«Todo autor termina por ser poseído por sus personajes»
Lois Patiño (Vigo, 1983) es uno de los referentes dentro de esa nómina de cineastas que están revolucionando el cine gallego con una apuesta por lo sensorial y lo orgánico. Se adentra en el universo de Shakespeare de la mano de la actriz Irene Escolar con ‘Ariel’, que llega a los cines esta semana.

Para quien haya seguido la trayectoria de Lois Patiño, su nueva película, imbuida de un sentido de la teatralidad aparentemente alejado de esa exploración sobre los límites del cine que ha venido marcando su hoja de ruta como director, va a constituir toda una sorpresa.
Claro que puestos a buscar unas resonancias teatrales que legitimen dicha exploración hasta conferirle un aliento renovado, no hay mejor aliado que William Shakespeare, cuya obra ‘La tempestad’ está en la génesis de ‘Ariel’: «El proyecto inicialmente lo iba a codirigir con un cineasta argentino amigo mío, Matías Piñeiro, el cual ya había hecho cinco o seis películas en torno a Shakespeare, con Agustina Muñoz como protagonista. La idea partió de un festival danés y nos pareció muy estimulante porque nuestras formas de trabajar eran antitéticas. Yo siempre he hecho cine desde la contención y lo sensorial, mientras que él, que ha trabajado mucho en el teatro, en sus películas siempre da mucho valor a la palabra».
«Entonces vimos que ‘La tempestad’ acaso fuera la obra que mejor se prestaba a esa colaboración conjunta, porque es una obra donde la naturaleza y sus elementos están muy presentes –continúa–. De hecho, Ariel, la protagonista es el espíritu del aire y es un personaje que me llevaba a ese mundo de lo sensorial».
‘Ariel’ narra el viaje de una actriz a un remoto pueblo insular de Portugal para participar en un montaje de ‘La tempestad’. Una vez allí, se da cuenta de que toda la isla es una suerte de escenario al aire libre y sus habitantes, personajes de las obras de Shakespeare
Sin embargo, una vez Matías Piñeiro se cayó del proyecto y Lois Patiño se vio obligado a capitanearlo él solo, una de las primeras decisiones que tomó fue la de intensificar esos ecos de teatralidad: «Quise ampliar la propuesta inicial introduciendo elementos de otras obras de Shakesperare y también ecos de Pirandello, sobre todo de ‘Seis personajes en busca de autor’. Mi anterior película, ‘Samsara’, era una suerte de documental antropológico y esa idea de tener a unos personajes que cuestionan su propia naturaleza me permitía ahondar en esa línea de desconfianza hacia la ficción que, por aquel entonces, yo tenía como director. Ahora, gracias a Agustina y a Irene y a su capacidad para encarnar emociones, sé que la ficción también puede generar una magia y una verdad en la representación del mundo real similar a la del cine documental».
Esa Irene a la que se refiere el cineasta es Irene Escolar, eminente actriz teatral, perteneciente a la estirpe de los Gutiérrez , para la que esa mezcla de universos que plantea un film como ‘Ariel’, constituye, en su opinión, el principal rasgo diferenciador de un film insólito: «Era lo más arriesgado y la principal razón de ser de la propuesta, pero fue una labor que abordamos desde la ligereza. No nos interesaba conferir a nuestro trabajo un tono demasiado intenso ni solemne acerca de la conciencia de un personaje atrapado bajo una máscara. Más bien se trataba de quitarle peso a todo ese conflicto y ofrecérselo al espectador de una manera despojada y ligera que yo creo que es lo que hace de nuestra labor como actores algo tan genuino».
Algo que corrobora el propio Lois Patiño: «Trabajamos mucho en torno a la dificultad que nos planteaba la mezcla de estilos interpretativos hasta conseguir encontrar el tono idóneo para que dicha mezcla funcionara».

‘Ariel’ narra el viaje de una actriz a un remoto pueblo insular de Portugal para participar en un montaje de ‘La tempestad’. Una vez allí, lejos de localizar a los miembros de la compañía que la ha contratado ni el teatro donde tiene que actuar, se da cuenta de que toda la isla es una suerte de escenario al aire libre y sus habitantes personajes de las obras de Shakespeare, condenados a repetir en bucle, día tras día, los mismos diálogos y a revivir las mismas situaciones: «El objetivo de Ariel en ‘La tempestad’ es conseguir su libertad y esa es una idea que se trasladó al resto de personajes de la película, condenados a repetir el texto de Shakespeare sin ser dueños de su destino. Me interesaba explorar conceptos como el del libre albedrío o el miedo a la libertad y extrapolarlo a nuestras existencias, reflexionar acerca de quien dicta nuestros deseos, nuestros miedos… Es interesante pensar cómo estamos influenciados socialmente para vivir de determinada manera y cómo podemos romper esos techos de cristal que nos imponen», explica Lois Patiño.
