
La guerra en el Congo está provocando también ‘víctimas invisibles’, como unos 300 primate que se encuentran en rehabilitación en el centro de Lwiro.
Así lo explica su directora, Itsaso Vélez del Burgo, miembro de la ONG Coopera, cuya sede central está en Logroño y que coordina el apoyo técnico y financiero en este centro, situado cerca del Parque Nacional Kahuzi-Biega, en la provincia Sur Kivu, en la frontera con Ruanda.
Este centro empezó su actividad en 2002, al final de la segunda guerra del Congo, y acoge actualmente a unos 130 chimpancés y unos 140 monos, rescatados por las autoridades congoleñas de situaciones de caza furtiva, que, en unos casos, los ha dejado huérfanos y, en otros, heridos por esta práctica, ha relatado.
Además de estos primates, también cuenta con unos 43 ejemplares de loro gris, una especie que también sufre la caza furtiva y con los que se trabaja para poder liberar en la selva cuando la situación bélica mejore, ha indicado la directora, natural de Gasteiz, donde permanece dos meses hasta principios de enero, cuando regresará a su trabajo en este centro.
Atendidos por sesenta empleados locales, con el apoyo de un veterinario y ella, como directora, estos primates habitan en recintos de gran tamaño, sobre unas 12 hectáreas, bajo un sistema electrificado para evitar escapes, ya que, al final, no dejan de ser animales salvajes, ha explicado.
Devolverlos a la selva
Actualmente, en la contienda bélica en la zona, se les procuran los tratamientos veterinarios, se les intenta, dentro de lo que cabe, mantener seguros y se les alimenta con nutrientes que cultivan mujeres locales en esta área, donde apenas hay oportunidades de trabajo y donde Coopera desarrolla también otros proyectos de cooperación y apoyo frente a los efectos de la guerra.
Este centro, que tiene un presupuesto anual de unos 35.000 dólares, provenientes de subvenciones y aportaciones de particulares, trabaja en rehabilitar a primates rescatados, con el fin de poder reintroducirlos en la selva.
En el caso de los primates, ha precisado, no ha sido posible conseguir este objetivo por cuestiones económicas y de procedimiento, ya que se requiere colocarles collares y realizarles un seguimiento; pero, mucho menos, actualmente, por las condiciones del conflicto bélico, ha detallado.
Preocupación y angustia
Visiblemente emocionada durante su visita a Logroño estos días, ha expresado su «angustia» por el sufrimiento de los empleados locales en estas instalaciones, con quienes mantiene el contacto durante estos dos meses de su estancia en el Estado.
«Se me tuerce el corazón –relata– cada vez que me dicen que hay tiros y bombas porque mi preocupación es que estén bien, seguros, tengan su sustento y, sobre todo ánimo» para seguir yendo al trabajo y cuidar de estos animales.
También le preocupa «el nerviosismo de estos animales cada vez que escuchan el ruido de las balas», a los que «la guerra les afecta mucho», ya que, además, vienen de «un pasado traumático».
Finalmente, ha expresado su deseo de que llegue la paz a este país «tan rico y tan pobre, a la vez».

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