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JUEGO DE LOBBIES: CANDIDATO INSURGENTE VS. «SHADOW PARTY»

La disputa por la nominación demócrata se está desarrollando en medio de un potente proceso de pol&bs;itización. Un ejército de activistas, movimientos de base y lobbies juegan sus cartas para posicionar al Partido Demócrata en una línea acorde con sus intereses.


La carrera entre Hillary Clinton y Bernie Sanders por la nominación del candidato a presidente por el Partido Demócrata está siendo apasionante. Más allá de la pugna entre una líder experimentada que cuenta con el apoyo del aparato y el dinero de poderosos donantes frente a la autenticidad y honestidad de un «candidato insurgente» un tanto chiflado, hasta el punto de definirse «socialista» –algo que suena a herejía en EEUU–, en el fondo de esta pugna se está dando un proceso de politización muy interesante y con muchos participantes. Lobbies y grupos de interés activados –mayoritariamente en favor de Hillary Clinton– frente a miles de activistas entregados, sindicatos y movimientos sociales, círculos culturales y literarios reclamando que, de la mano de Sanders, el Partido Demócrata se convierta en «el partido de la gente para la gente».

Animado en gran parte por “The Nation”, el semanario más antiguo de EEUU que hace de órgano semioficial y altavoz de los debates que rodean este gran proceso de repolitización, está tomando amplitud la idea de que grupos de presión, movimientos y activistas pueden ganar un sólido espacio dentro del Partido Demócrata, incluso hasta el punto de coparlo, para así hacerlo virar hacia la izquierda hasta convertirlo en un instrumento para un cambio social progresista. El objetivo es materializar un realineamiento político y una compactación de sectores, minorías y movimientos en torno al Partido Demócrata para que el Gobierno de EEUU esté controlado por los ciudadanos y no por las élites corporativas, con políticas que sirvan a un interés público amplio y no solo a los intereses privados. Algo que no es novedoso en la política de EEUU y que siempre han ambicionado los sectores a la izquierda del Partido Demócrata. Y que es, quizá, la única vía de ganar al llamado «Shadow Party», el «Partido en la Sombra» que domina el aparato y la línea de los demócratas.

Según el director del “Washington Examiner”, Mark Tapcsott, los grupos de interés que en realidad dominan el Partido Demócrata son los abogados corporativos, los líderes de los grandes sindicatos, el lobby de la industria verde y los agentes al servicio de los grandes millonarios, particularmente George Soros y otros. Son los que movilizan el dinero, los que mueven la publicidad y marcan las iniciativas políticas. Tienen capacidad de cooptar la agenda del partido frente a las campañas y las contribuciones económicas surgidas de la base.

«Cualquiera menos Hillary»

Hillary Clinton, ironías de la vida, necesita ahora convencer a la base progresista y activista del Partido Demócrata de que realmente es lo que hace mucho todos creían que era. Necesita afinar en temas relacionados con el trabajo, la igualdad de género, de sueldos, el seguro médico universal, protección a los discapacitados… Temas emocionalmente muy sensibles para la gente de izquierda en EEUU, aunque en política exterior siga siendo lo que siempre ha sido: un halcón mucho más «proguerra» que un Obama que, aun con una política exterior más timorata, no ha dejado de desilusionar.

Por contra, para ganar, Sanders necesita organizar una potente campaña de base que involucre a millones de estadounidenses. Necesita integrar a toda la izquierda del Partido Demócrata en la «casa común». Tras declararse «socialista», algo que muchos consideran un suicidio político, y tras poner como aspiración el modelo social de Dinamarca, e inadvertidamente reforzar la idea de que el socialismo en EEUU es una mercancía importada, necesita inspirarse en los grandes revolucionarios estadounidenses y dar continuidad simbólica a esas referencias: desde Eugene V. Debs, sindicalista y candidato socialista, que en 1912 consiguió más de un millón de votos, hasta los líderes de la guerra de independencia, de las luchas de los abolicionistas o contra la guerra de Vietnam. Solo así conseguirá el objetivo del «cualquiera menos Hillary» defendido con tanta vehemencia por los sectores a la izquierda del Partido Demócrata.