«Es interesante pensar cómo estamos influenciados socialmente para vivir de determinada manera y cómo podemos romper esos techos de cristal que nos imponen»
En ese juego de espejos que propone la película, resulta interesante el modo en el que el cineasta gallego confronta el trabajo de sus dos actrices protagonistas con el resto del reparto, integrado por intérpretes no profesionales: «Con los actores no profesionales hubo dos escenarios. Cuando ellos están interpretando a Shakespeare, había margen para que lo hiciesen mal, por así decirlo, porque queríamos que la propuesta tuviera un aire de casting para el propio espectador. Otra cuestión es cuando tenían que interpretar situaciones vinculadas a la propia trama de la película, donde era importante que mantuviesen una cierta espontaneidad, que no resultase afectado y ahí fue muy importante que, tanto Agustina como Irene, cuando interactuasen con ellos lo hicieran desde un registro más cinematográfico que teatral, por así decirlo, un registro naturalista».
En este sentido, la propia Irene Escolar confiesa que «fue divertido, porque todo el mundo estaba muy entregado y con muchas ganas. La propia naturaleza de artificio que tiene el relato cinematográfico procura que haya cosas que funcionan sin que sepas muy bien porqué, de tal modo que alguien que no ha actuado nunca pueda resultar creíble simplemente poniendo a funcionar su autenticidad delante de la cámara. Lo que resulta muy interesante de esta película es como pueden convivir referencias teatrales con otro lenguaje. Es una manera muy diferente de ver a Shakespeare y de que te llegue de un modo distinto, porque, a veces, en el teatro, depende de cómo esté hecho, se genera una cierta distancia entre el texto y el espectador».
Cuestionado acerca de si él mismo, como creador, se ha sentido alguna vez una suerte de demiurgo, Lois Patiño aclara: «Una de las capas que tiene la película es aquella que se refiere a los procesos de creación artística. Más allá de elucubrar sobre la propia conciencia que los personajes atesoran respecto a su rol, está esa idea de que todo autor termina por ser poseído por esos personajes cuando los está escribiendo. Como creador, lo que me gusta es explorar y detectar dónde están los límites del lenguaje cinematográfico. Aquí hay una tentativa, utilizando como subterfugio esa idea de Pirandello a la que antes aludía, pero creo que esa exploración estaba mucho más clara en mi anterior largometraje, ‘Samsara’».
De ahí que los seguidores más acérrimos de su cine, aunque puedan verse sorprendidos por esos ecos de teatralidad, seguro que reconocen en ‘Ariel’ la huella de un creador empeñado en conferir un carácter orgánico a sus obras, empezando por el modo en que tiende a filmar la naturaleza, algo que vuelve a repetirse en ‘Ariel’, esta vez con el viento y el agua como protagonistas: «La elección de las Azores como localización vino determinada porque necesitábamos un lugar con presencia de viento y donde éste fuera perceptible en sus efectos sobre la vegetación. Luego, el leit motiv del agua y los movimientos del océano vienen determinados por una voluntad de hechizar al espectador, de llevarle a un estado meditativo. En principio, todo eso vino inspirado por el personaje de Ariel, pero luego me he dado cuenta que esa presencia del agua y del viento es una constante en mis películas».
Lois Patiño e Irene Escolar coinciden en que Shakespeare es una materia prima que permite cualquier aproximación posible a su universo sin que éste se resienta, y no solo eso sino que dicho universo está cargado de modernidad: «Hay un libro muy interesante de Silvia Federici, llamado ‘Calibán y la bruja’, que ahonda en las lecturas colonialistas de una obra como ‘La tempestad’. Es un tema interesante pero que no tocamos en profundidad, porque ya Matías Piñeiro y yo ya lo habíamos abordado en un cortometraje previo llamado ‘Sycorax’. Una clave que encontré para conferirle una lectura social a la historia fue esa idea de que los personajes son una suerte de fantasmas perdidos en un limbo», comenta Patiño.
Irene Escolar, por su parte, concluye: «Shakespeare resulta contemporáneo porque habla de la condición humana desde un nivel de complejidad, belleza y concreción que se antoja inabarcable. Yo podría leer mil veces ‘Hamlet’ y siempre descubriría algo nuevo. Porque no solo habla de todo lo hermoso que hay en el ser humano, también de su lado más oscuro y tenebroso».
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