¿Urrutia o Zidane?
Sin necesidad de urnas de por medio, Josu Urrutia ha reeditado su sillón de presidente del Athletic. Con una balanza de cuatro años con más claros que oscuros, la nueva andadura se presenta con no menos importantes retos, sobre todo en lo deportivo: cantera y primer equipo.
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Josu Urrutia seguirá protegiendo el balón rojiblanco en el centro del campo cuatro años más, que diría el periodista Eduardo Rodrigálvarez. Así lo han decidido los socios y socias, porque ninguno de ellos o ellas le ha presentado batalla. Un observador ecuánime vería lógica su continuidad al frente del Club. Es más, tacharía de locos a esos ‘romanos’ si dijesen lo contrario. Un presidente que presenta una cuenta de resultados económicos que para sí los quisiera Mariano en sus arcas del Estado; un presidente bajo cuyo mandato el equipo ha llegado a finales y ha vuelto a seducir a los amantes del fútbol, sean athleticzales o comentaristas de La Sexta; un presidente que ha acertado de pleno con los entrenadores; un presidente que ha liderado de manera impecable el cambio de estadio; un presidente al que, seamos sinceros, pocos peros hay que poner… Pero los hay.
Tras el eclipse que ha interrumpido su mandato por mor de los reglamentos, es pronto para saber si la solemnidad vuelve a presidir el quehacer del club o tendremos un presidente más terrenal, y no lo digo en el sentido de lejanía con los socios, que diría él mismo, sino menos encorsetado, menos tenso, menos a la defensiva… Y créanme, en mi opinión, eso es lo de menos. Como me decía un buen amigo carranzano allá en los tiempos del instituto, «dizan lo que dizan, lo importante es lo que hazan». Lleva razón Urrutia cuando apela a los hechos más que a las palabras.
Lo preocupante, e insisto, para él, es que con todos esos logros en sus alforjas haya sido incapaz de empatizar con tantos socios y socias, aunque le votaran en su día e incluso le hubieran votado otra vez. Y no porque aparezca poco ante los medios de comunicación, todo lo contrario, sino porque, insisto, necesita parecer más terrenal. Sentarse frente a las luces y taquígrafos, soltar aire, desanudarse la corbata, quitarse el palo de la escoba, sonreír, y que aquello no parezca un ‘poliDeluxe’, siempre a la defensiva, esperando la siguiente andanada, aguardando la pregunta del tocapelotas de turno… Y si de vez en cuando se va un poco de la lengua, qué mejor guiño para congraciarse con la canallesca… Todo es ponerse.
Pero, más allá de poses o don de gentes, o cabreos de una prensa que devora información porque el Athletic vende y mucho, más allá de que Josu Urrutia corra el peligro de que se le recuerde como a Zinedine Zidane, más por un cabezazo que por sus ‘marsellesas’, «lo importante es lo que hazan». Y la gestión del de Lekeitio tiene muchos claros y algunos oscuros, amén de incertidumbres. Los aciertos están sobre la mesa: cuentas, finales, estadio, venta de entradas… Algunos de esos claros, no obstante, se han oscurecido. No entraré en el asunto de la marcha de jugadores franquicia, porque al margen de que la filosofía de Urrutia sea acertada o no, le honra que la trate de mantener contra viento y marea, más allá de que, como dije en alguna ocasión, lo que vale para el primer equipo debiera valer para el cadete o el juvenil.
Urrutia tiene una cuenta pendiente con la grada de animación. San Mamés no puede ser el Teatro Arriaga. Si quiere que este estadio vuelva a ganarse el título de La Catedral, hay que apostar por dinamizar el ambiente. No se trata de copiar, pero sí de implementar ese aliento que hoy es el primero que empuja al equipo. Y tiene una cuenta más pendiente si cabe con esos socios y socias que se mojan. Y esos no son la prensa, ni plumillas revirados, son los que pagan. Y a esos sí que hay que darles una respuesta, con corbata, serio y sin ironías.
Y un par de incertidumbres. ¿Qué será de la cantera con esa ‘limpieza’ de formadores hecha en Lezama estos cuatro años y la llegada de exjugadores? Alguien dijo que donde está la fuerza también está, en ocasiones, la debilidad. Ojo. Y más inmediata aún: «A nivel deportivo estamos en un momento de rehacer el equipo. El Athletic está en un momento de cambio a la vez de competir. Tenemos jugadores en sus últimos años de su carrera, y ocho o diez muy jóvenes y cuatro años de cambio y de rehacer el equipo. Dentro de cuatro años el equipo tendrá un poso que no puede tener ahora, porque la gente tiene que adquirir experiencia». Palabras de Urrutia estos días. Ese tránsito será su principal y descomunal reto. Y ahí, como diría ‘Piru’ Gainza, «el presidente no necesita que le digan quién ha jugado bien o mal; eso lo sabe cualquiera. Necesita que le digan quién va a jugar bien dentro de dos años». O cuatro. De sus logros dependerá que se le recuerde como Urrutia o como Zidane.