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CONGRESO DE UPN, UNA LUCHA POR EL PODER SIN AIRES RENOVADORES

El congreso para decidir entre Javier Esparza y Sergio Sayas no promete debates ideológicos, tampoco disputas estratégicas, pues nadie cuestiona, a corto plazo, la coalición con PP y Cs. Es una lucha por el poder y el vencedor desarrollará una agenda continuista.


Después de posponerlo en dos ocasiones debido al covid-19, mañana es la fecha escogida para celebrar el congreso del que emergerá un nuevo líder para UPN. Un nuevo presidente o el mismo, pues Javier Esparza (Iruñea, 1970) se juega la reválida ante el diputado Sergio Sayas (Buñuel, 1979) que ha ido ganando peso mediático tras sus últimas intervenciones en Madrid, aplaudidas por la derecha y la ultraderecha. Anticipar qué puede suceder en la cita del Baluarte es complicado, especialmente en un partido como UPN, en el que no hay compromisarios ni delegados, en el que toda la afiliación tiene derecho a voto para elegir directamente a su dirección. Es menos enrevesado, en cambio, augurar que el desenlace no traerá rupturas y sí un llamamiento a la unidad ante un contexto complicado.

Entonces, ¿para qué cambiar de líder?, parece pensar Esparza. Sus palabras en la Cadena SER iban por ese camino: «Esta confrontación interna no tocaba ahora». No tocaba, en su opinión, porque el resultado de las elecciones forales fue «bueno», porque «no hay cambios importantes desde el punto de vista ideológico» –se aprobó la ponencia política por unanimidad–, y tampoco se justificaba por el tiempo que lleva al frente del partido. Lo cierto es que, lejos de los doce años de Jesús Aizpún y Miguel Sanz, Esparza aterrizó en la presidencia hace cinco años, tras las luchas cainitas en primera línea que se resolvieron con el abandono de Yolanda Barcina.

Antes, Esparza fue alcalde de Agoitz entre 1999 y 2007. Firme defensor de la construcción del pantano de Itoitz, levantó obras faraónicas con el dinero en concepto de compensación, un regalo envenenado porque el Ayuntamiento tuvo que hacer frente a unos cuantiosos gastos de mantenimiento que se convirtieron en imposibles de asumir. Como legado dejó un cuestionado pantano y un Consistorio endeudado cuando se marchó de Agoitz para proseguir con su carrera política. Desde entonces ha ocupado, por este orden, los puestos de director del Instituto Navarro del Deporte, gerente del Servicio Navarro de Empleo y consejero de Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Administración Local.

Esparza siempre ha achacado su derrota en 2015 a que tomó el timón en un «momento complejo» pero, a partir de ahí, cree que todas sus decisiones estratégicas han sido acertadas. Como la de 2019 cuando, relegado a la oposición por el cuatripartito, apostó por que UPN renunciara a sus siglas para confluir en la coalición Navarra Suma (Na+) con PP y Ciudadanos (Cs). La perdurabilidad de la coalición quizás sea el debate más jugoso de mañana.

Esta decisión arriesgada propició unos buenos resultados municipales –recuperó Iruñea y Tutera–, pero penalizó su influencia al ser atropellado por la realidad navarra. Envuelto en la estrategia radical adoptada por Rivera y Casado tras la irrupción de Vox, UPN se arrinconó en posiciones extremistas al tiempo que la sociedad navarra caminaba en sentido contrario y, por consiguiente, oscureció aún más la hipótesis de futuros acuerdos con Ferraz. La coalición quedó condenada al aislamiento y la derecha quedaba por segunda vez consecutiva fuera del Gobierno navarro, algo que no ocurría desde los años 80.

Pese que ya nada es igual, Esparza no descarta repetir dentro de tres años la misma fórmula siempre y cuando las encuestas demuestren que es factible. Desea una nueva ejecutiva fuerte y cuenta para ello con dos pesos pesados: el alcalde de Iruñea, Enrique Maya (candidato a vicepresidente), y el de Tutera, Alejandro Toquero. Aboga por Yolanda Ibáñez como secretaria general y quince de los 21 candidatos a un puesto de vocal son nuevas incorporaciones relacionadas con el municipalismo.

La renovación ha sido, por otro lado, el pretexto de Sayas para presentarse a liderar UPN, cuando los 17 años de carrera del buñuelero dentro del partido torpedean vender esa moto. Inició su andadura política en 2003, cuando se convirtió en concejal de Berriozar, puesto que ocupó hasta 2011. En 2007 llegó al Parlamento y allí se mantuvo hasta ser diputado por Na+, tras ganar las primarias a Carlos García Adanero, del bando de Esparza.

Una mirada panorámica a su equipo muestra a las claras que esto no va de regeneraciones ni de cambios reveladores. Y es que a Sayas le acompañarán viejas espadas del Gobierno de Barcina como Lourdes Goicoechea y Maribel García Malo, candidata a la Secretaría General y que tendría que ejercer de líder en Iruñea si el diputado no quiere que UPN pierda su escaño en Madrid en favor de PP o Ciudadanos. Amaya Larraya y María Lecumberri, alcaldesas del Valle de Egües y Barañain, son dos jóvenes apoyos y resulta llamativo asimismo el respaldo de Jorge Esparza, secretario de Organización de UPN con Esparza hasta diciembre.

Como destacaba en una entrevista a Efe, Sayas cree en la «unidad del voto de centro-derecha», pero añade que UPN «no debe renunciar a las fuerza de sus siglas». Ante esta crítica tímida a la forma, que no al fondo, de Na+, parece que los cambios más significativos que plantea Sayas tienen que ver con la vuelta al funcionamiento clásico de los ámbitos de decisión, ya que en aquella entrevista dejó clara su apuesta por reforzar «un partido que siempre se había construido de abajo arriba, desde los comités locales, los afiliados y los grupos municipales y no desde la sede central».