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La sobremortalidad de las residencias marca la pauta general

Cementerio en Iruñea. (Iñigo URIZ / FOKU)

Como ya sabemos, el Covid-19 ataca especialmente a las personas de edad avanzada porque, en términos generales, estas tienen debilitado el sistema inmunológico. Otros grupos de riesgo son quienes, con menos años cumplidos, padecen enfermedades respiratorias crónicas –como asma–, diabetes o hipertensión, entre otras patologías.

La consecuencia más trágica de esa premisa es la alta letalidad que esta epidemia está teniendo entre la población de mayor edad, tal y como queda reflejado en las estadísticas que recogemos en estas páginas.

Como las distintas administraciones que conviven en Euskal Herria no están elaborando los informes sobre el nuevo coronavirus de forma homologada, hemos optado por incluir elementos que en ocasiones no pueden compararse directamente, pero que ayudan a componer una imagen más aproximada a la realidad. Así, por ejemplo, cuando ofrecemos datos de Pirineos Atlánticos, hay que tener en cuenta que los poco más de 300.000 habitantes de Ipar Euskal Herria representan el 46% del total de población del departamento.

Para conocer el impacto que está teniendo el nuevo Covid-19 en la mortalidad general en nuestro país hemos recurrido a dos fuentes estatales. Para Hego Euskal Herria, la información más completa nos llega a través del Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo) del Estado español.

Superado el «exceso»

En su informe del pasado domingo, el MoMo da por superado el «periodo de exceso» de mortalidad por todas las causas tanto en Nafarroa –donde lo enmarca entre el 22 de marzo y el 15 de abril– como en la CAV –desde el 25 de marzo hasta el 16 de abril–. Como se ve en los gráficos anexos, el MoMo hace una previsión de «mortalidad estimada» que se refleja en la línea azul, mientras que la «mortalidad observada», es decir los datos reales que están suministrando las fuentes oficiales, corresponde a la línea negra. La zona sombreada es el «intervalo de confianza al 99%», en el que, como aquí se aprecia desde el 25 de noviembre, suele encajar la realidad con la previsión.

En este caso, el exceso de mortalidad es tan visible a primera vista que no cabe duda de que solo es achacable a la epidemia de coronavirus. Sumando los datos de la CAV y Nafarroa, aunque no correspondan al mismo periodo exactamente, tenemos que en Hego Euskal Herria han fallecido 3.145 personas entre el 22 de marzo y el 16 de abril, cuando se «esperaba» que solo fueran 1.586. Por tanto, el «exceso» es de 1.560 fallecimientos.

El Insee francés, por su parte, ha publicado un informe con los datos recogidos entre el 1 de marzo y el 6 de abril, y los compara con el mismo periodo del año anterior. En este caso, el número de fallecidos es menor que hace un año, ya que en 2019 fueron 636 y ahora se han contabilizado 605, un 5% menos. Aunque es una diferencia menor y solo se compara con el año anterior, es difícil entender las razones de la evolución sea tan distinta en Pirineos Atlánticos, donde se incluye a Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa.

En lo que no hay divergencias es en el hecho de que la gran mayoría de las personas fallecidas por todas las causas tienen más de 74 años y que, en lo que respecta al sur del país, también es este grupo de edad el que alberga la mayoría del «exceso de mortalidad».

No obstante, no hay que pasar por alto que, en términos porcentuales, también se da un notable exceso en el grupo de entre 65 y 74 años, e incluso entre los menores de 65.

No es lo acostumbrado

En las últimas semanas el foco informativo se ha ido moviendo desde los hospitales hacia las residencias de la tercera edad debido, por una parte, a que los primeros han superado la curva de ingresos sin llegar a colapsar y, por otra, a que las instituciones correspondientes han comenzado a difundir datos más o menos rigurosos sobre lo que está sucediendo en los segundos.

En la tabla anexa sobre las defunciones por Covid-19 en Hego Euskal Herria queda patente el elevado porcentaje de residentes en centros socio-sanitarios sobre el total de fallecidos a causa de la epidemia. Hay que puntualizar que hay un desfase de actualización, ya que mientras el total corresponde a los datos difundidos ayer, los de las residencias se hicieron públicos entre el 16 y el 19 de abril, por lo que es muy probable que esos porcentajes sigan aumentando.

Destaca la alta tasa registrada en Gipuzkoa (65%), que parece explicarse porque al mismo tiempo es el herrialde con el menor número total de fallecidos por coronavirus, por mucha diferencia.

También hay que resaltar que el Gobierno navarro asume que los 135 casos confirmados en la residencias pueden elevarse hasta 176 si se suman todos los fallecimientos «con sintomatología compatible con Covid-19», lo que dejaría la tasa en el 46%. Y sumando los casos «sospechosos», en Bizkaia el número subiría a 177 y la tasa, al 32%.

En el conjunto de los cuatro herrialdes, los fallecidos por coronavirus que residían en un centro socio-sanitario se situaría entre el 38% y el 42%. Una tasa que nada tiene que ver con la que es habitual, como se observa en la tabla anexa con la distribución de los fallecimientos según el lugar de defunción en Nafarroa de los últimos años.

Desde 2010 hasta 2018 –último año que aparece en la estadística oficial– la tasa de fallecidos en residencias nunca superó el 15%. La mitad de navarras y navarros suele morir en el hospital, mientras que un 30% lo hace en su propio domicilio.

Estos porcentajes son similares a los que se pueden extraer de la tabla de Pirineos Atlánticos. En lo que concierne a este año, entre el 1 y 30 de marzo, un 48% del total de fallecidos expiró en un hospital, mientras que el 26% lo hizo en su domicilio y un 14% en una residencia.

Al margen de las frías cifras, esta epidemia ha traído más dolor si cabe a las personas fallecidas y a sus familiares debido a las medidas de aislamiento que están impidiendo que puedan despedirse en persona una vez que contraen el coronavirus en las residencias o que son ingresadas en los centros hospitalarios.