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Como guía o amenaza, Catalunya presente

Pese a su menor presencia en campaña, el proceso catalán está presente en la agenda de los partidos, ya sea como inspiración (EH Bildu) o como modelo a evitar sea como sea (PNV). Curiosamente, es Podemos quien más echa mano de su contraparte catalana, que pese a las victorias en las elecciones estatales, es la cuarta fuerza en el Parlament.


Valga decir de entrada que hasta los cinco segundos de silencio de Alfonso Alonso frente a Pili Zabala en el debate de ETB2 la campaña electoral de la CAV no ha tenido espacios de relevancia en la prensa catalana. Euskal Herria apenas existe en Catalunya si no es en los parámetros del conflicto armado y sus consecuencias. Si se sale de ahí, es para enmarcar las elecciones al Parlamento de Gasteiz junto a las gallegas dentro del contexto general de bloqueo en Madrid. Los escoceses no querían saber nada de los catalanes para evitar el veto de Madrid en la UE en caso de independencia, y los catalanes no quieren saber nada (en términos generales, claro está) de un país que siguen asociando con un conflicto armado. Es lo que hay, conviene no olvidarlo.

En el viaje de vuelta, también parece que la presencia explícita del proceso independentista catalán se ha reducido en esta campaña, en comparación al menos con los discursos políticos de los últimos meses. No quiere decir, ni mucho menos, que Catalunya no esté presente en las agendas de los partidos vascos. Es otro de los elefantes instalados en las salas de mando de las campañas.

La incomodidad de la dirección del PNV con el proceso catalán es evidente. Urkullu se ha desmarcado infinidad de veces del camino emprendido por sus aliados naturales en el Principat: la antigua Convergència, un partido hoy en día sin nombre, tercera fuerza en las elecciones del 26J. ¿Se imaginan al PNV por debajo de Podemos y EH Bildu? El espejo catalán no gusta en Sabin Etxea.

La evidencia se volvió a plasmar en la Diada del domingo, a la que los jeltzales enviaron una delegación más discreta de lo habitual, formada por el diputado Aitor Esteban y el senador Jokin Bildarraitz (otros años solía acudir Andoni Ortuzar). Durante estos cinco años de Diadas masivas, la participación oficial del PNV se ha limitado a los actos institucionales, sin aparecer en las manifestaciones. El PNV es el partido del orden y no hará ni un movimiento que aleje a quien, viendo el panorama español, entone el «virgencita, virgencita, que me quede como estoy».

Curiosamente, es Podemos el partido que más ha echado mano de su contraparte catalana. Tras ganar dos elecciones estatales consecutivas, el candidato de En Comú Podem (ECP), Xavier Doménech, ministro de plurinacionalidad en la fantasía de Pablo Iglesias, estuvo el jueves en Euskal Herria para presentar un «pacto de claridad» a la canadiense. Cabalgando a lomos de un unicornio es fácil olvidar que en seis meses los españoles han dicho dos veces No al cambio abrazado por vascos y catalanes. Es probable que mañana Ada Colau lo vuelva a olvidar.

Por mucho que insista Idoia Mendia en el independentismo de Pili Zabala, la candidata de Podemos ha dejado bien claro que no tiene intención de «abrir un frente como el catalán». El auge de la siempre indefinida tercera vía representada por ECP en Catalunya le viene como anillo al dedo para desespañolizar Podemos a ojos de parte de la sociedad vasca. Pero cuidado con presentar a los comunes como referencia en Catalunya. En las plebiscitarias del 27S, Catalunya Sí que es Pot obtuvo 367.613 votos. Menos de tres meses después, en las estatales del 20D, En Comú Podem consiguió 927.940. No parece que ese voto dual, al menos en dicha dimensión, vaya a instalarse en la CAV, pero sirve para recordar lo gaseoso del universo Podemos.

Por último, EH Bildu parece haber racionado sus apelaciones a Catalunya para concentrarse en el camino propio, lo que no quiere decir que renieguen de la vía catalana. No hace falta ser un lince para intuir los ecos del procés en la invitación al PNV y Podemos de ir a Madrid y, en caso de volver con una negativa, emprender la vía vasca. Comprobar una y otra vez (ya sea con el Estatut o con la propuesta de consulta) que con Madrid no hay manera ha sido uno de los principales elementos legitimadores de los pasos dados después en Barcelona. Y lo sigue siendo: Puigdemont ya ha anunciado un nuevo intento para acordar un referéndum.

Pese a su menor presencia, el proceso catalán, ya sea para evitarlo o para imitarlo, sigue marcando agenda en Euskal Herria. Y quién sabe, quizá dejar de hablar de la apertura de un segundo frente al Estado sea la forma de empezar a acercarse a él.