El enésimo milagro azulgrana: el Eibar asegura la permanencia
La victoria del Eibar en Cornellà y la derrota del Mallorca en el Sánchez Pizjuán certifican la permanencia matemática del equipo guipuzcoano. Militará en Primera por séptima temporada consecutiva.
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Se ha convertido en costumbre pero sigue siendo un milagro. 27.000 habitantes, un estadio que incluso con su última remodelación se queda por debajo de las 9.000 localidades, unos campos de entrenamiento alquilados a treinta kilómetros… Datos impensables para un equipo de Primera pero el Eibar lo será por séptima temporada consecutiva. Su victoria en Cornellà y la derrota anoche del Mallorca en el Sánchez Pizjuán aseguran la permanencia de forma matemática para un equipo que ha sufrido como nunca –con la excepción de la temporada de su debut, que acabó resolviéndose en los despachos– y al que aún así le han sobrado las dos últimas jornadas.
Pese a que el equipo sólo ha estado tres semanas en descenso –entre las jornadas 3 y 5–, ha sido difícil imaginar que alcanzaría su objetivo con tanta holgura en una temporada que empezó cuesta arriba. Llegó a la primera jornada con la cartera llena pero sin tres de sus puntales –el creador de juego y con una importante aportación goleadora Joan Jordán y dos piezas imprescindibles en el sistema de Mendilibar Rubén Peña y Marc Cucurella– y con la edad haciendo mella en algunos de los futbolistas más importantes de la plantilla. Tuvo que esperar hasta la sexta jornada para celebrar su primera victoria, una remontada increíble contra el Sevilla, con la que inició una pequeña racha positiva, a la que no pudo dar continuidad.
Siempre con la amenaza del descenso muy presente, sólo una vez por encima de la 14ª plaza, el equipo tocó fondo el pasado diez de marzo. Apenas unos días antes de que se decretara el estado de alarma, Eibar y Real disputaban en un Ipurua fantasmal el derbi maldito, suspendido en febrero por la contaminación que había generado en el aire el derrumbe del vertedero de Zaldibar. El Eibar perdió con una pobrísima imagen y se encerró en casa con sólo dos puntos de ventaja sobre el descenso y muy malas sensaciones.
No mejoraron cuando se supo que la Liga se reanudaría para concluir en julio, sabiendo que siete futbolistas acababan contrato el 30 de junio. Incluyendo al jugador más determinante de la temporada para los azulgranas, Fabián Orellana. Efectivamente el chileno, como Gonzalo Escalante que jugará con la Lazio las cinco próximas temporadas, hicieron las maletas a fin de mes, al contrario del resto de compañeros –Pedro León, Charles, Pablo De Blasis, el lesionado Ramis y el cedido Cristóforo, además del cuerpo técnico y la Dirección deportiva–. Aunque hasta su marcha contribuyeron de forma decisiva, sobre todo Orellana, a la reacción que ha acabado llevando al Eibar al éxito.
Y es que en esta parte final de la temporada, la posterior al confinamiento, el Eibar ha ofrecido su mejor rendimiento. 27 puntos en otras tantas jornadas había conseguido hasta el parón; en las nueve posteriores han sido doce. Y eso que, sobre el papel, es uno de los equipos más afectados por la ausencia de público, que tiene una plantilla corta –más corta aún tras el 30 de junio– y su filial, al que ha tenido que recurrir prácticamente todas las semanas desde que se reinició la competición, milita en Tercera. Los resultados dicen mucho en favor de la profesionalidad de sus futbolistas, que han regresado en las mejores condiciones posibles del confinamiento, y del trabajo del cuerpo técnico, que parece haber encontrado el equilibrio perfecto entre rotaciones, descansos y entrenamientos, primero para poner al equipo a punto y después para conseguir que aguantase hasta que ha cruzado la meta.
Tiempo de decisiones
La recompensa llegará en septiembre. Ahora falta saber quiénes disfrutarán de ella. Y las incógnitas son numerosas. Empezando por la Dirección Deportiva y el cuerpo técnico porque el contrato «extendido» de Fran Garagarza, José Luis Mendilibar y sus respectivos equipos de colaboradores expira el próximo domingo. La rumorología sitúa al mutrikuarra con un pie fuera del club. Hay más dudas en el caso del técnico, que no las aclaró ayer al ser cuestionado al respecto tras el encuentro frente al Espanyol. «Primero vamos a asegurar la salvación y me imagino que después será cuestión de hablar. No sé si el club querrá que siga y no sé si yo quiero seguir, es cuestión de hablar. Sabéis que estoy en casa, llevamos cinco temporadas y el cuerpo técnico y yo mismo estamos encantados de estar en el Eibar. Pero todo o que ha pasado con la pandemia, con todos los rollos que ha habido, con jugar hasta julio… La verdad es que acabo muy cansado, bastantem más que otras temporadas. Hay que hablar muchas cosas», explicó.
En lo que respecta a la plantilla también hay muchas cuestiones por resolver. A ninguno de los cuatro futbolistas que prolongaron su contrato desde el 30 de junio hasta la conclusión de la Liga se les había ofrecido la renovación antes del parón y parece complicado que se haga ahora, al menos con Iván Ramis, Charles y Pedro León, tanto por su edad como por el importante peso de sus fichas en la masa salarial de la plantilla. Es más difícil saber qué sucederá con Pablo De Blasis. También con Sebas Cristóforo, que llegó en enero cedido por la Fiorentina, con una opción de compra que se volvía obligatoria en función de algunas cláusulas que, siguendo su costumbre, el club no hizo públicas.
Aunque sí tienen contrato, y no precisamente corto –hasta 2024–, tampoco está claro qué sucederá con Álvaro Tejero y Quique González, a los que les ha costado tener minutos incluso con las rotaciones de esta fase final de la Liga. Sobre todo al delantero. Si sus números globales ya son pobres –638 minutos en toda la temporada–, en el tramo post-parón se han reducido a la mínima expresión: apenas 25 minutos repartidos en tres partidos para el único jugador de campo que no ha sido titular en ninguna ocasión desde que se reanudó la temporada.
Antes de empezar con las decisiones, al menos de hacerlas públicas, al Eibar le toca despedir la temporada. Con un objetivo mucho más amable que hasta ahora; mejorar la posición en los partidos que le enfrentarán a Valladolid en Ipurua –el jueves, si no hay cambio de horario ahora que los dos equipos han quedado libres de preocupaciones– y al Villarreal para despedir la Liga en el Madrigal. Dos fiestas, aunque deban celebrarse en familia, por el enésimo milagro azulgrana.