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Ahora, votar los PGE será además una bofetada a Urkullu y Barkos

Si la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado con los votos del PNV ya estaba complicada con la extensión de la intervención de la autonomía catalana más allá de la legalidad, el pacto sobre presos de Mariano Rajoy con UPN es todo un desaire a Iñigo Urkullu y Uxue Barkos.


El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y el de UPN, Javier Esparza, firmaron el lunes que lo relativo a los presos vascos se decidiría en el Pacto Antiterrorista y el inquilino de la Moncloa rechazó por escrito que pueda aceptar la propuesta de Iñigo Urkullu y Uxue Barkos de Bertiz, para promover un grupo de trabajo entre el Ejecutivo español, el de Lakua y el navarro sobre la política penitenciaria. Era la condición de los regionalistas navarros para apoyar los Presupuestos Generales del Estado. Así que la votación hoy a favor de las Cuentas del PP sería, además de otras muchas cosas, una bofetada a Urkullu y Barkos.

Todos los ojos están puestos hoy en el voto del PNV en el Congreso de los Diputados, del que hasta este momento depende la aprobación de los PGE. El EBB decidió esperar hasta el último momento, para ver si podía compaginar «su objetivo prioritario» de «la desactivación de la aplicación del artículo 155» de intervención de la autonomía de Catalunya, con «la relevancia» de los acuerdos sobre pensiones e inversiones que en las últimas semanas ha estado tejiendo con el ministerio de Cristóbal Montoro.

Los cálculos jeltzales pasaban por la idea de que para cuando tuvieran que votar los PGE, habría ya un Govern constituido y se habría levantado el 155; pero de momento Mariano Rajoy se niega a publicar la relación de consellers propuesta por Quim Torra. Y todo se ha enredado.

La situación actual es peor que la mera aplicación del 155, porque Rajoy se está saltando las leyes para mantener el estado de excepción en Catalunya. Intentar acusar a Quim Torra de provocar la extensión del 155 es como acusar –acéptese la comparación– a la mujer violada de provocar por vestir minifalda.

Está claro que el Estado español (sumen PP, PSOE y Cs, la mayoría mediática y buena parte de la judicatura) ha optado por sacrificar la democracia en el altar de la sacrosanta unidad de España. Y eso afecta a Catalunya y la Euskadi que debate su Nuevo Estatus.

Sin anulación del 155, la última esperanza jeltzale podría ser que el soberanismo catalán le eximiera de cumplir su promesa, pero JxCat dejó claro ayer que espera que el PNV «se mantenga firme» y rechace los PGE si no se levanta el 155.

Sostiene el PNV que el acuerdo alcanzado con el PP es bueno en términos económicos, por las pensiones y las inversiones anunciadas. Pensionistas que siguen movilizándose aceptan la subida pactada, pero recuerdan que es temporal, dependiente de necesidades partidistas e insuficiente. Por otra parte, al margen de los PGE la cuestión estaba ya en debate en el Pacto de Toledo.

En cuanto a las inversiones del Gobierno español en la CAV, hay que recordar que de los 400 millones publicitados tras el apoyo del PNV a las Cuentas de 2017, finalmente apenas se ejecutaron poquito más de la mitad de ellos.

Otra de las razones esgrimidas por el PNV para defender su apoyo a los Presupuestos de Rajoy es la de evitar un adelanto electoral, que entienden que supondría la victoria de Ciudadanos. Ese es un futurible probable según las encuestas, pero no supondría necesariamente que Albert Rivera lograra los apoyos necesarios para ser investido presidente. Tampoco está claro que el rechazo a los PGE conlleve la disolución de las Cortes, porque Rajoy tiene en sus manos prorrogar las cuentas y seguir resistiendo.

Lo que ocurre es que en las actuales circunstancias, de hecho, ya es Ciudadanos quien está gobernando; es Albert Rivera quien arbitra la política del Ejecutivo en Catalunya y son los colectivos de víctimas del terrorismo que el domingo aparecieron en su convención de España Ciudadana los que auditan la política penitenciaria, hasta el punto de considerar un «beneficio» a los presos y una claudicación del Estado el fin del alejamiento. Más o menos lo pactado ahora por Rajoy con Esparza.

No está hoy el PNV en una situación cómoda. De lo que haga dependerá también la tranquilidad que al lehendakari Iñigo Urkullu le ofrece el PP en el Parlamento de Gasteiz en lo concerniente al huevo, mientras le amenaza sobre el fuero. Andoni Ortuzar tiene que tomar una decisión sobre su palabra de vasco.