Illa y Murga, cara y cruz electoral de la gestión de la pandemia
Salvador Illa y Nekane Murga, ministro y consejera, han gestionado la crisis del coronavirus desde el primer día, pero una vez comenzada la campaña electoral, mientras el primero es homenajeado y exhibido, la segunda es apartada de los focos. ¿Por qué?
Para leer este artículo
regístrate gratis o suscríbete
¿Ya estás registrado o suscrito? Iniciar sesión
Se te han agotado los clicks
«Creo que no hace falta decir que aquí se te quiere y se te admira»; «dentro de poco, cuando acudas a los mitines del PSOE te van a decir ‘Illa, Illa, Illa, Illa maravilla’». Estas palabras de Eneko Andueza, líder del PSE en Gipuzkoa y cabeza de lista por ese herrialde, describen el ambiente que se vivió el viernes en Donostia, donde «Salva», el «querido ministro», fue agasajado como nadie antes por sus compañeros y compañeras vascas.
Salvador Illa fue objeto de homenaje porque, según dijo Idoia Mendia, «estamos aquí, a punto de celebrar unas elecciones, gracias a la coordinación que has llevado con éxito», por haber realizado una «dirección de la pandemia sensata, como eres tú». Pero el titular de Sanidad fue también exhibido como banderín electoral, y si se hubiera dejado habría sido paseado a hombros por las calles de la capital guipuzcoana.
Y es que Illa, responsable y cabeza visible –junto al omnipresente Fernando Simón– de la gestión pandémica, cotiza al alza. Más allá de los datos fríos, que no han sido especialmente buenos en el Estado español, donde la cifra de fallecidos por número de habitantes es de las más altas, la figura del ministro ha salido reforzada ante la opinión pública. Su talante conciliador, su forma de expresarse, más de profesor que de político, han dejado buen poso, y haber conseguido reducir la pandemia a unos parámetros bastante manejables después de lo duro que fueron los meses de marzo y abril ha lanzado su figura.
Y por supuesto, en plena campaña electoral el PSE ha querido aprovechar el tirón. «Hay que ver la suerte que tenemos los españoles de tener un Gobierno como el de Pedro Sánchez y un ministro de Sanidad como Salvador Illa. Tenemos muchísima suerte, nos tenemos que sentir afortunados. Gracias de todo corazón por todo lo que has hecho por nosotros. ¡Gracias, gracias, gracias!», insistió un Andueza, a quien no es difícil imaginar pidiendo un autógrafo al ministro.
La consejera Murga, ausente
Fue tal el derroche de halagos y emociones en el mitin del PSE que, por contraste, hicieron más evidente la ausencia en campaña de otra persona a la que le ha tocado gestionar esta crisis sanitaria: Nekane Murga.
Lo cierto es que prácticamente a la misma hora en que Illa se daba un baño de masas, la consejera de Salud de Lakua tenía que hacer frente a un nuevo tirón de orejas por parte del TSJPV, que ese mismo viernes dictaminaba que Osakidetza no protegió como debía a sus trabajadores.
A Murga, que accedió al cargo en 2019 en sustitución de Jon Darpón tras la dimisión de este por las irregularidades de la OPE de Osakidetza –el primer día del estado de alarma coincidió con su aniversario como consejera– le ha tocado pilotar la nave en unas condiciones que nadie imaginaba hace un año, y su gestión no ha estado exenta de controversia.
Pese a que las consecuencias del covid-19 en la CAV han sido, en proporción al número de habitantes, de las peores del planeta, desde el PNV se repite por activa y por pasiva que la respuesta a la crisis ha sido óptima. Pero la formación jeltzale habla insistentemente del papel desempeñado por Osakidetza, consciente de que la institución es vista con cariño y sus miles de profesionales percibidos casi como héroes, con razón, después del trabajo que han realizado.
Pero, la Consejería y la consejera, ¿qué imagen tienen en la opinión pública vasca? No hay sondeos públicos que hagan mención de ello, pero resulta muy llamativo que Murga, que sí estuvo en la presentación del programa electoral en el Euskalduna, no aparezca en ninguna foto ni sea citada en los actos de campaña, cuando ha sido la máxima responsable de gestionar una crisis sanitaria sin precedentes, que ha condicionado nuestras vidas y las propias elecciones, que estaban previstas para el 5 de abril.
Si casi no se habla de ninguna otra cosa desde hace cuatro meses, ¿por qué sacar de foco a tu principal referente en esa materia? Una respuesta de manual sería decir que ahora no toca, que hay que seguir trabajando –de hecho, Murga sigue compareciendo ante los medios para hablar de la evolución del covid-19–, pero no resulta creíble que el PNV no hubiera hecho lo que el PSE si la imagen de la consejera fuera la misma que la del ministro y su gestión igualmente valorada.
Queda tiempo por delante, y puede que ese homenaje se acabe produciendo, o quizá se guarde para la noche electoral, si las urnas confirman lo que dicen las escuestas. Pero después de diez días de campaña el silencio es clamoroso y elocuente.