, además de a sus prácticas lobbísticas promoviendo el negacionismo, se dedican a diseminar un veneno contra el compromiso frente al cambio climático que les resulta más efectivo: el retardismo (delayism, en inglés).

No se trata ya de negar la evidencia de que el clima cambia, sino de negar que la actuación deba ser urgente. Así, el citado trabajo enumera casos de astroturfing (creación de colectivos falsos que defienden teorías alineadas con sus intereses empresariales) como Advanced Energy for Life. Bajo la apariencia de un movimiento ciudadano en favor de la energía de bajo coste, esta plataforma era un apéndice de Peabody Energy, la mayor empresa privada dedicada al carbón.

Las compañías contrarias a la adopción de medidas han recurrido al 'astroturfing' y a la contratación de influencers sectorizados para colectivos más permeables

Shell y BP, a través de agencias publicitarias como Edelman, financiaron en 2017 a más de cien influencers para divulgar mensajes retardistas, con la singularidad de que muchos de ellos eran granfluencers, esto es, gente de edad avanzada que tiene una mayor capacidad de impacto sobre el colectivo menos comprometido en la lucha contra el cambio climático.

Entre los años 2020 y 2022, se descubrió que las pretoleras ExxonMobil y BP habían destinado 23,7 millones de dólares a campañas publicitarias en Google. En lo que respecta a Meta, estas mismas compañías introdujeron mensajes publicitarios que los verificadores independientes calificaron como abiertamente falsos, si bien la compañía de Zuckerberg los mantuvo.

Cuestionar las energías más limpias

Las estrategias del retardismo no defienden abiertamente que haya que dejarlo todo para mañana, prefiRIeron amplificar la difusión de medias verdades por las que a día de hoy no conviene poner en práctica las medidas contra el cambio climático. Uno de los mensajes principales es que el coste de una transición hacia un mundo menos contaminante, con la tecnología actual, sería inasumible.

La Cámara de Representantes de EEUU descubrió correos cruzados entre ExxonMobil, Chevron, BP, Shell y la propia Cámara de Comercio de ese país. Estos mensajes hablan de estrategias para «centrar el discurso en soluciones tecnológicas futuras».

'Climate Obstruction: A Global Assessment' remarca que, mientras sabotean esa opinión general alienada con los fines de las COP, estas compañías tratan de presentarse al gran público como los impulsores de esta transición verde, aparentando ser más ecologistas de lo que de verdad son. Es decir, con campañas de greenwashing.

Los ambientalistas desplazados hasta Belém están acusando a los países participantes de haber convertido las COP en una suerte de campaña de 'greenwashing'

Y precisamente, los grupos ambientalistas que se han desplazado hasta Belém están acusando a los países participantes de haber convertido las COP en una suerte de campaña de greenwashing. Y el país anfitrión está siendo su principal diana, pues existe una contradicción evidente entre la elección del Amazonas como el emplazamiento para la cumbre mientras su deforestación continúa.

Las críticas de los activistas ambientales están centradas en que los ritmos de la COP han sido cooptados por el retardismo, que las Cumbres del Clima no son sino campañas de greenwashing retardista.

Greenpeace recuerda que París fijó una meta para impedir una subida de las temperaturas por encima de un grado y medio y, por vez primera, el planeta lo ha rebasado. De ahí que «Actúa ya. No hay tiempo que perder» sea el lema con el que esta organización llega a esta cumbre.