En el Día contra la Explotación: «Hay que visibilizar la figura del putero para combatir la trata»
Médicos del Mundo (MdM) es una de las ONG que trabaja con mujeres en situación de prostitución en Nafarroa y contra la trata. Poner los Derechos Humanos por encima de la Ley de Extranjería y entender esta realidad como un modo más de violencia contra la mujer, claves para hacerle frente.
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¿Qué línea de trabajo lleva Médicos del Mundo en relación a la prostitución?
Fundamentalmente, mantener un contacto con ellas, con las mujeres en situación de prostitución. Llevamos unos 15 años desarrollando esta labor. Lo que intentamos es que ellas tengan acceso a sus derechos. Además de ello, elaboramos un informe, un diagnóstico, sobre esta realidad, cuyos datos también se extraen de este contacto. A partir de ahí, realizamos tareas de sensibilización en la calle, en el Parlamento... En este sentido, en Navarra resultó todo un logro que en la nueva ley de violencia contra la mujer se incluyera la prostitución y la trata como parte de esa violencia que se ejerce contra nosotras.
¿Cómo acceden a este colectivo?
Las intervenciones se realizan en pisos o clubes. Allí desarrollamos talleres de distintas temáticas. Pongamos, por ejemplo, las drogas, la higiene íntima, los derechos sexuales y reproductivos, la salud… De esos encuentros ellas también sacan un referente, un espacio o una persona a la que acudir si, por ejemplo, quieren sacarse una tarjeta sanitaria o tienen alguna duda sobre un trámite de residencia o nacionalidad. Hay que tener en cuenta que, en esta realidad de la explotación y la trata, las políticas migratorias tienen un gran peso. El área de prostitución en MdM tiene mucha relación con el área de migración.
Parece un colectivo difícil con el que trabajar. Da la impresión de que son personas sujetas a una gran movilidad. Que un día están aquí, pero mañana no. Y que ni siquiera ellas lo saben...
Los puteros suelen querer caras y cuerpos nuevos. Al igual que por las políticas migratorias, la prostitución se ve afectada por el capitalismo, por la pura oferta y demanda. Si la demanda cambia, la oferta ha de cambiar. La ventaja de MdM es que tenemos implantación a nivel estatal e internacional. De ahí que, aunque las muevan, podamos seguir siendo un referente válido. Pueden seguir requiriéndonos información o ayuda.
¿Y qué se puede hacer para controlar la demanda?
MdM también tiene una línea de trabajo de socialización, de sensibilización. Acudimos a charlas a centros educativos, llevamos a cabo exposiciones y charlas… También presionamos a nivel político. La base es hacer que la sociedad conozca cómo es la realidad en la que vive. Y resulta fundamental visibilizar la figura del putero, estudiarlos a ellos también. Ver cómo evolucionan no solo ellas, sino también la otra cara de esta realidad.
¿Hay clubes más reacios a abriros la puerta?
A los clubes entramos a dar simples talleres. Por eso no suele haber problema a la hora de entrar. Entregamos materiales relacionados con la salud sexual y exponemos qué opciones existen para obtener la tarjeta sanitaria o cómo actuar ante una infección de transmisión sexual. Por lo general, resulta una tarea informativa. No siempre las mujeres en situación de prostitución pueden acceder a estas informaciones tan básicas.
Pero estamos ante organizaciones de trata. Entiendo que no siempre querrán que estas mujeres ejerzan sus derechos...
Ten en cuenta que tratamos con ellas directamente. Las personas responsables de los clubes nos conocen. Vamos perfectamente identificadas con el logo de Médicos del Mundo y les explicamos qué hacemos. Es difícil que alguien se ponga en contra de eso. Ahora bien, hay determinados grupos que, por la procedencia o las condiciones en las que se encuentran, no son tan accesibles. Por ejemplo, apenas trabajamos con las que están en las calles. Hay otras organizaciones que trabajan en ese ámbito. Nosotros nos centramos en información y prevención.

(Voluntarios de MdM, durante una campaña de sensibilización)
Uno de los datos más llamativos de su informe de 2017 es cifrar las personas que se encuentran en esta situación: unas 700 u 800 mujeres. Y también el de «servicios» que demandan los puteros. Son prácticamente el triple, unos 2.000.
La prostitución y la trata no se ven y tienen un estigma muy fuerte. Los datos son difíciles de extraer y, también, de contrastar. Existen variables. Hay mujeres que, por ejemplo, pasan por etapas de prostitución ocasionales. Ahora bien, siempre es mayor la demanada que la oferta. Los puteros son más y eso tiene consecuencias de cara a que los tratantes procuren traer más mujeres.
¿Qué porcentaje están en situación irregular o están racializadas o marginalizadas por provenir de otro país diferente?
Resulta una obviedad que la inmensa mayoría de ellas son migrantes. Esta es una realidad muy atravesada por el fenómeno de la migración y, por tanto, por la Ley de Extranjería. Es fácil de entender. Las mujeres en situación de necesidad son las que más fácilmente acabarán en una situación de prostitución. Siempre es más sencillo realizar la trata con personas vulnerables que con aquellas que son conscientes de sus derechos o con un acceso a salud y a vivienda. Y hay que tener en cuenta que la Ley de Extranjería está por encima de las leyes que buscan prevenir la trata. Si una persona está en situación irregular y, además, en situación de prostitución no se va a ver ni empoderada ni en condiciones como para exigir sus derechos, que son suyos, porque los derechos son humanos. Cuando alguien viene de otra parte, no siempre conoce los derechos que tiene en el nuevo país, y si a eso le añades otras dificultades como las del idioma, etc., se produce un desconocimiento que lleva a la indefensión