Fracasada la táctica (el oportunismo necio), le toca a la estrategia
En tiempos de exaltación del cortoplacismo y los zigzags, el 10N ha revelado una auténtica conjura de necios: va y resulta que ni Redondo, ni Rivera, ni Errejón, ni Tezanos ni tantos otros eran tan listos. Ganan valores y estrategias de fondo: EH Bildu en Euskal Herria, el bloque independentista catalán. También antivalores, pero igualmente de fondo: Vox en España.
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Hay tantas anécdotas reveladoras de la estúpida jugada de Pedro Sánchez que cuesta elegir una. Me quedo con esta de inicios de setiembre: dicen que cuando el líder del PSOE volvió de vacaciones, aún no tenía claro si decantarse por un acuerdo de gobierno con Unidas Podemos facilitado por el independentismo (faltaba aún más de un mes para la sentencia del «procés», había tiempo) o forzar ya nuevas elecciones, y que no podía resolver la incógnita porque las encuestas que tenía sobre la mesa no resultaban suficientemente creíbles, y es que la gente consultada en ellas estaba también de vacaciones, igual que él.
Como a Sánchez le empezaba a fallar Iván Redondo, parece que echó mano de otro listo de cabecera, José Félix Tezanos. Si no estaba clara la mayoría, se podía intentar construirla. El responsable del CIS que pronosticó que el PSOE podía llegar a 150 escaños y Vox quedarse en 14 ha dicho este lunes que a la macroencuesta «no se le puede pedir que acierte como si fuera la lotería». Nivel.
La (mala) demoscopia lo contamina todo y da pábulo a otro elemento de esta conjura de necios: el oportunismo. Iñigo Errejón buscaba su minuto de gloria y lo tuvo, pero fue eso, minuto. A Albert Rivera al menos le ha durado unos años, hasta ayer. Cambiar de chaqueta a velocidad de vértigo le ha dejado a Txema Urkijo en 8.000 votos en Bizkaia. El tacticismo es una tentación fácil, pero da lo que da.
En la otra cara de la misma moneda, avanza el independentismo con estrategia, que mira lejos, tiene horizonte, sin dejar por ello de ver el suelo. EH Bildu superó el atasco de 2013-2016 reenfocando su objetivo hacia la paciencia y la política, reestructuración organizativa incluida, y ha conseguido reenganchar con la gente: de 184.000 votos en la segunda vuelta estatal de 2016 a los 276.000 de esta segunda vuelta hay mucho salto. Efectivamente se atisba una conexión creciente con valores sociales que son hegemónicos en Euskal Herria. Igual que ocurre en Catalunya con las formaciones independentistas, mucho más conectadas a las preocupaciones de la calle que las unionistas, simplemente porque en nuestras pequeñas naciones es más popular defender derechos que atacarlos, liberar que encarcelar.
¿Y en España? También gana la estrategia, desde el signo radicalmente contrario. Emerge Vox, que tampoco es precisamente una fuerza oportunista ni de «momentums»; viene del franquismo, por no decir de la Reconquista. Atención a lo que dijo Abascal el domingo noche, porque no parece descabellado. Más allá de los 52 escaños, le gusta que «hemos abierto debates prohibidos y acabado con la superioridad moral de la izquierda». Es un movimiento de fondo que no se combate con táctica ni corto plazo, sino con estrategia y largo plazo. No con listos, sino con inteligentes.