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La onda expansiva de un desarme artesanal

Un año después del desarme de ETA aquellas armas ya no existen. Según confirmó el fiscal de Baiona, fueron destruidas. La onda expansiva simbólica de aquellas explosiones controladas en la zona de los zulos se ha extendido a lo largo de estos meses, con novedades importantes y curiosidades varias.


Han pasado doce meses desde que se efectuara el desarme de ETA de la mano de la sociedad civil, con la mediación de la Comisión Internacional de Verificación (CIV) y el apoyo de las instituciones del país. ¿Ha tenido aquel hecho histórico alguna secuela? ¿Qué fue de las armas? ¿Han aparecido otras? ¿Qué dicen los expertos internacionales en resolución de conflictos? ¿Ha habido consecuencias en otros ámbitos relacionados con el conflicto vasco? ¿Qué ha pasado en ETA?... Las cuestiones sobre este proceso que han salido ya a la luz mediante artículos de prensa y libros no dejan de provocar asombro, desde los grandes hechos noticiosos hasta las pequeñas anécdotas.

Armas destruidas

El material explosivo fue destruido los días 8 y 9 de abril por los equipos policiales cerca de los zulos descubiertos por los voluntarios. Las explosiones controladas fueron grabadas en vídeo y las imágenes, según lo ya publicado, hechas llegar a los artesanos. La operación dejó también curiosas historias. Ocho meses después, el alcalde de la pequeña localidad de Erango hacía pública la queja de que la explosión provocada en una cantera cercana había causado algunos daños a su iglesia, del siglo XIII, y demandaba indemnización al Estado. Según el alcalde, la explosión había provocado inestabilidad al edificio, por lo que, añadió, había aconsejado al cura que llevara casco por si se desprendiese algún otro cascote.

El estruendo provocado por la destrucción de los explosivos dejó pocas dudas sobre lo que se había hecho con aquel material, pero ¿qué pasaba con las armas de fuego? Las semanas previas este tema se colaba en muchas noticias destinadas a poner en cuestión la acción de los artesanos. La intervención de la sociedad civil podría provocar la destrucción de pruebas para el esclarecimiento de atentados, insistían quienes se oponían a los planes de los artesanos. El pasado 11 de febrero, en una entrevista concedida a “Berria”, el fiscal de Baiona, Samuel Vuelta Simon, revelaba que las armas de ETA encontradas en los zulos habían sido destruidas, aunque pudiera haberse guardado alguna por si fuese necesaria para alguna investigación.

[ACTUALIZACIÓN DE ESTA INFORMACIÓN EN ENERO DE 2020: se conoce que policías franceses han sido detenidos por haber sustraído en su día parte de las armas de ETA después del desarme]

¿Han aparecido más?

Un paseante equipado con un detector de metales descubrió el 31 de diciembre un zulo perdido de ETA con detonadores y un poco de explosivo en un bosque de Las Landas. La noticia no provocó especial revuelo pues tanto las autoridades francesas como los artesanos contaban con la posibilidad de que aún aparecieran depósitos perdidos sobre los que la organización armada no tuviera conocimiento.

En el informe final que ETA entregó entre abril y junio a los agentes implicados en el desarme, la organización ya desarmada avisaba de que podría haber material perdido o no localizado. Este hecho no cuestionaba el desarme total, y ETA se comprometía a desprenderse de las armas y explosivos que aún pudieran aparecer. ¿Se ha producido alguna circunstancia de este tipo en este tiempo? Al parecer, sí. El pasado 12 de febrero el diario español “La Razón” informaba de que cuatro días antes «los llamados ‘artesanos por la paz’, que protagonizaron la pantomima de abril del año pasado en Bayona, se pusieron en contacto con la Policía Judicial de esta ciudad y le entregaron la geolocalización de una bolsa con armamento. Se trataba de una calle, Pierre George Latecoere de la misma Bayona, en la que los agentes encontraron una bolsa deportiva y en su interior una granada Jotake con su correspondiente tubo lanzador».