En esa labor cobra cierto sentido el «entrismo» de los trotskistas, o una estrategia que se podría denominar «dentro-fuera». Entrar en las asociaciones y movimientos para combinar ese trabajo de abajo a arriba –para lo que cuenta con un buen número de curtidos militantes de izquierda de las movidas décadas de los 60 y 70– con el tradicional trabajo de lobby y otras formas de presión pública. Necesita atraer a la «gran casa común» a los miembros del Green Party (los tres millones de votos que Ralph Nader consiguió para los Verdes en 2000, más que una acción autoafirmativa de independencia respecto a los dos grandes partidos corporativos de EEUU, representó, a ojos de muchos, una desastrosa escisión entre los progresistas que permitió a George W. Bush «robar a la izquierda la Casa Blanca») y de otros movimientos –que no son pocos– que en el pasado intentaron construir una alternativa a la izquierda de los demócratas.

La vieja idea de la «gran casa común» fue defendida con pasión en su día por la Rainbow Coalition, que aupó al reverendo Jesse Jackson en sus dos intentos fallidos de disputar la nominación demócrata, o por el lobby Progressive Democrats of America (PAD), que se define como una organización que es «pro» pero no es el Partido Demócrata –algo así como decir que el Canal de Panamá no es Panamá–. Y lo basaban en la idea de que votar solo requiere unos minutos y que el resto del tiempo se puede dedicar a construir y animar movimientos para el cambio. Pero la experiencia histórica indica que los movimientos que apostaron por el electoralismo en las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado perdieron fuelle con fuerza.

Es en esa apuesta donde toman todo su relieve «candidatos insurgentes» como Sanders, que no optan por una «campaña respetable» centrada en la conquista del centro, del «mainstream». Su meteórico ascenso y el crecimiento de su campaña sugiere que la base demócrata no está satisfecha con Hillary Clinton. Casi con total certeza, ella será la nominada demócrata, pero en este caso el factor X es el entusiasmo. Y eso es algo que no se siente entre quienes la defienden.

 

PARTIDO DE LAS FAMILIAS TRABAJADORAS, NUEVO APOYO MASIVO PARA BERNIE SANDERS

Los candidatos buscan los apoyos en las elecciones primarias por muchas razones. Los apoyos de grupos que tienen una gran base social y capacidad para hacer que sus miembros hagan campaña por determinados candidatos tienen un potencial obvio de determinar los resultados electorales finales. Estos apoyos pueden legitimar a candidatos insurgentes, pueden dar solidez a sus posiciones y darles un impulso en fases críticas de ese proceso.

En víspera de las elecciones en el primer caucus demócrata de Iowa, Bernie Sanders ha obtenido el apoyo con unos niveles sin precedentes de tres grupos de activistas progresistas. Democracy for America, un grupo de interés creado para aupar a Howard Dean como presidenciable demócrata en 2004, un 87,9% de cuyos 271.527 miembros con derecho a voto apoyaron a Sanders y que está bien implantado en estados como Iowa, New Hampshire, Carolina del Sur y Nevada; Communications Workers of America, que representa a 700.000 trabajadores de las telecomunicaciones, los medios, las aerolíneas o la educación superior y que hace suya la idea de la «revolución política» que defiende Sanders, y el muy simbólico y potencialmente decisivo del Workers Families Party (WFP), que ha decidido apoyarlo masivamente (87,4% del voto) tras un proceso democrático interno.

El apoyo del WFP, muy activo en Maryland, Oregon, New York, Pennsylvania y Winconsin, considerado por muchos como clave en las victorias de Obama de 2008 y 2012, contrarresta en cierta medida los apoyos que The National Education Association, The American Federation of Teachers y The American Federation of State, County and Municipal Employees habían dado a Hillary Clinton. Estos apoyos indicaban que Clinton iba a luchar duro y podía ganar el apoyo del Partido de las Familias Trabajadoras, que normalmente votan en el mismo sentido que los sindicatos. Pero, esta vez, no ha sido el caso.

En una comparecencia pública del director nacional del WFP, Dan Cantor, este subrayó la idea de que «queremos vivir en una nación que permita a todos tener una vida decente, sin importar la cuenta corriente que sus padres tengan o el árbol genealógico al que pertenezcan». Y añadió que «los súper ricos han usado su músculo económico para comprar músculo político, y si no eres uno de ellos, lo que pienses en relación a lo que el Gobierno debería hacer no cuenta».

Y por ello, concluyó, «el WFP apoya a Bernie Sanders para que pueda construir esa revolución política y hacer que nuestra nación sea una donde cualquier familia pueda salir adelante».M.Z.