El derbi ante Osasuna demostró a la Real que no es fácil recuperar el mejor nivel
Un sector de la afición de la Real ha defendido en los últimos meses que se debía jugar la final de Copa sin público cuanto antes porque eso suponía una ventaja sobre el Athletic al dar por hecho que el juego y los resultados de antes del parón se iban a retomar automáticamente. El empate contra Osasuna demostró que no es tan fácil recuperar la mejor versión.
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Todo ha cambiado con el coronavirus y el fútbol no es ajeno a ello. La Real no fue la misma de antes del parón tras tres meses en los que sus jugadores han estado encerrados en sus casas como los demás sin entrenarse más de dos semanas con normalidad y sin jugar ningún amistoso. Tampoco puede sorprender que la Real no jugara como podía esperarse cuando tocaba hacerlo unos días después de ganar en Eibar y el punto hay que darlo por bueno pese a jugar en casa porque Osasuna se adaptó mejor al nuevo escenario.
La Real es una orquesta bien conjuntada y el domingo desafinó porque no es fácil recuperar el engranaje que le ha permitido colocarse cuarta y en la final de Copa. Le perjudicó la falta de rodaje, pero también sentirse extraña en su nueva casa, donde el apoyo de la afición era fundamental con una comunión entre jugadores y sus seguidores que ha dado victorias.
En el derbi el factor ambiental y emocional estuvo a favor de Osasuna y no solo por la falta de público local. Jugar a puerta cerrada permitió escuchar a los jugadores y a los entrenadores en el campo como nunca se les ha escuchado. Pero lo más llamativo fue el comportamiento en la grada de los doce suplentes de Osasuna, que aplaudían a sus compañeros tras cada buena acción, y el de los de la Real, que estuvieron más fríos. Imanol ha conseguido con su carácter que sus jugadores hayan estado siempre enchufados y el domingo fueron superados en esa faceta por los titulares rojillos, pero sobre todo por los suplentes.
Eso se notó en los cambios porque el equipo blanquiazul empeoró con ellos y en los últimos minutos estuvo a punto de perder después de que Imanol fuera capaz de reconducir en el descanso un guión en el que Arrasate le había ganado la iniciativa con el planteamiento inicial.
Es difícil jugar bien con tres centrales, pero más complicado todavía contra tres centrales porque te cuesta reaccionar como le pasó a la Real en el primer tiempo. Pierdes las referencias habituales en los emparejamientos, en las presiones, Osasuna juntó muchos jugadores en pocos metros en las zonas en las que buscan los espacios los blanquiazules más adelantados. Y en defensa se generaban desajustes en la banda derecha, por donde Estupiñán, el artífice de la victoria de la Real en El Sadar con un desafortunado partido, entraba como un cuchillo en la mantequilla. Por ahí llegó la jugada del penalti que adelantó a Osasuna y la clara opción de Adrián.
Por eso muchas veces lo mejor es lo que hizo Imanol en el descanso. Renunciar a la forma de jugar habitual y hacer lo mismo, jugar con tres centrales para tener superioridad numérica sobre los dos delanteros, emparejar a los tres jugadores del centro con los de Osasuna, jugar con dos delanteros y encomendar a Zaldua y Monreal la misión de abrir el campo y anular a los carrileros rojillos. Estupiñán dejó así de ser un peligro.
Además se mejoró al retrasar a Zubeldia, que era el jugador al que los delanteros de Osasuna no dejaban entrar en juego en el primer tiempo porque a Arrasate, que conoce la Real mejor que el pasillo de su casa, no le importaba nada que Aritz Elustondo y Le Normand dieran inicio al juego. Cuando el azkoitiarra asumió esa responsabilidad como tercer central, el partido cambió y en los primeros quince minutos del segundo tiempo la Real marcó el gol y tuvo más llegadas al área que en los 45 del primero.
Esa mejoría se truncó con los cambios condicionados por la inactividad y por las dudas que tenía Imanol de que algunos jugadores pudieran aguantar bien el partido dentro de un intento de dosificar esfuerzos cuando se van a jugar once partidos en poco más de un mes.
Perjudicó el cambio de Isak por Willian José, que a nadie hubiera extrañado en el descanso porque no había entrado en juego y se podía buscar su velocidad para intentar aprovechar que la defensa osasunista jugaba muy adelantada. Pero chocó que fuera sustituido nada más fabricar el gol tras unos primeros quince minutos del segundo tiempo extraordinarios porque se le vio con una velocidad sorprendente en él en dos acciones. En la segunda el brasileño asistió a Oyarzabal para que demostrara que es un crack con su definición y el delantero sueco no aportó nada.
El cambio de Diego Llorente por Merino
Tampoco Januzaj, que salió en el centro cuando su mejor nivel lo da en la banda, aunque el cambio era comprensible porque Portu no había ofrecido mucho. Pero la sustitución que más perjudicó a la Real fue el de Diego Llorente por Merino al temer que el navarro pudiera ver su segunda tarjeta. Perdió al adelantar a Zubeldia la salida que le había dado el azkoitiarra y acabó muy mal el partido con tres acciones de peligro de Osasuna en los últimos minutos que hicieron dar por muy bueno el punto que permite seguir en cuarta posición.
El navarro causará baja por acumulación de amonestaciones el jueves en Mendizorrotza en el derbi contra el Alavés. Además están lesionados los dos jugadores que han ocupado su zona en los últimos meses, Sangalli y Guevara. Que tras ver la quinta tarjeta y decidir el cambio Imanol prefiriera cambiar a tres jugadores de puesto antes que dar entrada a Illarramendi y Zurutuza hace dudar de que los vea ya en condiciones tras el tiempo que llevan sin jugar. Han pasado nueve meses y medio desde que el mutrikuarra se lesionó el 30 de agosto en San Mamés y uno menos desde que el debarra jugó sus últimos minutos en la visita al Sevilla del 29 de setiembre. Si los demás acusan tres meses de inactividad, más en su caso.
La otra opción que tiene Imanol para el jueves es la del medio centro del filial Martín Zubimendi, que se entrena con el primer equipo y estaba convocado el domingo. Acertar con el sustituto de Merino y avanzar en la recuperación del juego de todo el equipo serán los dos objetivos del oriotarra para la visita del jueves a Mendizorrotza.