Lo destacado del caso, sin embargo, es que el hecho solo tardase cuatro días en filtrarse a los medios españoles, lo que confirmaba dos cosas bien sabidas, que un sector de los llamados «servicios antiterroristas» franceses mantienen una conexión directa con la Guardia Civil más allá de lo reglamentario y que el cuerpo militar español sigue tratando de enredar en esta cuestión, lo que, a su vez, ha causado malestar en algunos responsables franceses. La filtración en tiempo récord de un mecanismo habilitado para poner fuera de circulación material extraviado solo puede ser interpretado como un intento de boicot. En los últimos meses, además, los artesanos y otros agentes relacionados con el desarme han padecido en Ipar Euskal Herri operativos de seguimiento de agentes españoles.

Repercusión internacional

El informe final de ETA, datado en abril de 2017, se convirtió en una pieza clave para explicar a los agentes implicados los pormenores técnicos del desarme. Algunos de los receptores de ese informe participaron en el Oslo Forum, el 13 y 14 de junio, donde se reunieron los principales mediadores en conflictos armados y facilitadores de procesos de paz. El Forum estaba principalmente dedicado al caso colombiano, pero el desarme de ETA flotaba en el ambiente de forma notable. No tuvo el carácter oficial que habría debido tener si la hoja de ruta de Aiete se hubiese desarrollado dentro de lo previsto. Aiete contó con la mediación y colaboración del Gobierno noruego y del Centro Henri Dunant (HDC), los organizadores precisamente del Foro de Oslo.

Según relata el libro “El Desarme, la vía vasca”, «la singularidad del proceso y el hecho de que un gran arsenal de armas y explosivos hubiesen sido entregados a un grupo civil que hizo de intermediario para su decomiso fueron centro de comentarios. Jamás había existido una experiencia semejante en algún otro punto del planeta. Tampoco pasó desapercibida la cuestión técnica, el volumen del arsenal, 3,5 toneladas de armas y explosivos en el corazón de Europa. Fueron manifestaciones elogiosas para todos los actores, en especial para los que tuvieron protagonismo en la última fase».

Presos y víctimas

Una vez efectuado el desarme, muchos miraron hacia la cuestión de los presos. Un caso provocó una brizna de esperanza. Oier Gómez permanecía en prisión pese a contar con un pronóstico de extrema gravedad, pues la fiscalía se había opuesto a su libertad. Tras el desarme, el fiscal cambió de actitud. El Tribunal de Aplicación de Penas de París suspendió su condena y después dejaron sin valor las euroórdenes. Oier Gómez reside hoy en Baiona, donde lucha contra la enfermedad.

Un grano, sin embargo, no hace granero, y por eso los artesanos y representantes institucionales de Ipar Euskal Herria lanzaron diferentes iniciativas, que llevaron a la constitución de un marco de relación y trabajo con el Gobierno francés para el tema de los presos que ya ha dado sus frutos, aunque aún mejorables. El ritmo es más lento del deseado.

Los artesanos y dichos representantes institucional están intentado también trabajar la cuestión de las víctimas, pero resulta más complicado, principalmente por la beligerancia de las asociaciones de las causadas por ETA.

Debate en ETA sobre su final

La ponencia en la que la dirección de ETA propone a su militancia el final del ciclo histórico está datada el mes de abril de 2017, el mismo mes en el que se produjo el desarme. De los textos de ETA conocidos en los últimos meses se deduce que, para ella, ambas cuestiones (desarme y final de ciclo) componen un todo a abordar para intentar dejar atrás el ciclo anterior y abrir definitivamente uno nuevo. Así explicaba la organización a sus miembros el hecho de acometer las dos cuestiones conjuntamente: «Han surgido condiciones más favorables para hacer frente al debate sobre el ciclo histórico de la organización, sin dar una impresión de agonía. [...] Unas semanas antes de que se hiciera posible el desarme, ETA anunció que realizaría un debate sobre su futuro. La lógica era sencilla: no queríamos que ambos temas apareciesen como una cadena de exigencias, para que, en la medida de lo posible, no se repitiera lo sucedido en los pasos unilaterales anteriores (que se diera por amortizado inmediatamente el paso y se pusiera otra exigencia en su lugar). Si hasta ahora nos hubiéramos referido solo al desarme, nos encontraríamos en peores condiciones para abordar el debate, puesto que se reforzaría la imagen de que estamos siendo obligados».

No solo han pasado doce meses desde que se produjera el desarme, sino también desde que comenzara la discusión en ETA, que según todos los indicios está a la espera de que se comunique oficialmente su resultado.