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Terapia circense para los txikis ingresados en Basurto

Payasos, malabarista y acróbatas del Circo Mundial abandonaron por unas horas la carpa instalada en Etxebarria para visitar a los txikis ingresados en el Hospital de Basurto. Marijaia sonrió como lo hicieron los reunidos en el jardín anexo al pabellón San Pelayo.

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Marijaia volvió a llevar la magia de la troupe circense al Hospital de Basurto, haciéndoles olvidar por algo más de una hora que se encuentran ingresados allí y recordándoles que la fiesta también es para ellos. La cita no se la perdieron un buen número de comparseros, miembros de la Corporación municipal con el alcalde al frente y hasta el consejero de Salud, Jon Darpón, habitual en la visita, y la presidenta del BBB del PNV, Itxaso Atutxa. Numerosa fue también la presencia de familiares de los pacientes, enfermeras, médicos y celadores que hicieron un parón en su actividad diaria para ver a los artistas.

Tras el preceptivo disparo del txupin a cargo de Ane Ortiz ante la atenta mirada de la reina y señora de Aste Nagusia, la txupinera y la pregonera, Nati Ortiz, entregaron junto a los comparseros unos obsequios a los txikis antes de ceder el testigo a Luis Moreno, jefe de pista del Circo Mundial, que invitó a los artistas a ocupar la lona desplegado en el jardín anexo al pabellón pediátrico de San Pelayo para iniciar el espectáculo. Mucho antes de eso, la trikitixa Bizkaitarrak y los txistularis de Irrintzi habían tratado de calmar a una parroquia deseosa.

Tras una presentación coral, un equilibrista arrancó las primeras exclamaciones de los más de dos centenares de espectadores con sus juegos con un balón y los descensos por una escalera, que continuó con el cambio en milésimas de segundo de los transformistas rusos Dúo Sidelnikov, llegados desde los casinos de Las Vegas. Y como en cualquier circo que se precie no puede faltar un payaso, saltó a la improvisada pista con su trompeta Pepín León para desplegar una pequeña parte de su número, con salvas de chistes simples pero que siguen enganchando con el público, especialmente con el menudo.

Las carcajadas dieron paso de nuevo al suspense provocado por la magia de Joseph Magic Show, que introdujo a su asistente en un gran baúl transparente y, como colofón, transformó un recipiente en llamas en un florero con la ayuda de una niña.

Un hombre en una urna

Impresionante, las torsiones, dislocaciones e hiperextensiones del Hombre Iguana, el letón Valerijs Komisarenko, un artistas asentado en el cartel del Circo Mundial desde hace unos años. No fueron pocos los que se estremecieron viendo sus movimientos, Con su 1,90 metros de altura, logró plegarse para introducirse en una urna, en la que más tarde entró una niña pequeña.

Desde Italia, el ventrílocuo cómico Kenneth Huesca mostró por qué le habían presentado como «el hombre de las mil voces», ayudado por tres voluntarios entre los que se encontraba la txupinera. Una malabarista con sus aros y pelotas, y de nuevo el payaso Pepín León, sirvieron de preámbulo al endiablado diábolo del malabarista ruso Evgueni Sildenikov, cuyos padres había actuado antes en el veloz número de transformismo con los trajes.

Como broche final, los payasos Los Rivelinos hicieron las delicias de niñas y niños con sus parodias en una cocina, con una guerra de tartas que provocó repetidas carcajadas. Un excelente final.