La vida sigue de aquella manera en una Iruñea bajo el miedo al coronavirus
Tiendas de comida y farmacias a rebosar, bares casi vacíos y con anulaciones, y comercios de moda sin compradores dibujan el panorama de una Iruñea bajo el miedo al omnipresente coronavirus.
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Un largo paseo por las calles de Iruñea sirve para tomar el pulso a una ciudad en la que el coronavirus flota en el ambiente de las conversaciones y en la vida cotidiana.
Es una jornada atípica, ya que numerosos locales dependientes del Ayuntamiento están cerrados y en los centros educativos, se da la circunstancia de que puede haber clase o no, ya que la suspensión oficial arranca el lunes.
Por ese motivo, se ven estudiantes con mochilas que, en principio, han acudido a su centro, pero que finalmente han salido de clase y que se reúnen en los bancos de la avenida Carlos III o de la plaza del Castillo para conversar y jugar con el móvil.
En ese sentido, ‘el cuarto de estar’ de la ciudad se ha rejuvenecido, ya que la habitual presencia de ancianos se ha reducido notablemente. La duda es si por el coronavirus o porque la jornada está más bien fresca. Aunque el habitual acordeonista parece inmune a esa cierta psicosis que se palpa en la ciudad y continúa con su repertorio habitual en bucle.
Lo que casi no se ve es niños pequeños. Tan solo en los columpios de la plaza de San Francisco se ve a un padre con su hija. Eduardo dice que «no me parecía bien llevarla con los abuelos y he preferido coger fiesta para atenderla. El problema es qué voy a hacer más adelante, ya que tenemos quince días sin clase y vamos a tener que hacer auténticos equilibrios para no recurrir a ellos», señala con cierta resignación.
A pocos metros, la Biblioteca de Alde Zaharra sigue abierta. Es uno de los pocos locales del Consistorio que sigue abierto y donde la afluencia tampoco es muy importante, aunque hay personas que parecen hacer acopio de libros en vista de que se presentan días de estar en casa. Al menos algunos piensan aprovecharlos en cultivar mente y espíritu.
Las calles de Iruñea muestran una afluencia sensiblemente inferior a lo que suele ser habitual, aunque esa situación parece un espejismo si se entra en el mercado de Santo Domingo.
Compras en el mercado de Santo Domingo
En ese lugar la actividad es frenética y la gente se multiplica para hacerse con todo tipo de productos, aunque no se da ninguna imagen de desabastecimiento. La responsable de uno de los puestos señala que la explicación a este fenómeno es bien sencilla. «Ofrecemos producto de cercanía y por ese motivo, no nos falta», explica. «Parece que hay gente que solo compra en determinados sitios y por ese motivo se está extendiendo esa idea de que faltan productos, pero todo depende de saber dónde comprar», añade con una sonrisa.
En el discurrir por Iruñea no resulta complicado encontrarse con alguna obra y con operarios a los que les salta la risa cuando oyen la palabra ‘teletrabajo’. «Ya me dírás cómo puedo hacer algo así con una rotaflex», comenta risueño Oscar.
Para él no existe esa opción de alejarse del coronavirus, como le sucede a Yanire, que trabaja en una farmacia de la avenida Carlos III. Comenta que han notado «muchísimo» la amenaza del coronavirus, ya que se han quedado sin «geles desinfectantes, alcohol y mascarillas. El tema del abastecimiento lo llevamos fatal. Nos dicen que nos van a enviar más, pero no sabemos cuándo puede llegar».
Los días pasados han sido de mucha afluencia de clientes, «especialmente de personas mayores, que venían muy preocupadas, aunque también hemos tenido jóvenes que venían a comprar productos relacionados con el coronavirus».
Pero los problemas de abastecimiento están generando que se reduzca esa afluencia y el hecho de que «parece que la gente se está recogiendo cada vez más en sus casas».
Algo parecido, pero agravado, se está registrando en otros sectores. Así, las tiendas de moda que pueblan la avenida de Carlos III aparecen especialmente vacías y pocas son las personas que se animan a cruzar sus puertas en busca de alguna prenda.
A la espera de un posible cierre de los bares
Otro sector especialmente afectado por el coronavirus es el de la hostelería. Algunos locales, como discotecas y salas de fiestas, ya han anunciado que cierran sus puertas durante el fin de semana y en otros, lo que han decidido es suspender su actividad nocturna.
David, de La Cocina Vasca, señala que varios establecimientos han decidido suspender los servicios de noche, aunque se mantendrán abiertos durante el día. Sin embargo, se muestran muy preocupados, ya que «nos están anulando reservas del fin de semana y durante el día, son escasos los clientes que vienen».
Esta situación podría vivir una vuelta de tuerca si desde el Gobierno de Nafarroa o cualquier otra autoridad competente «se decide cerrar los bares, un escenario que contemplamos como posible».
De hecho, la Asociación de Hostelería y Turismo de Nafarroa ya ha recomendado el cierre temporal hasta el 30 de marzo de los negocios del sector, una medida voluntaria para «proteger a clientes y trabajadores» del coronavirus que afectará a unos 40.000 empleados.
La repercusión económica es evidente, porque, como añade David, «tenemos entre 14 y 15 trabajadores y no sé qué vamos a hacer». El presidente español, Pedro Sánchez, ha anunciado un paquete de medidas para paliar precisamente esos efectos del coronavirus, pero, por el momento, «nosotros no sabemos cómo se traduce eso y si de alguna manera nos puede llegar esa ayuda».
En ese sentido, desde la citada asociación ya se pide ayuda al Gobierno de María Chivite para que de alguna manera compense esa medida que aplicarían «por responsabilidad».